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Sea serio, de una buena vez por @nancyarellano

Recientemente reparé en el estudio de las crisis económicas latinoamericanas: Chile 1982, México 1994, Argentina 2001. Me encontré con la misma razón en todas: un Estado irresponsable que quiso ser el todo omniabarcante y decidieron destruir a sus países.
Hoy Chile ostenta una economía nada despreciable, México también y Argentina… bueno, Argentina parece no haber aprendido aún la lección de los ochenta y menos la de los noventa. Así que tendremos que ver en qué para su historia económico-política.
El tema que nos ocupa es Venezuela. Veo con profunda preocupación que muchos de los causales de las crisis de aquellos países están presente en nuestro país: alto gasto público sin control del destino de los fondos, control cambiario que mantiene una moneda sobrevaluada, baja diversificación de las exportaciones, burocracia acrecentada, baja producción del aparato industrial, alta dependencia de las importaciones, poco estímulo a la Inversión Extranjera Directa (IED), alto endeudamiento del Estado y poca claridad en la planificación de las finanzas estatales etc etc etc. Los casos de corrupción de denunciados proliferan en páginas pro-gobierno y pro-oposición; la afrenta estéril entre grupos (porque ya ni siquiera son partidos) está cada vez pareciendo más tonta dado que, al menos los problemas en materia económica, no distinguen entre colores de camisas o plegarias por la salud del presidente electo.
El asunto ya no es quién tiene, quiere, desea, sueña o vislumbra el poder. El tema ahora subyace, al menos para esta humilde venezolana, en cómo logramos ordenar nuestra vida nacional para que el fantasma que recorre Latinoamérica – que no es el socialismo del S. XXI- sino la crisis económica, no nos agarre y nos lance de una contracción a una depresión.
Para ello lo primero que deberíamos terminar de comprender, y en esto espero algo de sensatez en los personeros de gobierno y en las bancadas de oposición, es que no es posible, y China es la muestra más clara y defectuosa, olvidarse de las tendencias del comercio internacional y de los mercados internacionales, si queremos que nuestra economía ostente el blindaje suficiente que nos proteja de la bendita «mano invisible» y los ciclos económicos, que tanto han dicho que es la perversión capitalista.
El Estado puede querer ser todo lo socialista que quiera ser, puede querer dar todas las misiones que quiera dar, pero ambas intenciones requieren de dinero, sí, capital,para poder cumplir sus intenciones. Más aún, requiere capital y trabajo. Y con capital y trabajo, viene también que se requiere un mercado, donde haya gente que pague por ese «trabajo» (sean productos terminados, materias etc) entonces se necesita algo más que bellas intenciones y pensar que el Estado tiene una chequera ilimitada. Porque los precios del petróleo cambian y «solo de petróleo no vive el hombre»; ningún hombre.
Mentir en el presupuesto de la nación no trajo más que decepciones; calcularon la moneda a 4,30 para luego mostrarse improvisados y devaluar; calculan el precio del crudo muy por debajo para luego tener recursos adicionales; pero luego plantean un gasto público también por debajo para mostrar… Que no tenemos idea del gasto real.
La inflación actual es una cifra indeterminada. El gobierno es responsable del 40% de las importaciones actuales. Controla buena parte de la industria nacional, de la banca nacional, y hasta controla cafeterías y fábricas de helado. ¿Y qué es lo que trae a casa las divisas que hagan nuestra moneda competitiva? El petróleo. Entonces tampoco el Bolivar fuerte logra ser fuerte. ¿Entonces cuál es la seriedad que distingue a esta administración?
Países como Chile y México lograron enfrentar sus crisis con cambios estructurales; no se trató del FMI o el Banco Mundial, se trató de diversificar sus exportaciones en cuanto a productos y, en el caso chileno, en cuanto a destinos. Aún les quedan muchos retos por afrontar a ambos países, el primero resolver un problema de liquidez de su mercado financiero y al segundo lograr diversificar el destino de sus exportaciones para que no les alcance, como en 2008, la crisis financiera norteamericana de forma tan sentida.
Pero Venezuela, que es el país del cual debemos preocuparnos con la urgencia que impone el ser venezolanos, tiene poco espacio de maniobra si no reparamos en el daño que la política de nombres, terquedad y soberbia, hace a nuestra capacidad productiva y posibilidades de desarrollo. En dos palabras, la consecución de estabilidad y sostenibilidad económica y, en tanto, de progreso social. No hay fórmula discursiva que contenga la devaluación monetaria, no hay eslogan que nos haga productivos, no hay grito de guerra que nos haga competitivos, no hay «tiempos de Dios» que corrijan el déficit fiscal o la corrupción.
Son necesarias fórmulas de corrección estructural, planificación sistemática y claridad política; todo producto de un la pacto inter-sectorial y socio-politico.
No se trata de gorras, boinas, o misterios médicos. Entiendo que haya pasiones políticas, pero con eso no lograremos hacer de la segunda década del siglo XXI una etapa de corrección para el desarrollo del país. Agota la teatralidad política y perdernos entre la discrecionalidad gobiernera y los lugares comunes en la Asamblea. Sea serio, de una buena vez Sr. Político. (Señor, señora, señorito, señorita…) pero séanlo, seguimos a la espera.

