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El regreso de los prófugos #Literatura

Nunca he sido capaz de poner verbo al odio

He sufrido decepciones innombrables.

Injusticia.

He visto cometer crímenes.

Y nunca he puesto verbo al odio,

a mis contrarios he deseado fortuna,

no por bondad, sino por egoísmo.

Que el destino le depare remanso,

—así distraen sus ansias de destrucción—

Pasarán de largo por la montaña

sin reparar en sus flores cercanas

persiguiendo estrellas fugaces.

Captura de pantalla 2015-12-31 a las 7.21.07 p.m.

No saben ver la belleza— y no me importa—

esa queda para los amigos.

He escuchado la voz del odio pronunciar mi nombre

— provoca tristeza ver un alma oscura conjugando verbos en solitario—

 

Hay soledades acompañadas que hablan de fe ante cristos carbonizados en su ira.

Mi tristeza espero pase cuando les resuciten los reales

que deambulan ignorados en una tarde gris.

Entonces no serán códigos

—Templos —

—O palabras—

las que sacien la sed de armonía que sus espíritus claman.

La fe no está escrita, se vive —y la tengo—

Espero que en este 2016 la miseria salga de viaje,

y los amigos celebren el regreso de los prófugos.

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Una isla #Poema

Una isla en medio de un mar inmenso

lleno de vacío, de algas, de oscuridad

una isla se alza como un estrella solitaria en el firmamento

llena de formas, de verde, de sal

Una isla con todo y cascadas

con sombras, con frutos, con mar

Un océano solitario que hace que la isla justifique su propia existencia

Una isla, como un cabello intacto en un campo minado que ha cumplido su labor

Un océano como un recordatorio de que siempre existe Dios

Y la brisa matutina que trae los olores del mar y sus vivencias; del hombre que no habita

            del pájaro que no vuela

de todo lo que existe y lo que no.

Una isla, es un encuentro de posibilidad 

  como tú y como yo: 

                                         dos náufragos de un barco de amores como camisas.

Qué vivan las islas que nos habitan.

Aquí el amor encuentra

No pasa el tiempo porque no existe 

no cuento las horas

ni los minutos

-no importan-
Te veo pasar por mi mente

y rehuyo

de las vueltas de la tierra
Una boca que toca otra boca en el silencio

una mano que roza otra mano en la noche

el sexo húmedo que evoca la nostalgia

en medio de los sueños de una noche en la distancia 

No me importa el tiempo

-tampoco me basta-

para entender que tengo tu aliento lejano 

y que mi noche, esta noche 

no nos guarda.
Una boca que cambia en mil bocas

esa boca que dice y que calla

es tu boca mi amor que siempre toca

mi mudez de palabras tan tocadas
No me importa el tiempo 

pero tampoco me basta

porque te quiero siempre cerca

con tus bocas y mis metrallas
Es tu boca mi amor que siempre toca

como agujas mi corazón y mi alma

es mi boca esta noche que te pronuncia

y dispara palabras en batalla
No digas nada

no digo nada

sólo me siento en este rincón 

a pensarte 

                     sin excusas y sin faltas
No me basta el tiempo

-tampoco me sobra-

sólo no me importa

porque tú -siempre- me hallas.

Cartas para Claudia, Carta 28. El Amor por Jorge Bucay

Un libro que he leído y releído decenas de veces. Y cobra sentido siempre de forma diferente. Literatura, autoayuda o psicología… Como quieran verlo.  Me sigue encantando.

CARTA 28

Claudia:

Creo que cada vez me pedís cosas más difíciles. El amor… ¿qué es el Amor?

Empecemos por lo obvio.

El amor es un sentimiento y como tal está, por supuesto, en relación con el sentir… ¿Sentir qué?   hay absolutos, No sin antes recordarte que no

cuento que lo que más me gusta a mí identificar con amor es el regocijo por la simple existencia de otra persona; o quizás debería decir: de lo amado (persona o no).

Esto significa que amar es independiente de lo que el  amado haga, diga o tenga; que mi amor no depende de que lo amado esté a mi lado o se vaya; que cuando amo no me aferro, no manejo, no presiono. Que amar, finalmente es la aceptación total del otro.

Recuerdo ahora a Carl Rogers:

sólo cuando percibo tu aceptación total, entonces, puedo mostrarte mi Yo más suave, mi yo más delicado, mi yo más amoroso (y sobre todo), sólo entonces puedo mostrarte mi yo más vulnerable».

