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#Proposición: Diagrama Político para el Siglo XXI

Hablar del espectro político nos conduce casi siempre a:

  1. La división clásica de derecha vs izquierda: en el sentido de intervención del Estado en la economía. O tamaño del Estado inclusive.
  2. El diagrama de Nolan que considera las libertades económicas y sociopolíticas como consecuencia de la intervención estatal.

Algunos críticos dicen que el diagrama tiene un sesgo libertario. Veamos el diagrama:

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Diagrama de Nolan (1969)

En pleno siglo XXI es indudable que hay cambios que se han sucedido, muchos sin poder ser advertidos. En lo particular me obsesiona la vigencia del Estado como ente rector de la «vida política» y los nuevos fenómenos menos informes como el terrorismo: teocrático como el caso de ISIS o anómico/ amoral como el del paramilitarismo o los mercenarios terroristas.

Otro fenómeno es el post-capitalismo producto de la masificación tecnológica. En 1969 poco podía pensarse de los efectos que tendría la tecnología en la economía. La idea de que se cree un nuevo escenario de relaciones sociales a partir de un ordenador/computador era impensable. ¿Cómo afecta esto nuestra relación con el Estado? ¿Cómo influye en la idea de izquierda y derecha? ¿Cuál es el papel de la innovación en este sentido? ¿Cuándo una propuesta destruye la noción de Estado? ¿Dónde están los límites donde peligra el Estado como ente rector de la tolerancia?

Entendiendo que la «tolerancia» como espacio de realización de la diferencia es crucial en el siglo XXI para salvaguardar a la democracia y orbita en torno a los Derechos Humanos.

Mi propuesta, aún en construcción, es la siguiente:

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  1. En el centro (utópico) encontramos al equilibrio perfecto entre derecha e izquierda, conservadurismo  y liberalismo moral en respeto absoluto a los Derechos Humanos de 1, 2, 3 e incluso 4ta generación. Es utópico porque tendríamos que lograr la armonía social perfecta y discrecionalidad respetuosa. Para que ello ocurra tendrían que estar zanjadas las diferencias sociales de clase, debería haber pleno empleo o capacidades productivas y un control extendido sobre la Agenda Pública. Tolerancia perfecta.
  2. Luego vemos derecha o izquierda:  Mientras más Estado nos acercamos a la noción de izquierda y mientras menos Estado a la noción de derecha: lo público (Bien Común por masificación: la masa sobre el individuo) y lo privado (Bien Común por agregados: individuo sobre la masa). Cuando la intervención estatal  de Izquierda es absoluta y el Estado toma todo en la sociedad los límites entre Estado y Sociedad se desvanecen para dar paso a la utopía comunista. Cuando la privatización es absoluta, el Estado pierde poder sobre el individuo y se destruye dando paso a la anarquía. En ambos supuestos se busca el bien común pero prescriben métodos distintos. La izquierda presupone que el Estado debe ampliarse para reglar la dinámica social, zanjando diferencias, y procurar la solidaridad. La derecha cree que el estado debe replegarse para permitir que los individuos actúen por solidaridad y arreglo de intereses, sin causar distorsiones.
  3. La concepción de conservadurismo deriva de la noción de «autoridad moral» (llámese Vaticano, Pastor, Rabino o Imán etc. Quien ejerce un «poder moral» sobre la sociedad y regla la conducta de la masa. En los liberales entiendo la ausencia de tal noción moral-autoritaria para dar paso a una ética personal frente al «mores» (moralidad).  Se trata de la conducta racionalizada frente a la conducta aprendida.  Cuando se recae en el extremo hablamos de amoralidad y por tanto no se acata ningún tipo de racionalidad: conducta hedonista. En el otro extremo está la discresionalidad de la autoridad divina, conducta absolutista. Ambas destruyen al Estado como espacio de tolerancia. En este sentido se cae en la ausencia de Estado. Sea de Derecha o de Izquierda.
  4. Si la autoridad moral o la amoralidad reina el resultado cae en la destrucción del Estado, se pierde por noción básica el monopolio de la fuerza coactiva y se cae en las formas de terrorismo: teocrático (absolutismo) o anómico (caos).
  5. Si la derecha es absoluta entonces caemos en una anarquía que impone una ética social equilibrada, pero destruye al Estado como garante; y si se cae en la izquierda absoluta se destruye igualmente al Estado en el nombre de una ética social equilibrada.  Ambas armonías se consideran utópicas.
  6. El circulo grande es la existencia del Estado como rector de la dinámica social y vigilante del respeto a los derechos humanos. Cuando nos salimos por combinación de ejes del círculo el Estado en función de 1) monopolio de la fuerza coactiva 2)protector de la imposición de cúpulas de poder 3) actor de mediación y tolerancia se ve en peligro. Mientas más me alejo del circulo más peligro se advierte.

 

 

 

 

#SeguiremosPensando

 

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Herramientas de análisis político: Tres textos-vitamina para el diálogo. #DemocraciaCrítica

Dejo cuatro textos que, en mi opinión, constituyen un compendio importante de discursos a tomar en cuenta para el debate democrático.  En un próximo post, empezaré por el paper de González Ricoy sobre Democracia Competitiva, para comprender su punto de vista desde el axioma del egoísmo y el conflicto de intereses en el poder.  Luego en Ferrajoli tenemos la perspectiva de los Derechos Fundamentales, y una crítica a Ferrajoli, hecha desde el conflicto entre los Derechos Fundamentales de Ferrajoli elaborada por Giorgio Pino.  Por último un ensayo que me parece interesante sobre el conflicto, la tensión, entre el constitucionalismo y el «deseo» de las mayorías en la democracia.

En Venezuela, todos estos temas tienen una vigencia impresionante. Creo que el debate sobre estos puntos ha quedado por debajo de la mesa.  Obviamente, el ciudadano común, difícilmente quiera caer en esta discusión, pero, con los altos grados de «politización» que se respira en el aire, sería interesante que algunos participaran de este debate con algunas herramientas de pensamiento político que permitan elevar el discurso más allá del debate estéril de la efervescencia politiquera.

