o de los cambios de rol en una extraño juego

Si ud alguna vez se ha sentido discriminado, no discrimine. Porque más temprano que tarde será entonces parte del problema y estará lejos de ser parte de la solución. 

No podemos generalizar ni que las mujeres son de marte, los hombres de venus; que los negros, los cholos, los venezolanos, los blancos, los gordos y los flacos… hacen, piensan, son… juzgar a millones -y peor aún limitar sus derechos fundamentales- no es solo un acto verbal, es un acto inhumano que niega la individualidad, la responsabilidad personal, la preeminencia de la ley y el Estado de Derecho. 

Ser víctima de generalizaciones niega nuestra capacidad de ser creadores de nuestro destino y anula nuestra dignidad como personas; pero también las acciones de responsabilidad sobre nuestros actos individuales. 

No es un tema de «nacionalidad», ni de «identidad», es un tema de humanidad y de justicia. Si alguien comete delitos, es un delincuente que debe responder por sus actos ante la ley, nadie tiene por qué pagar los delitos ajenos de gente que ni conoce. ¿Por tener el mismo color de cabello, de piel, la misma religión, o la nacionalidad? ¿Qué clase de seres humanos podemos ser si juzgamos e insultamos sin conocer y valorar a cada persona por quién es o no por “lo que es”?

El derecho a no ser discriminado, al trabajo y al debido proceso son derechos básicos, garantizados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en tratados y en la propia Constitución Peruana.  No se trata de un «trato excepcional» sino de un derecho básico. La dignidad asociada a la idea de realización; el trabajo es un deber y un derecho. Mueve los hilos del desarrollo: crear, hacer, producir, generar, sostener.

Los prejuicios trajeron los peores horrores a este mundo. Aún vivimos los lastres de los prejuicios sobre las mujeres, sobre el color de piel, sobre el origen étnico, la clase social o la religión. Aún vemos cómo los actos de violencia se ciernen sobre mujeres por ser mujeres, sobre indígenas o sobre afrodescendientes, no por ser Maria, Luis o Pablo. No. Es por ser de un género, o pertenecer a una comunidad o por tener un color de piel. ¿O nacionalidad? ¿Te define como individuo respetuoso de la ley o como trasgresor el tener la tez blanca o negra o el cabello rubio o castaño? ¿Te define en talentos y probidad haber nacido en el hemisferio norte o sur? O es que cada quien es, cada quien hace y cada quien debe ser responsable por sus actos u omisiones. Es un tema de sentido común, conocimiento de la ley y por tanto de civilidad.

Las cacerías de brujas quedaron en otros tiempos, no corra la voz, busque a la inquisición, ni encienda la hoguera ¿o en qué siglo estamos? Cuidado salga ud. quemado.

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