Todo lo anterior separa dentro de mí el amor de tres cosas, que suelen confundirse con amar:

Estar enamorado

Querer

Necesitar

De necesitar hemos hablado, y te dije que era la imprescindibilidad de algo (como el oxígeno, ¿te acordás?), y yo, personalmente, dudo de que se pueda necesitar a alguien. Sí sé que a veces me autoconvenzo de que «necesito» a alguien, y sin embargo también sé que me miento cuando así lo creo.

Siento que cuando «te necesito» dependo de vos para sobrevivir, te obligo implícitamente a hacerte cargo de mi afecto, desaparezco como persona, e intento transformarte en alimento vital.

Querer, en cambio, sabe que no existe tal necesidad, pero «Querer» viene del latín Quarere y significa: «Tratar de obtener».

«Querer» es el deseo, el apetito. «Querer” es querer para mí.

Si «te quiero» te estoy implicando en una suerte de pertenencia, en un pedido; cuando no es una exigencia de estar, de permanecer, de darme, de valorarme.

«Si te quiero, te recorto las alas y te dejo a mi lado para siempre; si te amo, disfruto viéndote crecer las alas y disfruto viéndote volar».

La primera vez que escuché esto, lo leía un locutor en la radio. Siento todavía la misma envidia que sentí ese día de que alguien pudiera ser tan claro.

Estar enamorado, no tiene nada que ver con todo lo anterior, porque para mí «estar enamorado» no es un sentimiento, sino una pasión.

Quiero ver si lo puedo graficar.

La línea llena corresponde a la pasión: un afecto muy intenso al cual se arriba rápidamente (semanas, horas y quizás minutos) y que también rápidamente desaparece.

La línea punteada es el sentimiento: con su lento e insidioso crecimiento, su duradera meseta y su lento y paulatino decrecimiento (¿Siempre? No lo sé).

De pasión dice el Diccionario de la Real Academia:

  1. Acción de padecer M
  2. Lo contrario a la acción M
  3. Estado pasivo en el sujeto (?)
  4. Perturbación o afecto desordenado del ánimo.

Que la pasión es perturbadora, no tengo -personalmente- ninguna duda.. ¡Atención!: esto no quiere decir desagradable.

De hecho, para mí -todavía por lo menos- enamorarme de personas y objetos es una de las cosas más bellas que me suceden…

Te diría que amo mis pasiones, en especial cuando me doy cuenta de que no las necesito, ni las quiero conmigo en forma permanente. Simplemente, me alegra contactarme cada vez con mi capacidad de enamorarme.

Me encuentro todos los días con aquellos que temen a sus pasiones, que se asustan tanto del desorden implícito que jamás se permiten enamorarse y, mucho menos, odiar apasionadamente.

En la otra punta, conozco a quienes sólo pueden sentir desde sus efímeras pasiones, porque lo que temen es la profundidad del sentimiento. Se vinculan apasionadamente y pocos días o meses después, se quejan de que su relación ya no es la de antes. Y la abandonan desvalorizándola… porque la pasión terminó.

Ultimamente creo que este personaje, «el apasionado», tiende a proliferar en nuestra sociedad. Todo sucede como si, en el mundo en que vivimos, algunos no encontrasen un sentido claro para sus vidas, escapando con el uso de drogas y estupefacientes hacia supuestos placenteros universos…

Pues bien, se puede ser adicto a drogas externas como la marihuana, la cocaína, los ansiolíticos, las aspirinas, los hidratos de carbono (como los obesos), la nicotina o el alcohol. Y también se puede, creo yo, ser adicto a drogas endógenas.

En situaciones de peligro o de gran tensión, el organismo libera una gran cantidad de un poderoso estimulante. Esta sustancia producida en el gigantesco laboratorio del cuerpo en las glándulas suprarrenales, prepara al cuerpo para la acción: es la ADRENALINA.

A diario, veo en mi consultorio verdaderos adictos a la adrenalina. Estos individuos no pueden disfrutar nada que no suceda en medio de una situación límite. Viven su vida en el filo de la navaja; permanentemente producen y mantienen a su alrededor hechos extremos para poder vivenciarlos con intensidad.

No necesito aclararte que, como todas las adicciones, ésta también es peligrosa y aunque no lo creas, puede ser mortal (infarto de miocardio, perforación de úlcera gástrica, asma, colitis ulcerosa, etc.). De paso te confieso que, para mí, esta es la etiología de muchos hipertiroidismos: adicción al efecto de la hormona tiroidea.

Como verás, a veces, el médico que fui me invade. Volvamos.

Si Yo pudiera elegir cómo sentir a las personas a mi alrededor, elegiría enamorarme con toda la intensidad de la que soy capaz.

Elegiría que mientras esa pasión disminuye, debajo de ella creciera el sentimiento.