……..

Aclaratoria: El estado omniabarcante puede serlo hasta negativamente, por omisión… (Es como la libertad negativa y positiva de Isaias Berlin) porque se trata de que el estado se abstiene de la obligación que estaba pactada en el modelo de Estado planteado constitucionalmente ( la reforma de los 70 es un tema militar supraconstitucional y la reforma formal es de 1994 para argentina).

En todos esos casos se da un cambio abrupto e inconsulto de modelo productivo. No creen que el Estado se arrogó la soberanía? Pinochet con su chicago boys o los «democratas» argentinos? Y hasta en ese caso el no participar en determinados asuntos es una decisión por tanto una acción, de inacción que también tiene reflejo en la vida social…. Así es el caso de la des regulación bancaria por ejemplo… O darle el poder a las recetas de Washington…
En Venezuela cuando Gómez (más allá de si era o no la única posibilidad y de que éste era un dictador) entrega a las petroleras la posibilidad de hacer su propia ley; no estaba Gómez agarrándose la soberanía para si? Su inacción al respecto y ceder esa competencia no era un poder supremo que le era otorgado por ser omniabarcante hasta para ceder el lugar?
Así entiendo de dos modos la capacidad del Estado cuando actúa -el gobierno- como soberano absoluto: en positivo al participar en todo o en negativo al decidir quién participa en qué y «delega» responsabilidad.

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Algunos apuntes sobre Arte

Los precios de las obras de arte van marcados por dos razones generales: la autoprecepción de un artista y el mercado.

La primera razón es inescrupulosa e indeterminada; la segunda es la razón que motiva todo el funcionamiento económico y, por tanto, es la única razón válida.

Pretender «poner precio» a una obra desde la valoración subjetiva del sujeto que la realiza (el artista) simplemente es tan utópico como pensar que, por desearlo, la hora profesional de un abogado o contador pudiese triplicar el precio medio del gremio. Tiene que haber una distinción y ésta deviene del propio juego de la oferta y la demanda. De ese «algo» que hace tan deseable ese objeto por muchos sujetos que se «pelean en silencio» por obtenerlo; al punto de estar dispuestos a pagar más por hacerlo suyo.

Cuando hablamos de Economía del Arte hablamos de cómo podemos aplicar la terminología asociada al funcionamiento económico al mundo del arte; y no es capricho, simplemente responde a los mismo paradigmas; porque el arte, como cualquier bien, está sujeto a las leyes del mercado. ¿O acaso no proviene del salario devengado por los sujetos el dinero disponible para adquirir una pieza? ¿acaso no hay un «costo de oportunidad» asociado al uso del dinero del presupuesto familiar en la adquisición de una obra?

Ciertamente hay formas de afectar el precio. O mejor dicho, formas de lograr afectar la demanda de esas piezas, de tal manera que superen la oferta y, por tanto, aumente el precio. Pero es impensable que, frente a una competencia abrumadora de artistas locales e internacionales, podamos «poner precio» a una pieza desde la autovaloración. Sería ser juez y parte en el asunto y la consecuencia probable es una sola: el mercado indispuesto a pagar ese precio dejará una sobreoferta lo que indiscutiblemente hará los precios caer más; o la otra opción, es que al estar subvalorado el artista no se de a basto para cubrir su demanda, por lo cual podrá subir los precios (éste es el escenario ideal).

Otro punto importante que hay que tomar en cuenta es que el hecho de que haya un individuo que sea capaz de pagar un precio, no significa que el mercado sea capaz de pagarlo, y esto responde desde un precio de subasta o un golpe de suerte de un art dealer. No toda obra de Picasso vale los 82 millones de euros que «Desnudo, hojas y busto» logró en 2010; porque, como digo antes, que una persona esté dispuesta a pagar un elevadísimo precio no significa que toda la obra del artista esté valorada de tal forma. El rango lo marca la media de compra y eso es algo importante a considerar a la hora de realizar una inversión en arte.

No deje nunca de preguntar el histórico de precios, considere formatos y lugar de venta; además de la documentación que acredita a tal pieza la autoría y legítima adquisición. Y recuerde: la información correcta es la clave.

Prosperidad y Realismo Económico (Comentarios Latinoamericanos para una Economía Socializada)

Creí el fuego de mi vida apagado
y removí la ceniza…
Me quemé la mano

Antonio Machado.

Nada acaba hasta que lo olvidamos.
Problemas: siempre.
Conformismo: nunca.
Mientras pensemos en el mundo
hay esperanza
El día que no señalemos qué está mal
o estamos en dictadura
o estamos muertos: es lo mismo ¿no?

Nancy Arellano

Hace unos días publiqué un video de TED sobre una charla de Tin Jackson, creo trae a colación muchos temas.

«Prosperidad con esperanza» Jackson cuestiona el modelo económico actual haciendo ver que nos consumimos en un modelo materialista y que los espacios que nos permiten remitirnos a lo humano se ven desplazados, finalmente, por un modelo que nos ahoga en su rapidez, innovación y atrofia social; en el sentido de superponer el individualismo al colectivismo.