Debatir, discutir, dialogar, es un proceso democrático que exige mucho de nosotros. Exige un papel crítico sustentado. No debe tomarse a la ligera; ésa, al menos, es mi opinión.

 

Textos fundamentales de Acción Democrática como propuesta, para debatir democráticamente.

Aquí la segunda compilación.

Aquí coloco dos niveles.

Por un lado los textos predecesores a Acción Democrática (Plan de Barranquilla, Con quién y contra quién estamos, Primera Conferencia PDN)

Plan de Barranquilla

Con Quien Estamos Y Contra Quien Estamos

Primera conferencia nacional del PDN

Constitución de 1947 y de 1961

CONSTITUCION 1947  CONSTITUCION 1961

Organizaciones Internacionales a las que se adscribe:

Internacional socialista y la democracia global

IUSY_Global_Political_Manifesto_

http://www.lainternacionalsocialista.org/viewArticle.cfm?ArticleID=31

EL Pacto de Punto Fijo

Pacto de PuntoFijo

Compilación de Textos del fundador de AD: Rómulo Betancourt

Seleccion de escritos politicos de Romulo Betancourt

Estatutos de AD (1996)

estatutosAD1996

Espero, podamos debatir sobre éste como con el PSUV.

Para los próximos post, voy con el MAS, COPEI, PCV. Pero me gustaría empezar por debatir sobre PSUV y AD (ultimas dos entradas)

Democracia, es diálogo.

Textos fundamentales del «chavismo» como propuesta; a debatir democráticamente.

Durante estos días, estaré publicando los textos fundamentales de las propuestas políticas más importantes en el espectro político venezolano.

Mi idea es contribuir activamente en el Diálogo por la Paz; creo que para ello, tenemos que ver y entender a cada uno de los voceros que se aproximan, y haber estudiado sus propuestas y premisas.

Dejo, para empezar, los textos más resaltantes de la Biblioteca Chavista:

Programa-Patria-2013-2019

Libro-Azul-Web

LINEAS-ESTRATEGICAS-PSUV1

Libro-Rojo

Leyes del Poder Popular

Hagan click en el link para descargar.

Espero podamos iniciar algún debate democrático y fructífero!

El carnaval bajtiniano en la democracia de Venezuela por @nancyarellano

Carnaval Solana


 

El único crimen consiste en ser superficial.

Todo lo que se comprende está bien-.

La reiteración de esta frase irrita, pero es reveladora.

Jean Cocteau

Agarro de mi biblioteca libros de venezolanos, latinoamericanos, europeos y americanos.  Hojeándolos, para ver si rememoro alguna fórmula estudiada, sólo logro recaer en la invariable aseveración: la realidad no tiene teoría, pero la teoría sigue brindando claves para entender a la realidad.  Las ciencias sociales son un fenómeno a posteriori, por ello, hurgar en mis libros, no dará respuestas precisas sólo indicios para entablar un diálogo.  Por tanto, sigue siendo la única forma racional de deconstruir y construir la realidad; porque, espero, me permita hallar indicios de cuáles serán las preguntas correctas en una conversación con el que me lea.

Digan lo que digan, no puedo sentirme a gusto con la realidad actual de mi país, o de varios países en estos momentos, tampoco puedo conformarme con las escuetas y dudosas aseveraciones que salen por los medios tradicionales o informáticos.  Unos están atravesados en las calles, otros celebrando carnavales.  Yo, y supongo unos cuantos más en el medio, intento trabajar, leer, pensar y escribir.  ¿Somos todos parte del mismo carnaval?

Pretendo escribir esto sin sobresaltos guiados por el twitterror o, pretendiendo, que no soy parte del carnaval bajtiniano, ése que se vive, no se “especta”.  Aquí haré un inciso, por lo interesante de la teoría de Mijail Bajtin (1895-1975) sobre “lo carnavalesco” y porque, guiada por Bajtín, puedo aserverar que estamos ante la celebración más auténtica de lo carnavalesco en Venezuela.  Me explico:

En su ensayo Carnaval y Literatura, el ruso Bajtín asevera que lo carnavalesco está omnipresente en los grandes clásicos y que su significado ha venido banalizándose luego del renacimiento, pasando de “una forma de espectáculo sincrético de carácter ritual” a “mascarada o, aún peor, bohemia vulgar”.  Mi lectura de estos días atiende al concepto, retomado por Bajtín, del carnaval.

Su punto de partida, desde el análisis de las civilizaciones griega y romana, es que lo carnavalesco ha estado presente de forma arquetípica en la literatura, y en la vida por tanto, para significar la libertad; al colocar todos los universos de la vida humana en un mismo nivel de discurso, al eliminar barreras sociales, morales, y todo límite a la interacción de elementos.  Lo ejemplifica con los famosos Diálogos de Platón: la simbología típica del diálogo abierto en plaza, arena propia de lo carnavalesco y popular, de contrastes burlescos (para la época) como mujer-sabia, la supresión de la distancia entre la aristocracia- pueblo, la disminución del personaje (Sócrates) haciéndolo familiar, aproximarlo al interlocutor (escucha-lector), humanizarlo; la ironía socrática, dice, «es una risa carnavalesca reducida».  Caso similar de carnavalización es el Nuevo Testamento de la Biblia; donde “Jesús dialoga”, trayendo elementos carnavalescos: Dios-hombre, eterno-mortal, pobre-rico, todos en un mismo lugar como excusa para un mensaje sin los límites cotidianos del orden “normal”.  Así, lo carnavalesco se constituye en una suerte de manipea frontal en el elemento dialógico y muestra el carácter universalizante de la carnavalización como profusión discursiva de elementos conjugados a un mismo nivel: liberador.  Se trata de la suspensión temporal de la coerción cotidiana.

