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El retorno necesario

Por @nancyarellano 

 
Entonces los muertos podrán volver, pues todas las barreras entre muertos y vivos están rotas (…) y volverán, (…) como entonces está en preparación una nueva Creación, les es dado esperar un retorno a la vida, duradero y concreto. 

Mircea Eliade «El mito del eterno retorno»

Hoy más que nunca, hay que retornar a la política y entender su papel
igualador. En Venezuela, estamos en medio del discurrir de una guerra:
asimétrica, multidimensional, interdependiente, con y sin cuartel, y donde ellos borran todas las reglas; donde las facciones se multiplican y los cobardes pactan, y es imperativo asirnos de lo más concreto, los principios que validan y legitiman a los liderazgos dentro de la República. Lo que hace del Estado ser Estado. Estos principios no son etéreos, no hay nada que inventar, todo está escrito en el derecho internacional y en las constituciones. No es una aspiración, es el resultado de más de 500 años de realidad política. De un siglo XX que escribió con sangre la importancia de las instituciones y la democracia en Europa. Y Venezuela es un país donde hoy se escribe la versión contemporánea de aquél terrible sistema.


El retorno a estos principios es, como punto de partida, paradójicamente, lo
que nos une en democracia. La Venezuela democrática se volvió una suerte de Ítaca y algunos marineros sucumbieron al canto de las sirenas. Sin embargo, hay suficientes cuerdas para amarrarnos al mástil quienes tenemos a Ítaca presente.  Retornar no es un acto involuntario y no es una decisión ligera. Volver implica, un viaje y tener a dónde volver.  El retorno impone el compromiso de llenar los espacios vacíos y ejercer en función de lo que se busca recuperar como Estado: proteger al ciudadano. La validez del Estado está en su capacidad para proteger, ese es el pacto mínimo.

La Venezuela democrática es una Penélope que espera pacientemente
tejiendo la más preciada prenda: el tiempo.  No implica eso que no haya dolor, impaciencia, molestia, tristeza… porque la hay. Pero es constitutivo de la mínima noción de Estado que garantice la seguridad de sus ciudadanos. Tanto como es constitutivo de la Venezuela republicana la búsqueda de igualdad. Parece una obviedad; pero en la práctica, no lo es. 

La Venezuela de aspiración democrática es una Venezuela igualitaria, inconforme, consciente de los recursos que posee y cuya mentalidad colectiva exige y demanda, igualdad. El mayor error de quienes han pretendido destruir la democracia es no entender que la esencia de nuestra historia republicana radica en que «todos somos iguales ante la ley» a que «todos los votos valen igual» a que «todos tienen derechos» y que nuestra tolerancia a las «élites» es minúscula como colectivo. Tan minúscula que hasta en la construcción de élites hemos buscado la igualdad; no creemos en élites predestinadas o de legados.

 
Y es detrás de esa igualdad que reposa nuestra noción de libertad y de propiedad. «Todos tenemos el mismo derecho a ser libres» «Todos tenemos derecho a ser y a tener».  Y ese es el talón de Aquiles que tendrán las pretensiones comunistoides y las ultraliberales.

Venezuela es igualitariamente libertaria y propietaria. Y es capaz de tolerar un ratico a la élite siempre que la élite no amenace a la igualdad como aspiración; el derecho a ser igualmente libres e igualmente propietarios. Si cualquier grupo que detente el poder para sostenerse, requiriese aumentar
contrastes y negar la igualdad, está condenado a fracasar. 

El éxito de Bolívar – y su fracaso- radicó allí. Los conflictos del s.XIX estuvieron ahí. El éxito del Gomecismo como sistema – y su fracaso- estuvo allí. Él éxito de la Revolución de Octubre y del trienio, estuvo allí y la condena del perejimenzmo estuvo ahí. El éxito de la democracia bipartidista – y su fracaso – se entiende allí; el éxito del chavismo – y su fracaso- está allí. No podemos a estas alturas permanecer en el ciclo, eterno retorno, sobre el punto. 

Bandera cubana ondeando ante las milicias venezolanas

Espero podamos romper la inercia y creo que el punto de inflexión está en algo: La memoria. Para todo viaje es necesario definir el destino y acordar la ruta. Ese es el primer paso. Hoy quienes ocupan la dirección, los múltiples líderes de las fuerzas democráticas, deben entender que el pacto es por defender esos principios que arrancan, en su ejercicio, con elecciones auténticamente libres para todos y en condiciones de imparcialidad del árbitro. Cualquier tolerancia puede terminar sepultando a los tolerantes.