Elegiría que ni yo ni el otro nos asustáramos de la desaparición de la pasión, y supiésemos enfrentarnos con el cambio de intensidad por profundidad.

Elegiría que ese sentimiento fuera amor y no sólo querer.

Y, finalmente, elegiría que se diera la posibilidad de reenamorarme, de vez en cuando, de esa persona que amo.

Todo pasa

Todo pasa en todo momento

Lo malo

Lo problemático

La tristeza

            También la alegría

             La sonrisa

             Lo agradable -y placentero-

Todo pasa… 

Nosotros 

-Pasamos-

Por el mismo río de Tales

sobre las sirenas

con la edad incierta del camino de lunas

Todo pasa

      -incluida las palabras que pronunció-

Millennials: viajar gratuitamente?

De pequeños, todos leímos los cuentos de los hermanos Andersen y nos zambullimos en un mundo de fantasías y un subidón de emociones… Así que cualquier palabra de uno de los hermanos Andersen es casi sagrada… Porque además la claridad e inmortalidad de sus palabras es genial: H.C. Andersen dijo «viajar es vivir»

Y viajar es una de esas cosas en la vida que tiene «EL» significado.  «viajar es cambiar de ubicación» pero más allá de esta acepción está lo que los sociólogos llaman «viaje onírico» que es básicamente el viaje turístico, ese destinado a cumplir la misma función que el sueño: «crear una realidad paralela al mundo sensible y recrear al organismo despojándolo de todas sus frustraciones»  en un mundo cada vez más consciente: superficial o profundamente (la opción es de quien lleva la piel puesta) el viaje es parte del sistema. De la forma más psicológicamente coherente de auto preservación.

  
Pero la gran pregunta: ¿cómo viajamos los Millennials? ¿Hasta dónde llega nuestra necesidad de viaje?  Somos viajeros por definición y tenemos la necesidad del «viaje» diario.  El «microviaje» es, por excelencia, parte de nuestra rutina; y se trata de ese viaje que entre gadgets hacemos cada 15/30 minutos, transportándonos desde nuestra ubicación actual hasta algún país recóndito, otro idioma, algún chiste o post en Face o hacia alguna realidad de fantasía: Andersen y el camino de caramelos de Candy Crush… 

El microviaje continuo tiene un efecto en nuestro carácter voluble y multifocal. Ello nos hace seres «extraños» para otras generaciones «unifoco» que observan nuestras «breves partidas» como interrupción, mientras que nosotros las vemos como pequeñas dosis de vitalidad y propiedad del cuerpo y la mente: una reclamación de espacio y nuestra forma de activar la creatividad y la acción. 

Puede claramente que haya peligros de «microrealidades» y «macroviajes» en aquellos Millennials que viven más de realidades alternas que de físicas y que ciertamente caen en la dispersión y desenfoque… Pero ello es, como todo en la vida, un extremo.

La sociedad occidental actual permite con las mejoras salariales y el abaratamiento de los costos de transporte, así como los derechos de descanso y recreación, que el hombre actual viaje; además la sociedad del capital permitió hacer de la recreación «un negocio» pero no es menos cierto que los Millennials también hemos tenido nuestro influjo en la concepción y retoma purista del viaje: el factor sorpresa. Así se han creado páginas como couchsurfing.com o airbnb.com. La primera se trata de ofrecer tu sofá a un extraño para que se hospede y la segunda alquilar tu habitación o apartamento por un día o más, todo básicamente en cualquier lugar del mundo. 

Y este viaje es como si un Ulises moderno, dispuesto a la aventura hubiese resucitado para volver a enfrentar las bondades y adversidades de los dioses. Hoy el «backpackers trip style» adquiere un nuevo sentido, empezando porque no es la falta de recursos lo que motiva a los Millennials a tomar estas opciones, sino la idea de conocer gente nueva, relacionarse con locales y vivir una experiencia auténtica. Es el microviaje dentro del viaje. El segundo siempre es «gratuito» (plan de datos como alfombra de Aladino)

Al final hay que vivir ¡y punto! Para que la muerte se asuste y para que el tiempo valga. Nosotros estamos claros.

  
¡Seguiremos viajando! (Ya me voy a mi realidad) nos vemos…

@nancyarellano 

Millennials: modelo de negocio 3.0 

En la práctica he venido configurando un modelo de negocio al «millennial style» y los últimos meses he querido ir organizando ideas sobre el tema porque creo que, más allá de lo que estamos haciendo dentro de la compañía -o lo que es mi labor- estamos incursionando en una nueva/clásica visión que comulga la tradición más pura de «negocio»con un sentido «sociable» – a lo siglo XXI «way to make things»- y hay una reflexión que creo vale la pena compartir.