¿Y por qué a un mismo nivel?  Primero debe entenderse que “Todos sus participantes son activos, todos comunican en el acto carnavalesco”.  Y cuando dudo, si formo parte o no del carnaval venezolano, Bajtín me responde: “No se mira el carnaval y, para ser más exactos, habría que decir que ni siquiera se lo representa sino que se lo vive”.  Así que solamente con advertirme en presencia de él, formo parte.  ¿Pero por qué decir que estamos ante lo carnavalesco?  Porque, desde mi punto de vista, lo carnavalesco es propio de la democracia latinoamericana, más aún en un orden subvertido y con la presencia de medios diversos para interactuar (redes sociales, teléfonos celulares, prensa, tv y radio); donde se han roto todos los esquemas tradicionales de orden social preestablecido.  La democracia venezolana ha venido mostrando características que la carnavalizan, regreso a Bajtín, quien señala que “se comienza por invertir el orden jerárquico y todas las formas de miedo que éste entraña: veneración, piedad, etiqueta, es decir todo lo que está dictado por la desigualdad social o cualquier otra (…) quedan abolidas también todas las distancias entre los hombres, para reemplazarlas por una actitud carnavalesca especial: un contacto libre y familiar”.  Si algo hay que reconocer del gobierno venezolano post 1999, es que eliminó todo orden jerárquico, acercando a ese contacto “libre y familiar” propio de lo carnavalesco.  Y admitiendo, por tanto, que todos los elementos discursivos tomen voz en la arena pública.

¿En qué se traduce eso? Toma la palabra Bajtín, “es una especia de vida al revés, un monde à l’envers” porque, así como en la profusa simbología de lo carnavalesco, la mutiplicidad de interlocutores en democracia popular traen mensajes disímiles y de contraste.  Y con ello “el pathos de la decadencia y el reemplazo, de la muerte y el renacimiento.  El carnaval es la fiesta del tiempo destructor y regenerador” porque el carnaval es una suerte de revolución del orden establecido.  A diferencia de los tiempos político-sociales, el carnaval,  tiene un término, un fin.  Por ello el viejo rito carnavalesco de la coronación del bufón, tiene ya la destitución.  “La entronización contiene ya la idea de la destronización futura: es ambivalente desde el comienzo”  Básicamente porque el carnaval nace y muere, así toda la significación de sus símbolos.  Y para hacer honor a sus contrastes “Se entroniza lo contrario a un verdadero rey, se entroniza a un esclavo o un bufón, y ese hecho esclarece en cierta forma el mundo al revés carnavalesco”.  Así  “todos contienen en perspectiva la negación y su contrario” y trae consigo los mensajes más legítimos.  Prueba de ello, lo carnavalesco en Don Quijote de la Mancha; donde el noble que combate molinos de viento trae consigo un mensaje contundente, la razón es Sancho. “El carnaval festeja el cambio, su proceso mismo, y no lo que sufre el cambio” por ello los molinos son excusas, Dulcinea o Sancho.  Porque su mensaje es el proceso mismo, el viaje hacia Ítaca de Odiseo, no así el destino. “Es por así decirlo no substancial sino funcional” como dice Bajtín.  Aquí la democracia ha de ser el viaje.

“El carnaval no conoce la negación ni la afirmación absolutas” tampoco la democracia, que no es una meta sino un camino de dispares que crean el espacio, la arena de convivencia.  “Si la ambivalencia carnavalesca se borra en las imágenes desentronizantes, aquellas degeneran en una simple denuncia negativa, de carácter moral o socio-político, que se desarrolla sobre un solo plano y pierde todo valor artístico”  Esto, es lo que ocurre en el carnaval venezolano cuyo escenario debe garantizarse como popular y amplio.  Y hay que recordar que  la imagen no es ambivalente; el poder es obtenido por elección popular, más allá de la presidencia, en una multiplicidad de cargos; y sus ocupantes profesan virtudes distintas y símbolos constrastantes.  En la actualidad no hay proceso de in-desentronización carnavalesca (sólo viene a mi memoria el 2002, con Carmona, sí como ejemplo del proceso carnavalizante de la política nacional).

Así que no podemos permitir que la crítica al gobierno nos sitúe en “La Oposición” (como brazo actor de la Derecha, proimperialista), pero tampoco que el estar de acuerdo con las políticas del gobierno nos vuelva “oficialistas acérrimos y comunistoides”; porque ni toda crítica nos hace opositores, ni todo aplauso nos muta en progobierno.  La crítica es el único ejercicio viable para el ser pensante que se encuentre fuera del campo de acción de la política en poder.  En un sistema democrático, la libertad supone eso, el ejercicio de nuestras aficiones y aptitudes; definitivamente las mías no versan sobre la evasión o la guarimba.  De aquí que mis palabras estén escritas para darle espejo no a los opositores radicales, tampoco a los chavistas a ultranza, sino a muchos venezolanos trabajadores que creo sienten que algo falta en nuestro país más allá del rojo rojito, o del azul azulito, aunque conteniéndolos.  El carnaval también nos representa, en la manipea obra que se desarrolla en nuestras calles y debates.

Más allá de la visión del chavismo, o de la oposición, creo que en ambos extremos, cuando son extremos, hay falacias, hay errores.  Tampoco considero que tengo la verdad, si pudiese argüir alguna característica, es la humildad con la que asumo el no tener todas las respuestas, no sabría decir cuáles.  Eso es lo que más me perturba de sendos bandos, en manos de sus voceros más furibundos; unos alegan poder resolver los problemas con el socialismo; aún sin delimitar, más allá de algunas vagas directrices compiladas en el Libro Azul de Chávez, qué significa exactamente este modelo que no ha logrado poner coto a desmanes de pequeños grupos con intereses egoístas que, sin plegarse a un pacto social desarrollista y nacionalista, han desangrado la finanzas estatales sin contribuir a la productivización de la nación.  Otros, alegan poder resolver esto con las fórmulas más trilladas del neoliberalismo contemporáneo, recetas manidas y que se han mostrado inviables para una realidad rentista como la venezolana; donde hay tanto en qué invertir socialmente para lograr la movilidad social, donde hay tantos que merecen la igualdad de oportunidades en igualdad de condiciones.  Sería un absurdo pretender volver sobre las fórmulas de los 70´s o de los 90’s.  Hay que asumir la contemporaneidad de la situación venezolana.