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¡DOSIS DE FITINA PARA IR A VOTAR! por @nancyarellano

El juego democrático funciona bajo dos premisas: efectividad y posibilidad de alternabilidad.  No existe país alguno verdaderamente democrático donde ambos paradigmas no sean respetados y hermanados. Es decir, cuando un gobierno pierde efectividad se acude a la alternabilidad y, gracias a la alternabilidad, es que los gobiernos respetan las necesidades de eficiencia.

Fue el caso reciente de México, España, Estados Unidos y, en 1998, de Venezuela.   Los partidos gobernantes perdieron su poderío como producto del “Voto Castigo” unido a la opción que ofrecían; pero es absurdo pensar que se debe sólo a la opción que representan que obtuvieron el apoyo de la mayoría. Justamente en la posibilidad de cambio está el Poder del Pueblo para hacernos respetar ante los gobernantes.

En Venezuela pareciera que muchas veces falta esa bendita pastillita de Fitina –que es para la memoria- y que la gente tiene severas dificultades para recordar qué cosas prometen los candidatos y qué hacen luego; así mismo qué responsabilidades y poderes tienen.  Y es que el papel de un dirigente no se limita –y no debe limitarse- a encender a la masa; sino que debe comprender que se trata de responder a las facultades que le son otorgadas. ¿Y cuáles son? Vamos a repasar las más relevantes para juzgar a un gobierno, no vaya a ser que caigamos en el típico error de creer que está sobreentendido:

Artículo 236 de la Constitución: Son atribuciones y obligaciones del Presidente o Presidenta de la República:

1. Cumplir y hacer cumplir esta Constitución y la ley. ¿Si no cumple la Constitución está fallando en su trabajo? Si.

 

2. Dirigir la acción del Gobierno. ¿Si el gobierno no es eficiente es culpa de él/ella? Si. (Salvar a la Patria pasa por obedecer a la Constitución y cumplir con el fin para el que fue “contratado” –electo.

3. Nombrar y remover al Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva; nombrar y remover los Ministros o Ministras. ¿Si el Ministro/a es corrupto e ineficiente el presidente es cómplice? Si.

4. Dirigir las relaciones exteriores de la República y celebrar y ratificar los tratados, convenios o acuerdos internacionales. ¿Es responsable de todos los convenios buenos y malos que se celebran? Si.

5. Dirigir la Fuerza Armada Nacional en su carácter de Comandante en Jefe, ejercer la suprema autoridad jerárquica de ella y fijar su contingente. ¿Es responsable del buen funcionamiento de las FFAANN? Si.

6. Ejercer el mando supremo de la Fuerza Armada Nacional, promover sus oficiales a partir del grado de coronel o coronela o capitán o capitana de navío, y nombrarlos o nombrarlas para los cargos que les son privativos.  ¿Es responsable de los ascensos? Si. ¿Puede manipular a las FFAANN por esta razón? Si.

8. Dictar, previa autorización por una ley habilitante, decretos con fuerza de ley. ¿Entonces puede dictar leyes para atender situaciones muy importantes y para corregir desvíos en nuestro ordenamiento? Si.  ¿Y sería el único responsable de las leyes dictadas por él/ella? Si.

9. Convocar la Asamblea Nacional a sesiones extraordinarias. ¿Puede solicitar al gran cuerpo de la Asamblea a trabajar con él en leyes necesarias para la República, convocando a todos los diputados elegidos popularmente para que las leyes sean expresión de todos los sectores en real acuerdo? Si. ¿Lo ha hecho algún presidente desde 1999? No.

10. Reglamentar total o parcialmente las leyes, sin alterar su espíritu, propósito y razón. ¿Puede entonces precisar el alcance de una ley para darle mayor efectividad? Si.

11. Administrar la Hacienda Pública Nacional. ¿Es responsable del gasto público entonces? Si. ¿Y si se roban el dinero también es responsable? Si.

12. Negociar los empréstitos nacionales. ¿También es el responsable de las deudas? Si.

13. Decretar créditos adicionales al Presupuesto, previa autorización de la Asamblea Nacional o de la Comisión Delegada. ¿Y puede pedir más plata si le falta en el camino? Si.

