Nancy Arellano Suárez
Jonh Ball y la igualdad de clases
O la Responsabilidad Social de un Capitalismo definitivamente humanizado
Algunos abogan por recuperar los ideales de Marx y Engels, otros las variantes del Che y Castro; yo por mi parte si quiero fijarme en alguno de los llamados reivindicadores de los derechos de los hombres discriminados, lo hago en John Ball; no porque sus ideas superen en profundidad las de Marx o Engels, sino porque él era, a diferencia del letrado Marx o el empresario manchesteriano de Engels, un individuo cuyos ideales están formados por la injusticia vivida en carne propia, él era parte de ese proletariado vejado en los tiempos de la indolente monarquía despótica. Y no voy recogiendo al pie de la letra lo que dice, sino haciendo ejercicio de mi libertad humana –acción de ser en tanto que racional- y tomando la esencia de sus posturas, porque en lo esencial es que radica la fuente de los cambios. Mas no es solamente por ello, sino porque sería absurdo que yo pretendiera seguir sus ideales de 1381 hoy día. Sencillamente, no vivimos en monarquía y ya no hay soberanos que nos maltraten físicamente por no acelerar el ritmo de trabajo. Por lo menos no en los países capitalistas desarrollados, ahí cualquiera demanda a quién quiera.
De Marx y Engels admiro cómo enfrentaron una situación terrible como la de la Inglaterra del siglo XIX, Primera Revolución Industrial, donde las gentes trabajaban turnos de 20 horas diarias, los niños y mujeres embarazadas cumplían jornadas inhumanas, la tifus rondaba por los suburbios donde no existían cloacas ni aguas blancas, donde no había hospitales, seguro social, sindicatos, paro forzoso, LPH, seguro de maternidad y hospitalización, ni hablar de jornadas de 8 horas y menos de vacaciones. Ésa era la Inglaterra donde “Un fantasma se cierne sobre Europa: el fantasma del comunismo. Contra este fantasma se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa, el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes”. –introducción al Manifiesto Comunista- Hoy la realidad es diferente; el capitalismo del Siglo XXI no es el capitalismo salvaje del siglo XIX. Si no me cree, le invito a revisar gratuitamente la siguiente página: http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm; lea el Manifiesto, hermoso por demás, y sienta el espíritu de la justicia laboral cómo se ha cernido sobre el mundo gracias a las atinadas críticas de estos precursores del Estado Social de Derecho y el Estado de Bienestar. Compare por usted mismo la diferencia del mundo de Marx y el de hoy.
Pero volviendo a John, puedo contarles que fue un campesino de origen inglés que en una época no de revolución industrial sino de opresión gratuita, para el año 1381, endilgaba la bandera de la igualdad diciendo: “Buenas gentes, las cosas no pueden ir ni irán bien en Inglaterra hasta que los bienes sean comunes, hasta que no haya ni villano ni gentilhombre y hasta que todos seamos uno. Esos a los que llamamos señores ¿en qué lo han merecido? ¿Por qué nos tienen en servidumbre? (…) ¿En qué pueden decir y demostrar que son más señores que nosotros? (…) es de nosotros y de nuestro trabajo de los que reciben su condición. Nos llaman siervos y nos golpean si no hacemos rápidamente su servicio (…) no tenemos soberano a quién quejarnos y quien quiera escucharnos y defender nuestro derecho. Vamos a buscar al rey (…) digámosle que queremos que las cosas sean de otro modo o que, en caso contrario, nosotros les pondremos remedio (…)” Ahora le pregunto yo, ¿Hoy día es igual? ¿Sabe usted lo que es la Responsabilidad Social Empresarial? ¿Ha oído del Capital Social? ¿Le han hablado de Gobierno Corporativo? ¿Sabía usted que la Organización Internacional del Trabajo ha realizado conferencias y tratados sobre Salud Laboral –desde psicológica hasta de necesidad de turismo para los obreros-? ¿Cree usted que vivimos en el capitalismo de Marx o en el Feudalismo de Ball? o ¿Será que no nos han informado bien sobre cómo ha evolucionado el mundo en este sentido? Si algo hay que pedir es que Venezuela se inserte en las buenas prácticas del capitalismo global –aún con un camino cuesta arriba- y promocione esto de una manera efectiva en nuestro territorio y de cara a los mercados trasnacionales. ¡La responsabilidad está en la Evolución del Capitalismo del que todos somos partícipes, siempre y cuando participemos!