Vuelvo con la manía de los libros… Sartori afirma que “la civilización occidental es una civilización superior (…) siempre y cuando delimitemos esa tesis a la “buena ciudad” (civilidad) y a los valores ético-políticos que la sustancian.  Indicando, no obstante, cómo pueden confirmarse las preferencias de valor”  Menciono a Sartori porque él refiere esto a la preferibilidad de la democracia.  Y carnavalesca como es, en el sentido bajtiniano, la creo preferible por la abundancia de sus argumentos y presupuestos, porque su arena sigue siendo la calle donde un Sócrates buscaba ser partero de la verdad.  Creo que ambos bandos formalmente están de acuerdo en ello.  Luego, es comprensible que, cuando hablamos de civilidad, hablamos de la “vida libre en ciudad” la visión del ciudadano, aquél que está sometido a la autoridad de las normas, no de individuo alguno.  El primer caso es ciudadano, el segundo es súbdito.  También hay acuerdo en ello en ambos bandos, se supone que la preeminencia del cumplimiento cabal, íntegro, de nuestra carta magna no está en discusión: una apuesta al “Estado democrático, social de Derecho y de Justicia que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”. (Art. 2 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela).

Finalmente, que el carnaval sirva para comunicar, se ha entronado al caos, ahora restituyamos el orden y sigamos el camino democrático.

Les invito a seguirme en twitter @nancyarellano

Añado: Un artículo interesante, y de donde tomé la imagen de carnaval: http://sociologiadisidente.blogspot.com/2011/02/carnaval-inversion-y-subversion-y-ii.html

Sea serio, de una buena vez por @nancyarellano

Recientemente reparé en el estudio de las crisis económicas latinoamericanas: Chile 1982, México 1994, Argentina 2001. Me encontré con la misma razón en todas: un Estado irresponsable que quiso ser el todo omniabarcante y decidieron destruir a sus países.
Hoy Chile ostenta una economía nada despreciable, México también y Argentina… bueno, Argentina parece no haber aprendido aún la lección de los ochenta y menos la de los noventa. Así que tendremos que ver en qué para su historia económico-política.
El tema que nos ocupa es Venezuela. Veo con profunda preocupación que muchos de los causales de las crisis de aquellos países están presente en nuestro país: alto gasto público sin control del destino de los fondos, control cambiario que mantiene una moneda sobrevaluada, baja diversificación de las exportaciones, burocracia acrecentada, baja producción del aparato industrial, alta dependencia de las importaciones, poco estímulo a la Inversión Extranjera Directa (IED), alto endeudamiento del Estado y poca claridad en la planificación de las finanzas estatales etc etc etc. Los casos de corrupción de denunciados proliferan en páginas pro-gobierno y pro-oposición; la afrenta estéril entre grupos (porque ya ni siquiera son partidos) está cada vez pareciendo más tonta dado que, al menos los problemas en materia económica, no distinguen entre colores de camisas o plegarias por la salud del presidente electo.
El asunto ya no es quién tiene, quiere, desea, sueña o vislumbra el poder. El tema ahora subyace, al menos para esta humilde venezolana, en cómo logramos ordenar nuestra vida nacional para que el fantasma que recorre Latinoamérica – que no es el socialismo del S. XXI- sino la crisis económica, no nos agarre y nos lance de una contracción a una depresión.
Para ello lo primero que deberíamos terminar de comprender, y en esto espero algo de sensatez en los personeros de gobierno y en las bancadas de oposición, es que no es posible, y China es la muestra más clara y defectuosa, olvidarse de las tendencias del comercio internacional y de los mercados internacionales, si queremos que nuestra economía ostente el blindaje suficiente que nos proteja de la bendita «mano invisible» y los ciclos económicos, que tanto han dicho que es la perversión capitalista.
El Estado puede querer ser todo lo socialista que quiera ser, puede querer dar todas las misiones que quiera dar, pero ambas intenciones requieren de dinero, sí, capital,para poder cumplir sus intenciones. Más aún, requiere capital y trabajo. Y con capital y trabajo, viene también que se requiere un mercado, donde haya gente que pague por ese «trabajo» (sean productos terminados, materias etc) entonces se necesita algo más que bellas intenciones y pensar que el Estado tiene una chequera ilimitada. Porque los precios del petróleo cambian y «solo de petróleo no vive el hombre»; ningún hombre.
Mentir en el presupuesto de la nación no trajo más que decepciones; calcularon la moneda a 4,30 para luego mostrarse improvisados y devaluar; calculan el precio del crudo muy por debajo para luego tener recursos adicionales; pero luego plantean un gasto público también por debajo para mostrar… Que no tenemos idea del gasto real.
La inflación actual es una cifra indeterminada. El gobierno es responsable del 40% de las importaciones actuales. Controla buena parte de la industria nacional, de la banca nacional, y hasta controla cafeterías y fábricas de helado. ¿Y qué es lo que trae a casa las divisas que hagan nuestra moneda competitiva? El petróleo. Entonces tampoco el Bolivar fuerte logra ser fuerte. ¿Entonces cuál es la seriedad que distingue a esta administración?
Países como Chile y México lograron enfrentar sus crisis con cambios estructurales; no se trató del FMI o el Banco Mundial, se trató de diversificar sus exportaciones en cuanto a productos y, en el caso chileno, en cuanto a destinos. Aún les quedan muchos retos por afrontar a ambos países, el primero resolver un problema de liquidez de su mercado financiero y al segundo lograr diversificar el destino de sus exportaciones para que no les alcance, como en 2008, la crisis financiera norteamericana de forma tan sentida.
Pero Venezuela, que es el país del cual debemos preocuparnos con la urgencia que impone el ser venezolanos, tiene poco espacio de maniobra si no reparamos en el daño que la política de nombres, terquedad y soberbia, hace a nuestra capacidad productiva y posibilidades de desarrollo. En dos palabras, la consecución de estabilidad y sostenibilidad económica y, en tanto, de progreso social. No hay fórmula discursiva que contenga la devaluación monetaria, no hay eslogan que nos haga productivos, no hay grito de guerra que nos haga competitivos, no hay «tiempos de Dios» que corrijan el déficit fiscal o la corrupción.
Son necesarias fórmulas de corrección estructural, planificación sistemática y claridad política; todo producto de un la pacto inter-sectorial y socio-politico.
No se trata de gorras, boinas, o misterios médicos. Entiendo que haya pasiones políticas, pero con eso no lograremos hacer de la segunda década del siglo XXI una etapa de corrección para el desarrollo del país. Agota la teatralidad política y perdernos entre la discrecionalidad gobiernera y los lugares comunes en la Asamblea. Sea serio, de una buena vez Sr. Político. (Señor, señora, señorito, señorita…) pero séanlo, seguimos a la espera.