15. Designar, previa autorización de la Asamblea Nacional o de la Comisión Delegada, al Procurador o Procuradora General de la República y a los jefes o jefas de las misiones diplomáticas permanentes. ¿También es responsable de las misiones diplomáticas afuera? Si.

16. Nombrar y remover a aquellos funcionarios o aquellas funcionarias cuya designación le atribuyen esta Constitución y la ley. ¿Si la gente alrededor no sirve y no la bota es porque así lo decide? Si.

17. Dirigir a la Asamblea Nacional, personalmente o por intermedio del Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva, informes o mensajes especiales. ¿Puede comunicarse todo el tiempo con la Asamblea para saber bien cómo van las cosas o comunicarle sus ideas para que estén alineados? Si. Y no como partido político, sino como presidente a todos los diputados para escuchar y compartir todas las posiciones.

18. Formular el Plan Nacional de Desarrollo y dirigir su ejecución previa aprobación de la Asamblea Nacional. ¿Es decir que es responsable de para dónde vamos, cómo vamos y cómo enderezar la carga si algo va mal? Si. Exactamente. ¿Pero solo? No. Con todo el equipo, con la Asamblea, con los gobernadores y alcaldes.

19. Conceder indultos. ¿Puede liberar a aquéllos que han sido condenados injustamente? Si.

20. Fijar el número, organización y competencia de los ministerios y otros organismos de la Administración Pública Nacional, así como también la organización y funcionamiento del Consejo de Ministros, dentro de los principios y lineamientos señalados por la correspondiente ley orgánica. ¿El presidente/ta puede controlar cuántos ministerios hay y qué tienen que hacer para satisfacer las necesidades de la población? Si. ¿Y si no sirven puede modificarlos? Si.

22. Convocar referendos en los casos previstos en esta Constitución. ¿Puede promover cuando alguien no sirve que el pueblo vaya a referéndum revocatorio? Si. ¿Y puede consultarnos cuando quiera sobre leyes o propuestas? Si.

23. Convocar y presidir el Consejo de Defensa de la Nación. ¿Entonces tiene el control máximo sobre la seguridad de la República frente a amenazas extranjeras o internas? Si.

 

Entonces el presidente tiene todos los poderes para resolver la economía, seguridad y bienestar del Pueblo y es responsable por hacer uso u omisión de estas facultades –además de todo el dinero que ingresa por concepto de venta de petróleo-; no podemos pretender que no cumpla con las tareas asignadas por nuestra Constitución ni que evada responsabilidades frente a un equipo que puede remover, ampliar y que debe supervisar. Nosotros no podemos olvidar qué tiene como obligaciones y qué debe hacer con todo el poder conferido, además –teniendo todos los canales para hacerlo- puede gobernar completamente con, para, por y desde el Pueblo.

LA NUEVA IZQUIERDA NO ESTÁ PATENTADA

En el artículo anterior hablé de algunas cosas que vale la pena tener en mente en la construcción diaria –y sin papeles- que es la política y los retos de un mundo solidario. Hablo de izquierda porque, más allá de la clasificación clásica, el reconocimiento del otro como igual es un lazo que tenemos con la izquierda tradicional. Sí, hoy todo es diferente, y podemos sentirnos a gusto hablando libremente… Soy mujer, latinoamericana, venezolana, y tengo voz y voto. Este logro habla de que la nueva izquierda asume nuevos retos más allá de los Derechos Políticos en los Económicos, Sociales y Culturales.

No voy a negar que hay personas que me han tachado de idealista; porque ellos tienden a pensar que la Constitución y  la formación ideológica y teórica del político son “inútiles” frente a los males que aquejan a la praxis política.

En mi caso particular puedo ilustrar el tema de la siguiente forma: la política es como la medicina. No se prepara el médico para atender a pacientes sanos únicamente, sino que se prepara para los males que aquejan al cuerpo humano. En el caso de la política hay que comprender dos cosas: El deber ser y Cómo son las cosas.  Nadie pretende que el juego político se lleve a cabo únicamente en el deber ser; porque justamente a partir de las desviaciones de la teoría a la práctica es que se asumió finalmente que el marxismo ortodoxo es utópico e inviable.  Pero tampoco podemos sumirnos en un pragmatismo absoluto del “como son las cosas” al punto de perder las formas correctas. Sería como si el médico mal preparado extrajese un riñón en vez del apéndice –se da cuenta- extrae el apéndice, y deja al paciente igual sin riñón porque “de todos modos esta vivo”… y luego cada vez que tiene que hacer la operación pues “saquemos el riñón” porque “la otra vez salió vivo. No bien… pero vivo”.  Sería inadmisible que tal cosa fuese una práctica, pero así ocurre en la política.