  
Hace algún tiempo que no escribo de temas de este tipo, pero estas últimas semanas me he percatado de que adeudo a mi blog algo de lo que hago en la actualidad, más allá de la pasión que me supone la literatura, la política y la economía, como temas puros, «entre comillas». Y más aún cuando tengo meses – dos años en realidad-involucrada intensamente en el propósito de contribuir a construir una empresa diferente.

En este momento estaba dispuesta a leer mi «libro diurno» y repare en pensar, luego de la rutina de revisión de redes sociales, en que mi wordpress estaba fuera de tiempo. Vayamos al grano: estamos construyendo lo que es, a nuestro modo de ver las cosas, una Millennial Brand y un Millennial Business. 

No se trata de qué quieren o compran los llamados Millennials, de la tan ansiada meta de lograr atacar el nicho de mercado; sino de cómo ven, cómo hacen y para qué hacen los Millennials productos y ofrecen servicios.  Nuestros hábitos son distintos a los de la genX y Baby Boomers, todos saben eso. Y todos saben que somos más dados a la tecnología, adictos a los teléfonos y selfies, gregarios, sensibles, humanos y menos enfocados en la cantidad de dinero y más en el «lifestyle»… Y los costos de oportunidad. Pero la pregunta es ¿y cómo impacta eso al sistema o como irá modificándolo? El dinero es una herramienta y no un fin, eso es algo que los Millennials tenemos claro. El fin es: ¡calidad de vida señoras y señores!

Si se me permite realizar una predicción creo que el impacto de los negocios 3.0 es fulminante para el sistema tradicional de empresa, la estructura de costos será suplantada por la estructura de valor (costo, huella ecohumana y reputación socioecológica).  Los Millennials como consumidores son una cosa y como empresarios… la misma cosa.  Es decir ofrecemos, sin mucha estrategia externa, lo que los Millennials quieren, porque somos parte interesada.

Aquí quisiera reparar:

La estructura de valor defiende el carácter ético del negocio, tiene un núcleo duro e irrenunciable producto de la rapidez con la que compartimos información y las consecuencias de un siglo XX que tamizó las tendencias corporatistas. Ya no se trata de dónde la mano de obra es más barata sino dónde hay mejor calidad (profesionalización de la gente), y donde esa calidad permite que esa mano de obra calificada obtenga un pago suficiente para cubrir sus necesidades y para innovar. Porque somos hijos de la movilidad social y la promesa del «american dream». Por ello los Millennials Businness no pactan con proveedores que subpagan a su mano de obra, que no invierten en tecnología y en I&D.  Esto es porque ahí se perdería claramente el sentido de «valor global» y el dinamismo con el que los Millennial Businness queremos hacer negocios y hacer evolucionar nuestros productos. Además de que se condenaría claramente la propia visión de «todo es posible» (a lo Forrest Gump). 

El costo es la traducción de: costos fijos y variables (entendiendo que capital humano y calidad de insumos sumarán el porcentaje más alto). Nuestras estructuras de costos están asociadas a hacer valer lo que el consumidos gastara de su propio trabajo.

Huella Ecohumana: la definimos como el impacto que al día de hoy tienen nuestras acciones en el medio ambiente, causando un estrago para las generaciones futuras. Se trata de concebir que la no sustentabilidad de los insumos y capital humano hacen inviable el largo plazo. El uso, por ejemplo,de tóxicos en los procesos de lavandería textil tiene un impacto directo en el ambiente así como en el personal que labora en estas tintorerías. Por ello el enfoque de la moda, en los Millennials, propende a mayor conciencia sobre la elaboración de productos y sus tendencias de consumo buscarán, cada vez más, ser coherentes con sus valores. El reto ecológico es a mediano y largo plazo, el humano es un imperativo inmediato.

Reputación SocioEcológica Transparente: el riesgo reputacional hoy día es aún más mediato. Las prácticas de las empresas deben ser coherentes con sus valores y su estructura de valor coherente con sus declaraciones éticas.  Más allá de las prácticas continuas la visibilización de éstas es clave. Se trata del impacto ecológico y social de la empresa y la coherencia, nuevamente, de las políticas empresariales sociales con su capital humano y con su entorno. Pero además de la rendición de cuentas sobre estas políticas. Ya no basta con hacer algo, con que sepan que hay RSE (Responsabilidad Social Empresarial) sino que se sepa cuál es el impacto de la RSE en su objetivo directo, entorno inmediato y comunidad. Hay que rendir cuentas de la RSE.  La reputación transparente tiene que ver con la visibilidad del programa en el mundo físico y en el 3.0, la apertura comunicacional de la empresa (bidireccional y en tiempo real) y la rendición de resultados e impacto. El «analytics» De la RSE.