……..

Aclaratoria: El estado omniabarcante puede serlo hasta negativamente, por omisión… (Es como la libertad negativa y positiva de Isaias Berlin) porque se trata de que el estado se abstiene de la obligación que estaba pactada en el modelo de Estado planteado constitucionalmente ( la reforma de los 70 es un tema militar supraconstitucional y la reforma formal es de 1994 para argentina).

En todos esos casos se da un cambio abrupto e inconsulto de modelo productivo. No creen que el Estado se arrogó la soberanía? Pinochet con su chicago boys o los «democratas» argentinos? Y hasta en ese caso el no participar en determinados asuntos es una decisión por tanto una acción, de inacción que también tiene reflejo en la vida social…. Así es el caso de la des regulación bancaria por ejemplo… O darle el poder a las recetas de Washington…
En Venezuela cuando Gómez (más allá de si era o no la única posibilidad y de que éste era un dictador) entrega a las petroleras la posibilidad de hacer su propia ley; no estaba Gómez agarrándose la soberanía para si? Su inacción al respecto y ceder esa competencia no era un poder supremo que le era otorgado por ser omniabarcante hasta para ceder el lugar?
Así entiendo de dos modos la capacidad del Estado cuando actúa -el gobierno- como soberano absoluto: en positivo al participar en todo o en negativo al decidir quién participa en qué y «delega» responsabilidad.

¡Qué difícil ser adeco!

Por: Nancy Arellano

Un partido como Acción Democrática es un peso inmenso a tener en la espalda. El problema se inicia con una simple razón: ser adeco no es algo que se “elige” como se elige una camisa o un par de lentes. Ser adeco es algo que sucede cuando comprendes que la política es el camino para transformar a la realidad social y, al mismo tiempo, asumes que la única forma coherente de transformarla es en la socialdemocracia.  Además entiendes que la lucha política no es algo que se saca de una caja de cereales, sino que deviene generacionalmente en un proceso dinámico y acumulativo de pensamiento social que comprende el valor de los valores y acepta la importancia de los principios como rectores de la conducta y del trabajo de grupo.

En ese sentido, admites que han existido hombres y mujeres que labraron un camino que merece ser continuado, y ese camino de la socialdemocracia en Venezuela lo ha labrado Acción Democrática. Así que no se elige a la socialdemocracia y a AD por el utilitario ejercicio de escoger una ideología política y un partido, sino nuevamente por el ejercicio personalísimo de entender que “el chamo del semáforo de la esquina” tiene el mismo derecho que “la hija de papá y mamá” de aspirar a buenos servicios, buena educación y disfrutar de los avances de la civilización. Y ves la lucha del siglo XX por esos valores y te atrapa. En dos palabras: igualdad de oportunidades.  Ser adeco es ver las diferencias sociales injustas e indignarse. Es ver el abuso de poder de un funcionario público y asquearse. Es escuchar a los que desprecian a nuestro país y sentirse insultados. Es sentir que tenemos todo para tener todos de todo y sentirnos impotentes ante tanta ineficiencia. Es creer en la igualdad, justicia y libertad –como reza nuestro himno-. Es querer que las cosas cambien y sentir que podemos lograrlo.  Es querer a la gente sea rica, sea pobre, sea blanca, negra o verde; es escuchar al filósofo de la plaza o al artesano de la playa con el interés del que quiere conocer a su pueblo.  Es respetar a la gente por como es, no por quién es o lo que tiene.  Es aspirar al cambio, comprender que el Partido es un instrumento para ello y aspirar a ser parte de una historia larga y dura, con errores y con aciertos, pero una historia de lucha –física e intelectual- por la que vale la pena seguir luchando.

Mucha gente critica ese slogan de “Adeco es adeco hasta la muerte” porque creen que se trata de una filiación de “membresía”, como un club, y no comprenden que se trata de una conciliación íntima de la personalidad individual y la inscripción social en un esquema de valores y razones por las que se ejerce la política como servicio.  Y esta es la misma interpretación que doy a la otra frase “Adeco es adeco desde el vientre materno” porque son los valores familiares los primeros que hacen a un adeco tal, no porque se crea en una “línea sucesoral”, sino porque el verdadero acciondemocratista forja a su familia para el venezolanismo, la democracia, la justicia social, el trabajo, el antiimperialismo y la insatisfacción perenne que trae consigo el asumir que somos un país perfectible y que el camino es largo y empinado.  Y puede que no se haya tenido carnet, como dice otro compañero “los papás de Rómulo no eran adecos”. Así que va más allá de eso. Venezuela es adeca, aunque AD no sea gobierno. Y como dijo Andrés Eloy desde el exilio cuando ilegalizaron a AD “no pueden destruir a Acción Democrática por decreto, porque Acción Democrática no nació por decreto”

Hoy día encontramos un escenario difícil, por la improvisación y varias generaciones que fueron indolentes con “el otro” –y lo siguen siendo-;  encontramos un Estado que fue desviándose del rumbo inicial y cayó en la trampa del rentismo, hoy exacerbado.  Con ello se pervirtió la función de la política social para transformarse en política clientelar.  Y, desde hace años, muchos que se decían adecos dejaron de serlo, y otros que nunca lo fueron adquirieron la membresía y pervirtieron la lucha.  Luego muchos de aquéllos cambiaron el carnet blanco por uno rojo, y siguieron cavando. Otros tantos sintiéndose invisibles guardaron el sentimiento adeco en el baúl de los recuerdos.  Por ahí también hay confundidos, creyendo cuentos de caminos…