La gente teme un cambio que hable del deber ser. La gente se vuelve agnóstica y duda de todo negándose a vivir con dos riñones –como debe ser- porque el médico aquél –que opera mal- igual saca “medio vivo” al paciente.

En la política el papel de las generaciones nuevas tiene que ser recordarle a aquellos que “ya tienen callo en la piel” que debajo de ese callo aún se siente. Tienen que recordar que el deber ser es la meta.  Tienen que saber que meterse en política es luchar por servir al otro, y –ante todo- servir a la Constitución.

Nuestra Constitución es muy joven; de hecho, quien haya nacido en 1999 aún no tiene edad para votar. Pero esa joven Constitución es el pacto de refundación de nuestro país. Ese librito es nuestra meta; y sus metas están enmarcadas en un país que es Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político” (art.2)

Además en el art.3 señala: El Estado tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad popular, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo y la garantía del cumplimiento de los principios, derechos y deberes consagrados en esta Constitución”

Yo me siento orgullosa de esa meta. Y quiero que todos los venezolanos llevemos en la mente, el corazón y el espíritu (en ese orden) a nuestra Carta Magna cuando vayamos a votar.  No podemos seguir siendo conformistas con los pacientes medio vivos; no podemos seguir pensando que las palabras de nuestra Constitución son letra muerta. Nuestra joven Carta Magna es letra viva mientras nosotros como ciudadanos le demos aire. La política tiene EL DEBER de someterse a las reglas del juego que marca el Soberano quien, en acción directa, actuó en el poder constituyente.  Venezuela es un país que lo tiene todo para ser una potencia, que lo tiene todo para tener paz, seguridad, progreso, estabilidad y un nacionalismo boyante porque tenemos millones de cosas por la que sentirnos orgullosos. Pero necesitamos querernos más como país, querer más a nuestra industria, nuestros suelos, nuestro Estado. Necesitamos reconocernos los unos a los otros venezolanos todos, suficientes y necesarios para lograr la transformación nacional y el cumplimiento de las metas que nos trazamos en el 99.

A quienes lideran en la política: queremos un país tal cual como dijimos que lo queríamos en nuestra Constitución.  No queremos dádivas, sino cumplimiento. No queremos sectarismo sino inclusión y solidaridad. No queremos marramucias sino ética y justicia. Queremos lo que ya –como Soberano- pactamos. No me vengan con que sin un riñón igual se vive; quiero mis dos riñones.  La nueva izquierda no está patentada por un sector, está pactada en la Constitución. Un gobierno con, para, por y desde el Pueblo.

IZQUIERDA DEMOCRÁTICA EN EL S.XXI

Por: Nancy Arellano

Hablar de la izquierda es remontarnos a las luchas sociales por la reivindicación de las clases y sectores apartados de los beneficios de la sociedad mayoritaria y dominante. En el s.XIX se trataba de proletariado en plena revolución industrial, y buena parte del s.XX también obedeció a esta premisa, con el auge del capitalismo de mercados financieros.  Nadie pretende afirmar que el capitalismo ha cedido espacio completamente o que no lo ha hecho ¿Pero de qué se trata la lucha de la izquierda hoy día? ¿Cómo podemos entender a una izquierda existente en la sociedad globalizada? “Un fantasma recorre Europa” o quizás ¿“Un fantasma recorre al orbe”? Los mercados financieros han creado una gran burbuja –es cierto- pero Venezuela es un país privilegiado “donde sea nace una mata de mango” decía mi abuelo. Y así es. Podemos encontrar muchas bondades en este suelo patrio; entre ellas que nuestra economía es relativamente sencilla (en cuanto a estructura) y muy lucrativa (en tanto que devengamos renta petrolera a buen precio, por los momentos).