Termino este post con una frase que, en mi opinión resume la postura del Millennial «la acción más egoísta es dar» porque si queremos un mejor mundo para nosotros, sólo nosotros podemos procurarlo.

@nancyarellano

 La Balada del Café Triste (fragmento) #Literatura

» Ante todo, el amor es una experiencia compartida por dos personas, pero esto no quiere decir que la experiencia sea la misma para las dos personas interesadas. Hay el amante y el amado, pero estos dos proceden de regiones distintas. Muchas veces la persona amada es sólo un estímulo para todo el amor dormido que se ha ido acumulando desde hace tiempo en el corazón del amante. Y de un modo u otro todo amante lo sabe. Siente en su alma que su amor es algo solitario. Conoce una nueva y extraña soledad, y este conocimiento le hace sufrir. Así que el amante apenas puede hacer una cosa: cobijar su amor en su corazón lo mejor posible; debe crearse un mundo interior completamente nuevo, un mundo intenso y extraño, completo en sí mismo. Y hay que añadir que este amante no tiene que ser necesariamente un joven que esté ahorrando para comprar un anillo de boda: este amante puede ser hombre, mujer, niño; en efecto, cualquier criatura humana sobre esta tierra. Pues bien, el amado también puede pertenecer a cualquier categoría. La persona más estrafalaria puede ser un estímulo para el amor. Un hombre puede ser un bisabuelo chocho y seguir amando a una muchacha desconocida que vio una tarde en las calles de Cheehaw dos décadas atrás. Un predicador puede amar a una mujer de la vida. El amado puede ser traicionero, astuto o tener malas costumbres. Sí, y el amante puede verlo tan claramente como los demás, pero sin que ello afecte en absoluto la evolución de su amor. La persona más mediocre puede ser objeto de un amor turbulento, extravagante y hermoso como los lirios venenosos de la ciénaga. Un buen hombre puede ser el estímulo para un amor violento y degradado, y un loco tartamudo puede despertar en el alma de alguien un cariño tierno y sencillo. Por lo tanto, el valor y la calidad del amor están determinados únicamente por el propio amante. Por este motivo, la mayoría de nosotros preferimos amar que ser amados. Casi todo el mundo quiere ser el amante. Y la verdad a secas es que de un modo profundamente secreto, la condición de ser amado es, para muchos, intolerable. El amado teme y odia al amante, y con toda la razón. Pues el amante está tratando continuamente de desnudar al amado. El amante implora cualquier posible relación con el amado, incluso si esta experiencia sólo puede causarle dolor.
(…)
La bebida de la señorita Amelia tiene una cualidad especial. Se nota limpia y fuerte en la lengua, pero una vez dentro de uno irradia un calor agradable durante mucho tiempo. Y eso no es todo. Como es sabido, si se escribe un mensaje con jugo de limón en una hoja de papel, no quedan señas de él. Pero si se pone el papel un momento delante del fuego, las letras se vuelven marrones y se puede leer lo que contiene. Imaginen que el whisky es el fuego y que el mensaje es lo más recóndito del alma de un hombre: sólo así se comprende lo que vale la bebida de la señorita Amelia. Cosas que han pasado inadvertidas, pensamientos ocultos en la profunda oscuridad de la mente, de pronto son reconocidos y comprendidos. Un obrero textil que no piensa más que en telar, en la fresquera, en la cama y vuelta al telar; este obrero bebe unas copas el domingo y se tropieza con un lirio de la ciénaga. Y toma esta flor y la pone en la palma de su mano, examina el delicado cáliz de oro y de pronto le invade una dulzura tan intensa como un dolor. Y ese obrero levanta de pronto la mirada y ve por primera vez el frío y misterioso resplandor del cielo de una noche de enero, y un profundo terror ante su propia pequeñez le oprime el corazón. Cosas como éstas son las que ocurren cuando uno ha tomado la bebida de la señorita Amelia. Uno podrá sufrir o podrá consumirse de alegría, pero la experiencia le habrá mostrado la verdad; habrá calentado su alma y habrá visto el mensaje que se ocultaba en ella.
(…)
La verdadera historia de amor es la que tiene lugar en el corazón de los amantes, y ésta nadie sino ellos pueden llegar a conocerla. El amor en todo caso es una experiencia en la que siempre conviven lo cómico y lo sublime.
«

La Balada del Café Triste (Carson McCullers)