En fin, aquí estamos los que estamos, pero sí estoy segura de que no estamos todos los que somos. Y es necesario que ese sentimiento adeco se haga eco, y enarbole más alto las banderas del Partido, esas banderas que comportan un real proyecto país con poderes públicos independientes, con funcionarios públicos entregados al servicio, una política económica de desarrollo sostenible y sustentable, una descentralización coherente, un empoderamiento popular real, una conciencia de trabajo genuina y una movilidad social consistente con la igualdad de oportunidades en igualdad de condiciones; y tenemos que hacerlo ferozmente, diseminados –pero en y como equipo- por el territorio nacional desde Macareo hasta Ureña, desde Mamo hasta San Simón de Cocuy;  sin vacilar, porque ser adeco es más difícil que no serlo, pero no puede evitarse.

Y algo debe estar claro, hacen falta muchos adecos de verdad para transformar este país en el país que merecemos, ése por el que lucharon con sangre, sudor y lágrimas los fundadores de nuestro Partido. El testigo está esperando.

¡Qué difícil ser adeco! Pero es imposible dejar de serlo.

Astropolítica o de Logos Retrógrado

«Sapere Aude»- atrévete a conocer-

I. Kant

El paso del mithos al logos significó en el siglo VI a.C. la revolución civilizatoria en el antiguo mundo heleno (hoy Griegos); y lo fue porque, pese a las fuertes corrientes religiosas que pervivieron muchos siglos más, la explicación racional de la realidad -entendida como la interacción en el mundo natural- abrió un mundo de posibilidades al hombre. Preguntas como de dónde venimos, qué es la felicidad, si las cosas cambian o permanecen son algunas de las interrogantes que ocuparon a los mentados filósofos griegos. De Tales de Mileto para quien el origen de todo era el agua hasta Anaximandro para quien el «Apeirón» era el origen infinito de todo o Anaxagoras quien introduce la idea del «nous» -pensamiento, inteligencia-. Encontramos una necesidad crítica de relación del hombre con el mundo circundante. Así pues, el hombre se alza frente al mito, frente a la verdad dada, heredada, para crear, hacer la verdad; para aprehenderla del mundo a través del logos (razón).

2600 años después estamos aquí, herederos de una evolución del pensamiento, hijos de la revolución cristiana, luego de la renacentista- burguesa, pasamos por la industrial, para formar parte de la tecnológica… y aún nos encontramos haciendo las mismas preguntas que den sentido a nuestra vida.

Hace varios días que la mayoría de los opinadores profesionales se han dedicado a elucubrar sobre el porvenir político de la nación. Porque pareciera que volvimos a la filosofía presocrática del siglo VI a.C. y se trata de «un solo elemento» que explique la causa, que sea la causa de todo. Aquí pareciese que el Sr. Presidente es la materia inicial del devenir político del país. Sin que ello implique por supuesto, que estemos ante unos opinadores que pasen del mito al logos. Muy por el contrario, pareciese que el «logos» está retrógrado.

Se combinan los caracoles con el tarot de la política, se advierten eclipses y se enciende un tabaco… está vivo, está muerto, está, no está… como si dependiese todo de un sujeto mítico -cual Leviathán postmoderno- centímano para abrazar a más de 2.500.000 de empleados públicos y omnipresente para advertir cualquier desvarío en el tejido vital de la rueca que teje la manta de creación de nuestro país.

Es triste. A 2600 años de tan importante paso de búsqueda de sentido, entremos en una fase de retroceso. Las razones son simples -a mi humilde modo de ver- el presidente no puede serlo todo, no puede hacerlo todo y no debe. Dos; el que no haya entendido que la llamada «revolución bolivariana» es más que Chávez está aún mirando cómo se consume el tabaco para entender el fenómeno. Tres; el que crea que la imposibilidad de que el presidente electo ejerza la posición de cabeza es la tendida del puente para que la oposición tome poder a secas, aún está barajeando el mazo. Y Cuatro; que se piense que los cabecillas están alineados dentro del corpus, más pragmático que real de la revolución.

Hay que entender, como los griegos, la relación del todo con la parte y de la parte con el todo. Hay que comprender que, así como Fidias en el Partenón, el efecto Chávez es el éntasis de esta construcción. Una pequeña desviación en cada columna que hace que la obra luzca perfectamente equilibrada o que a fuerza de repetición se haya creído realmente en una «revolución» política. No obstante, así como el éntasis se basa en la compresión de las leyes naturales de la óptica humana así la mentada «revolución» es el subproducto cultural de la fisonomía chorochapucérica enquistada en nuestra sociedad por la economía rentista-parasitaria.
Algo cierto, Chávez no es Chávez ya. Hace unos años dejó de ser el corpus falible. El tema es cómo la ausencia del corpus redimensiona la significación del personaje como constructo social.

En este sentido debo aludir a otros dos personajes que, sin pretender equipararlos al presidente bajo ningún esquema más allá de la utilidad estética, creo que su simbolismo puede darnos luz en algunos puntos: Sócrates y Jesús. Ambos detractores del sistema imperante, ambos revolucionarios reales del sistema; el primero de la noción de areté y de la vía al conocimiento; y el segundo del sentido de trascendencia y constructor de todo una nueva concepción del mundo. Ambos aún inciertos; Amados y/u odiados. ¿Qué los une? que dejaron obra inconclusa y espacio para la interpretación.

De Sócrates conocemos por Platón y Aristóteles; de Jesús por los evangelios «según»… en este sentido espero que -sin caer en discusión religiosa alguna y siendo católica- se entiende que el «gran proyecto» (filosóficos ambos) terminaron por ser interpretados, escritos, descritos y prescritos por sus seguidores.