El hoy fallecido ideólogo y militante de la izquierda Domingo Alberto Rangel, en su libro “Hacia un Socialismo para el Siglo XXI” habla de la acción corruptora del poder en la izquierda. Cita el ejemplo soviético que “se vino abajo sin una lágrima” y cómo el modelo chino “se ha pervertido de manera tan completa que es casi una mezcla de burdel con buhonería”. Ni hablar de lo que opinaba del modelo venezolano, cuando señala que “en ningún país cabe ya un socialismo de jefe infalible, partido único, sociedad mediatizada y terror policial”.  Domingo Alberto –evidentemente- no era chavista, pero tampoco entraba en lo que conocemos como La Oposición.  Y si soy justa y coherente, debo señalar que en muchas cosas discrepo con el profesor Rangel, pero lo que sí apoyo es que la salida contempla un movimiento social, “un movimiento, no importa que sea pequeño, pero dotado de la lucidez, la agilidad y la audacia suficiente, puede convertir alguna vicisitud que estremezca a una sociedad subdesarrollada en intentona seria para captura de poder (…) dedicar –con paciencia- muchos años a la tarea de educar a sus afiliados en el manejo de la teoría política, de entrenarlos en el trabajo de masas, de aguzar sus instintos políticos para ubicar y cultivar las fuerzas sociales que serán decisivas(…)”  Si bien el Profesor Rangel seguía creyendo en una izquierda que se mantuviera al margen del juego democrático –quizás por la costumbre de quien tenía más de 60 años en lucha y vio corrompida a su generación- lo cierto es que se trata de un movimiento social.  Yo añadiría que socio-político.

Adentrándome en lo que quiero señalar, veo en el legado de las luchas sociales del siglo XX un camino para repasar desde la nueva izquierda; hay que comprender sus aciertos y sus desatinos. Muchos de ellos ideológicos –por extremistas y dogmáticos- y otros por exceso de pragmatismo –cuando bebieron de las mieles del poder-.  Una nueva generación de izquierda trasnacional y mediatizada –en el sentido del aprovechamiento de los medios de comunicación democratizados como internet; no sólo es necesaria, sino que es urgente. Pero no como reencarnaciones de viejas escuelas que creen que por usar twitter y Facebook están en las nuevas generaciones. Sino por la comprensión de la dinámica mundial y de que la lucha es obligatoria con las reglas del juego en el desenmascaro de las contradicciones de los nuevos sistemas de producción y en la creación de una sociedad multipolar sin botas ni fusil. Si un logro tuvo la izquierda fue la preeminencia de los derechos humanos, la apertura educativa, la exigencia –extendida- de la responsabilidad social –que no es una dádiva de las empresas, es una obligación y, sobre todo, que tenemos voz en los medios 2.0 sin censura de los poderes económicos. ¿Qué vamos a hacer con las nuevas herramientas? ¿Cómo podemos organizarnos en una sociedad como la actual? ¿Qué papel cumplen los partidos de izquierda? ¿Qué papel protagónico en la contraloría social? ¿Cómo vamos a hacernos escuchar en la elaboración de políticas públicas? ¿Qué generación formada en economía, política, filosofía e historia tenemos para hacer síntesis del proceso antagónico en la comprensión de la multidimensionalidad del hombre y las interrelaciones hipercomplejas de nuestra sociedad actual?

La izquierda democrática actual tiene mucho pendiente, y tiene una deuda importante que saldar: los logros a nivel formal deben cumplirse en la práctica y deben actualizarse. Basta de conformarnos con las palabras bonitas o los discursos incendiarios. El reto es ser parte del juego y exigir el cumplimiento por parte de los actores políticos que dicen apoyarnos y abrazarnos.  Eso si, que no me digan “Yo soy de izquierda” ni me pinten estrellitas rojas. Eficiencia y responsabilidad en obras con, para, por y desde el Pueblo.

@nancyarellano

http://www.nancyarellano.com

Jonh Ball y la igualdad de clases

Nancy Arellano Suárez

narellano@nuevalinea.com.ve

Jonh Ball y la igualdad de clases

O la Responsabilidad Social de un Capitalismo definitivamente humanizado

Algunos abogan por recuperar los ideales de Marx y Engels, otros las variantes del Che y Castro; yo por mi parte si quiero fijarme en alguno de los llamados reivindicadores de los derechos de los hombres discriminados, lo hago en John Ball; no porque sus ideas superen en profundidad las de Marx o Engels, sino porque él era, a diferencia del letrado Marx o el empresario manchesteriano de Engels, un individuo cuyos ideales están formados por la injusticia vivida en carne propia, él era parte de ese proletariado vejado en los tiempos de la indolente monarquía despótica. Y no voy recogiendo al pie de la letra lo que dice, sino haciendo ejercicio de mi libertad humana –acción de ser en tanto que racional- y tomando la esencia de sus posturas, porque en lo esencial es que radica la fuente de los cambios. Mas no es solamente por ello, sino porque sería absurdo que yo pretendiera seguir sus ideales de 1381 hoy día. Sencillamente, no vivimos en monarquía y ya no hay soberanos que nos maltraten físicamente por no acelerar el ritmo de trabajo. Por lo menos no en los países capitalistas desarrollados, ahí cualquiera demanda a quién quiera.

De Marx y Engels admiro cómo enfrentaron una situación terrible como la de la Inglaterra del siglo XIX, Primera Revolución Industrial, donde las gentes trabajaban turnos de 20 horas diarias, los niños y mujeres embarazadas cumplían jornadas inhumanas, la tifus rondaba por los suburbios donde no existían cloacas ni aguas blancas, donde no había hospitales, seguro social, sindicatos, paro forzoso, LPH, seguro de maternidad y hospitalización, ni hablar de jornadas de 8 horas y menos de vacaciones. Ésa era la Inglaterra donde “Un fantasma se cierne sobre Europa: el fantasma del comunismo. Contra este fantasma se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa, el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes”. –introducción al Manifiesto Comunista- Hoy la realidad es diferente; el capitalismo del Siglo XXI no es el capitalismo salvaje del siglo XIX. Si no me cree, le invito a revisar gratuitamente la siguiente página: http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm; lea el Manifiesto, hermoso por demás, y sienta el espíritu de la justicia laboral cómo se ha cernido sobre el mundo gracias a las atinadas críticas de estos precursores del Estado Social de Derecho y el Estado de Bienestar. Compare por usted mismo la diferencia del mundo de Marx y el de hoy.

Pero volviendo a John, puedo contarles que fue un campesino de origen inglés que en una época no de revolución industrial sino de opresión gratuita, para el año 1381, endilgaba la bandera de la igualdad diciendo: “Buenas gentes, las cosas no pueden ir ni irán bien en Inglaterra hasta que los bienes sean comunes, hasta que no haya ni villano ni gentilhombre y hasta que todos seamos uno. Esos a los que llamamos señores ¿en qué lo han merecido? ¿Por qué nos tienen en servidumbre? (…) ¿En qué pueden decir y demostrar que son más señores que nosotros? (…) es de nosotros y de nuestro trabajo de los que reciben su condición. Nos llaman siervos y nos golpean si no hacemos rápidamente su servicio (…) no tenemos soberano a quién quejarnos y quien quiera escucharnos y defender nuestro derecho. Vamos a buscar al rey (…) digámosle que queremos que las cosas sean de otro modo o que, en caso contrario, nosotros les pondremos remedio (…)” Ahora le pregunto yo, ¿Hoy día es igual? ¿Sabe usted lo que es la Responsabilidad Social Empresarial? ¿Ha oído del Capital Social? ¿Le han hablado de Gobierno Corporativo? ¿Sabía usted que la Organización Internacional del Trabajo ha realizado conferencias y tratados sobre Salud Laboral –desde psicológica hasta de necesidad de turismo para los obreros-? ¿Cree usted que vivimos en el capitalismo de Marx o en el Feudalismo de Ball? o ¿Será que no nos han informado bien sobre cómo ha evolucionado el mundo en este sentido? Si algo hay que pedir es que Venezuela se inserte en las buenas prácticas del capitalismo global –aún con un camino cuesta arriba- y promocione esto de una manera efectiva en nuestro territorio y de cara a los mercados trasnacionales. ¡La responsabilidad está en la Evolución del Capitalismo del que todos somos partícipes, siempre y cuando participemos!