Si queremos otros ejemplos podemos usar a Osiris (el emperador egipcio) o a Quetzalcoatl (el homónimo azteca) o sin ir muy lejos al propio Bolívar o Martí. Los dos primeros tampoco dejaron nada escrito como tal y sobre ellos se erigieron imperios; o Bolívar y Martí que ahora opinan de economía, sobre el fenotipo social y se convalidan con su nombre sistemas completamente difusos y anacrónicos.  Como si alguno de ellos fuese poseedor de «La Verdad»… ¿el filósofo rey acaso?

Vuelvo a repetir que no comparo sino ilustro con respecto a las consecuencias posibles. En este sentido, la falta de claridad en el proyecto del «Socialismo del S. XXI» que pareciera sólo estar en la mente del presidente -dado que los virajes siempre han venido de su persona, sea quien sea el que esté detrás- queda en el legado de los nuevos discípulos. La gran pregunta es si va a creerse ahora que sólo algunos pocos son los evangelistas, si a falta de Aló Presidente, el rumbo nacional quedará en nuevos improvisadores. Pues ahí es donde está el real tema a dilucidar. El país se enfrenta entonces a la creación mítica o la dialéctica real de la democracia venezolana del siglo XXI. ¿Cuál tomaremos? ¿Cuál exigiremos? ¿Seguirá logos retrógrado? o definitivamente entraremos en la «astropolítica» basándonos en los designios de los caracoles y las estrellas… Perpetuaremos la construcción unipersonal (o colegiada por intereses más allá del venezolanismo) o asumiremos el rol real dentro de la política nacional comprendiendo el significado del chavismo más allá de Chávez

Conversaciones con una Piedra por @nancyarellano

Toco a la puerta de la piedra.

—Soy yo, déjame entrar.

Quiero meterme en ti,

mirar alrededor,

tomarte como si fueras aire

 W. Szymborska “Conversaciones con una Piedra”

Haré de éste, quizás, un artículo algo largo. Mi intención no es hacer un tratado pero creo que no hay como Wislawa para hablar de absurdo cotidiano. Hace más de diez años conocí –porque leer es conocer- a esta maravillosa poeta polaca ganadora del Premio Nobel de Literatura. ¿Qué me enamoró de la poesía de Szymborska? Su franca sensatez y su imagen clara.

Este poema, además del de Nada sucede dos Veces, es mi favorito.  El hombre ambicioso llega al encuentro de la piedra y dice que quiere entrar a conocerla.

—Vete —dice la piedra.

Estoy herméticamente cerrada.

Incluso hecha pedazos

estaremos herméticamente cerradas.

Aun pulverizadas

no admitiremos a nadie.

Y deja clara la naturaleza absoluta. La imposibilidad constitutiva de hacerse partícipe de sus formas.  Creo que algo así está ocurriendo con algunos buenos hombres del bando político del gobierno. Creo, que perdemos la esencia democrática al buscar entrar en las piedras que se constituyen las utopías políticas como el socialismo del siglo XXI –que parece ser el del XX- al menos en lo sistémico.

Toco a la puerta de la piedra.

—Soy yo, déjame entrar.

Vengo por curiosidad pura.

La vida es la única ocasión.

Quiero recorrer tu palacio

y luego visitar a la hoja y a la gota de agua.

Tengo poco tiempo para todo.

Mi mortalidad debería conmoverte.

A veces incluso hay quien cae en la trampa de la “curiosidad” que justifica el husmear en modelos fracasados e intentar resucitarlos. Y pierden, en el vano intento «la vida (que) es la única ocasión». Y apelan a la belleza de la “felicidad social” como si se tratase ésta de una fórmula exacta; de un cénit alcanzable y repartible, y no de un proceso complejo –e individual- de satisfacción –íntima sonrisa- de la consecución de los fines que justamente por mortales y únicos perseguimos. De la construcción de espacios para la felicidad no de la entrega de ésta como un trofeo. Diferenciar la metáfora del objetivo palpable.

—Soy de piedra —dice la piedra.

Imposible perturbar mi seriedad.

Vete de aquí.

No tengo músculos para la risa.

Y el sistema utópico volverá la cara como la piedra. Dirá que es utópico. Que no puede hacerse de la realidad porque es adverso al dinamismo social y económico que constituye la propia naturaleza humana. El hombre es un predador. Racional algunas veces, otras no. El hombre, constitutivamente guiado por la consecución de la presa, requiere de esa satisfacción personal para hacerse de la sonrisa. Ha sido así desde tiempos inmemoriales y es, justamente la función del Estado, corregir las deficiencias derivadas de las condiciones “sociales” creadas para darle al hombre la posibilidad de hacerse con un presa en igualdad de condiciones sin más limitante que su talento y actitud.

Toco a la puerta de la piedra.

—Soy yo, déjame entrar.

He escuchado que hay en ti grandes e inhabitadas salas,

hermosas en vano, nunca vistas,

sordas, sin el eco de los pasos de nadie.

Reconoce que tú misma poco sabes de ello.

—Grandes e inhabitadas salas —dice la piedra—

pero no hay lugar en ellas.

Hermosas, tal vez, pero no para el gusto

de tus pobres sentidos.

Puedes reconocerme, pero no me conocerás nunca.

Dirijo hacia ti toda mi superficie,

interiormente permanezco de espaldas.

“Hermosas, tal vez, pero no para el gusto de tus pobres sentidos”. Esta frase es maravillante. La razón simple atiende a que habla de la percepción ajena a la realidad material. De la contradicción absoluta de pretender que seres imperfectos como los hombres –perfectibles eso sí- pretendamos erigir un castillo de perfección sin el sentido estético que nos faculte para tal fin. O bien, cómo construir un socialismo del siglo XXI con un país cuya fuerza productiva está mellada o cuya conciencia nacionalista está escindida en dos bandos que se requieren para hacer del “cambio social” un hecho factible y enriquecedor como nación.

(…) —No entrarás —dice la piedra.

Te falta el sentido de la participación.

Ningún otro sentido sustituye al de ser parte.