Jonh Ball y la igualdad de clases

Nancy Arellano Suárez

narellano@nuevalinea.com.ve

Jonh Ball y la igualdad de clases

O la Responsabilidad Social de un Capitalismo definitivamente humanizado

Algunos abogan por recuperar los ideales de Marx y Engels, otros las variantes del Che y Castro; yo por mi parte si quiero fijarme en alguno de los llamados reivindicadores de los derechos de los hombres discriminados, lo hago en John Ball; no porque sus ideas superen en profundidad las de Marx o Engels, sino porque él era, a diferencia del letrado Marx o el empresario manchesteriano de Engels, un individuo cuyos ideales están formados por la injusticia vivida en carne propia, él era parte de ese proletariado vejado en los tiempos de la indolente monarquía despótica. Y no voy recogiendo al pie de la letra lo que dice, sino haciendo ejercicio de mi libertad humana –acción de ser en tanto que racional- y tomando la esencia de sus posturas, porque en lo esencial es que radica la fuente de los cambios. Mas no es solamente por ello, sino porque sería absurdo que yo pretendiera seguir sus ideales de 1381 hoy día. Sencillamente, no vivimos en monarquía y ya no hay soberanos que nos maltraten físicamente por no acelerar el ritmo de trabajo. Por lo menos no en los países capitalistas desarrollados, ahí cualquiera demanda a quién quiera.

De Marx y Engels admiro cómo enfrentaron una situación terrible como la de la Inglaterra del siglo XIX, Primera Revolución Industrial, donde las gentes trabajaban turnos de 20 horas diarias, los niños y mujeres embarazadas cumplían jornadas inhumanas, la tifus rondaba por los suburbios donde no existían cloacas ni aguas blancas, donde no había hospitales, seguro social, sindicatos, paro forzoso, LPH, seguro de maternidad y hospitalización, ni hablar de jornadas de 8 horas y menos de vacaciones. Ésa era la Inglaterra donde “Un fantasma se cierne sobre Europa: el fantasma del comunismo. Contra este fantasma se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa, el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes”. –introducción al Manifiesto Comunista- Hoy la realidad es diferente; el capitalismo del Siglo XXI no es el capitalismo salvaje del siglo XIX. Si no me cree, le invito a revisar gratuitamente la siguiente página: http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm; lea el Manifiesto, hermoso por demás, y sienta el espíritu de la justicia laboral cómo se ha cernido sobre el mundo gracias a las atinadas críticas de estos precursores del Estado Social de Derecho y el Estado de Bienestar. Compare por usted mismo la diferencia del mundo de Marx y el de hoy.

Pero volviendo a John, puedo contarles que fue un campesino de origen inglés que en una época no de revolución industrial sino de opresión gratuita, para el año 1381, endilgaba la bandera de la igualdad diciendo: “Buenas gentes, las cosas no pueden ir ni irán bien en Inglaterra hasta que los bienes sean comunes, hasta que no haya ni villano ni gentilhombre y hasta que todos seamos uno. Esos a los que llamamos señores ¿en qué lo han merecido? ¿Por qué nos tienen en servidumbre? (…) ¿En qué pueden decir y demostrar que son más señores que nosotros? (…) es de nosotros y de nuestro trabajo de los que reciben su condición. Nos llaman siervos y nos golpean si no hacemos rápidamente su servicio (…) no tenemos soberano a quién quejarnos y quien quiera escucharnos y defender nuestro derecho. Vamos a buscar al rey (…) digámosle que queremos que las cosas sean de otro modo o que, en caso contrario, nosotros les pondremos remedio (…)” Ahora le pregunto yo, ¿Hoy día es igual? ¿Sabe usted lo que es la Responsabilidad Social Empresarial? ¿Ha oído del Capital Social? ¿Le han hablado de Gobierno Corporativo? ¿Sabía usted que la Organización Internacional del Trabajo ha realizado conferencias y tratados sobre Salud Laboral –desde psicológica hasta de necesidad de turismo para los obreros-? ¿Cree usted que vivimos en el capitalismo de Marx o en el Feudalismo de Ball? o ¿Será que no nos han informado bien sobre cómo ha evolucionado el mundo en este sentido? Si algo hay que pedir es que Venezuela se inserte en las buenas prácticas del capitalismo global –aún con un camino cuesta arriba- y promocione esto de una manera efectiva en nuestro territorio y de cara a los mercados trasnacionales. ¡La responsabilidad está en la Evolución del Capitalismo del que todos somos partícipes, siempre y cuando participemos!