Ni siquiera la vista omnividente

te servirá de nada sin el sentido de ser parte.

No entrarás, apenas tienes una idea vaga de ese sentido,

estará en germen en ti, tendrás su imagen.

Para mí, esta estrofa es el clímax del poema. “Te falta el sentido de la participación. Ningún otro sentido sustituye al de ser parte”  ¿No es una exquisitez literaria y filosófica?  ¿Acaso no debemos la existencia a la capacidad de formar parte del mundo?  El gran problema de la filosofía en Occidente obedece a comprender la “inteligibilidad del mundo” y “el intelecto humano”. Es decir, el mundo es capaz de ser comprensible y si nosotros tenemos esa capacidad de comprensión para hacer el juego de completar la ecuación de comprender.  Pero debemos entonces avocarnos a inscribirnos en ese mundo al que pertenecemos. Si no logramos hacernos parte real, será inútil pretender entrar.

 (…) Toco a la puerta de la piedra.

—Soy yo, déjame entrar.

—No tengo puerta —dice la piedra.

La aporía. El camino que no tiene salida. El sueño de la perfección que conduce al absurdo. La banalidad que lleva a la burocracia incesante que termina por carcomer la cotidianidad del ciudadano. ¿Un mundo mejor es posible? Si. ¿Acaso 3.000 años de historia, sistemas y guerras no han dejado lección alguna? Si. Entonces revisemos con los ojos abiertos y girando a la observancia del entorno. No podemos quedarnos enfrascados en descubrir el interior de la piedra que no está hecha para ser vista y que nos devana la vida como nación.

Tenemos que asumir nuestra condición y medios para hacernos partícipes de la venezolanidad democrática, social y productiva en un mundo globalizado y pluripolar. Que no sea la democracia y el desarrollo los que terminen por decirnos “Soy yo, déjame entrar” y nosotros respondamos con la ausencia de puertas. El tiempo es ahora, como señala Wislawa en el otro poema mencionado…

Nada ocurre dos veces

y no ocurrirá. Por esta razón

nacimos sin práctica

y moriremos sin rutina(…)

W.S. Nada Sucede Dos Veces

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La Venezuela de los venezolanos por @nancyarellano

«La historia exige una aseveración de verdad surgida del fondo de nuestra íntima experiencia»
Benedetto Croce

La venezolanidad implica una conciencia real de pertenencia a un grupo diverso y fluido. Se entiende como una construcción de más de cinco siglos donde, con profundos cambios sociales a lo interno y externo de nuestra maravillosa nación, hemos erigido una identidad basada en una sola realidad: somos diversos y esa diversidad nos enriquece como un corpus social sólido.

Mucho preocupa hoy día que algunos sectores de la población caigan en la trampa de la «creación» de una subcultura que los defina falsamente como un grupo identitario distinto o -peor aún- que los lleve a auto definirse como mayoría y que aquello justifique falazmente la imposición de formas sociales que contravienen justamente esa cualidad variopinta que nos define. A lo anterior hay que sumar el hecho de que muchos venezolanos, lamentablemente, continúan despreciando a nuestro país y se regocijan al pasearse por tierras foráneas de estar «lejos del caos» que es nuestra patria. Si bien debemos ver aguzando la vista a aquellos que pretenden hacerse protagonistas de la dictadura de la mayoría – como dijera el Sr. Tocqueville- también debemos adversar a los apátridas – o parias- que piensan que criticar al país los hace superiores. Los problemas de nuestra nación son «trapitos que se lavan en casa» y estas adversidades son, en su mayoría, la consecuencia de un actuar diario que nos involucra a todos los ciudadanos del país, no sólo a los grupos en el poder, ni únicamente al resto cuando hay elecciones o se ocupan cargos enunciativos dentro de un consejo comunal o institución de carácter público o mediático.

Las responsabilidades que implica el ser venezolanos pasan por la elección popular, la contraloría social y sigue por la actuación en un carrito por puesto o en la cola de un banco. La civilidad es una noción que tenemos que construir desde niños y que tiene su ejercicio diario y silente en cada actuación de nuestra vida. No se requiere a un tercero que nos perciba o la palestra pública para atestiguar nuestra convicción nacionalista. Si usted quiere un país distinto entonces empiece por decirse como el Mariscal Sucre que «está tranquilo con su conciencia» pero no venga de «aplastar» las libertades del otro o pregone indolente las deficiencias de su entorno, si no se ha tomado la molestia de protagonizar el «pequeño gran cambio» de hacer país. Muérdase la lengua antes de cometer el sacrilegio de desdeñar al país que le ha dado cobijo y futuro, que si usted está donde está se lo debe a Venezuela. Y si siente que Venezuela merece más es porque ella le ha dado justamente ese horizonte amplio para que se responsabilice en alcanzarlo.

Hay que asumir desde el fondo de nuestra íntima experiencia la aseveración de nuestra verdad como venezolanos para construir la historia que queremos sea escrita por las futuras generaciones. Esto no puede ser tarea de un grupo, ni de los actores políticos únicamente; si bien el papel de aquéllos es fundamental en el antagonismo histórico de los diferentes sectores de la política, es en la conjunción de actores políticos y sociales que confluyen los intereses que hacen que la unidad surja de la diversidad y que ésta – principal protagonista de nuestra historia patria- sea la base igualitaria de la necesidad de democracia que, desde principios del siglo XX, se hizo latente y ruidosa en las almas de nuestros conciudadanos tanto como en la labor de nuestros líderes sociales que pelearon férreamente contra los regímenes caudillistas, militaristas y autoritarios.

La Venezuela de los venezolanos es la Venezuela que aspiramos y ésta es responsabilidad de todos los que compartimos la nacionalidad; la partida de nacimiento no es un papel que yace en nuestros archivos, ha de ser la conciencia de pertenencia a un suelo rico en recursos y necesidades de una construcción colectiva que sea el reflejo de nuestra abundancia y diversidad étnica, religiosa y cultural para la meta trazada en nuestra Constitución como proyecto social de liberación continua en y para la democracia.

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