«Hemos cambiado nuestra prosperidad socavándola por lo económico» Lo económico, reconoce Jackson, es esencial; no podemos hablar de prosperidad sin poder cubrir las necesidades básicas. Pero ¿Hasta qué punto el mundo actual -en términos de consumo- está garantizando el futuro?

«Incremento de las emisiones de carbono, lo único que la ha detenido es la recesión.» Jackson hace énfasis en el impacto ambiental. De aquí que «la recesión no es esperanzadora» a nivel económico lo sea a nivel ambiental. Básicamente porque ha disminuido la producción y con ello la polución del ambiente. No obstante se comprende que el camino no es la constricción económica, sino hallar un lugar, en medio del camino hacia la satisfacción de las necesidades básicas y creadas para garantizar el futuro.

Dilema del crecimiento: destrozando el planeta. El crecimiento económico no puede hacerse cueste lo que cueste. Aquí yo apuntaría que más allá de “Revisar las cifras”, se hace necesario revisar los medios. La «mano de obra barata» o la trasnacionalización de las empresas tienden a vertirse sobre un corpus de prácticas que, en aras de la reducción de costos, literalmente sostienen la pobreza en muchos lugares. Muchos alegarán la tendencia mundial, la estandarización de los beneficios laborales e incluso las mejores prácticas en términos de eficiencia; otros hasta podrían hablar de una movilidad social sin precedentes. Pero ¿Es acaso suficiente? ¿Es cónsono con la era de la información? En estos días leía SuperFreackonomics; y ciertamente este es el mejor momento en el que pudimos vivir, el impacto sobre la pobreza no tiene precedentes. La igualdad estandarizada, y hasta el impacto ambiental es discutible. ¿Pero es cónsono con toda la información y logros en materia de Derechos Humanos?

¿Qué tanta tecnología necesitamos para crecer? pregunta Jackson. Yo creo que toda la posible. Yo creo que el límite para la creación es un absurdo. Siempre necesitaremos crear, eso también es cónsono con lo humano. Crear es lo que el hombre ha hecho desde que tenemos registros. Lo que creo que es necesario poner sobre el tapete es ¿Cuáles son los problemas que motivan nuestra creación? En este sentido es que es interesante (a propósito de Super Freackonomics) el papel de las empresas como IV (Intellectual Ventures) que buscan crear soluciones a los problemas más apremiantes (desde los huracanes hasta el «calentamiento global») Lo que ellos llaman «soluciones baratas y simples». En este sentido es que apoyo completamente lo que Jackson comenta «una clase política que se sensibilice ante las necesidades» Pero el cambio de paradigmas para una innovación al servicio de todos no es tarea de todos. Y sé que quizá esto suene radical, pero es así desde que la democracia existe (y siempre, siempre ha de ser representativa). Lo importante sería repensarnos (al estilo de los japoneses) cómo por ejemplo la tecnología militar puede estar al servicio de estas soluciones (o sus presupuestos, en términos monetarios…) ¿O ud. se molestaría si el presupuesto militar de la nación va a destinarse para la «descontaminación ambiental»?

Jackson habla de que producimos «770 gramos de carbono en la actualidad» y la meta es 130grs. no soy especialista en el tema. Pero, más allá de si los niveles de carbono son o no el problema (insisto en que recientemente leí Super Freacknonomics y en éste hay un planteamiento «divergente» a lo planteado por Jackson o por Al Gore) lo que sí es un punto en el tapete es cómo hacer que las generaciones venideras puedan contar con los recursos para «prosperar».

Luego nos habla del «Flujo circular de la economía: papel de la inversión» y aquí es interesante el asunto. Jackson nos habla de que se «Estimula el crecimiento del consumo» y claro que se estimula! Medios de comunicación, afán de saber… ¡Hoy día contamos con la mayor democratización del conocimiento que haya existido! Y eso es…. ¡Magnífico! ¿Cómo podemos juzgar al ser humano por desear cosas? Evidentemente Jackson sabe de lo que habla y no se trata de frenar el materialismo. Se trata de ampliar el deseo y abrirlo hacia las cosas que van más allá de lo meramente material. Una frase espectacular: “Nos persuaden de gastar dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos, para crear impresiones efímeras en personas que no nos importan” Y sí, es cierto. Pero ¿quién tiene derecho a decir qué o qué no necesitamos? ¿Qué es la felicidad? La Novedad definida como «destrucción creativa» es una insensatez (pido disculpas al Sr jackson) pero es cierto. Hay un pasaje especialmente llamativo en el libro de Super Freackonomics en donde se habla de la cantidad de caballos que existían en New York a principios de siglo, y que el estiércol producido por éstos era tal, que se volvía una calamidad! O por ejemplo, el metano que producen las vacas con sus heces y gases (que es más contaminante que los automóviles)…. Hay muchas variables a considerar. La «destrucción creativa» no está ni en el consumo, ni en las empresas. A mi parecer empieza por la educación, y la falta de interdisciplinariedad de ésta. A propósito de ello, en otro libro recientemente tropezado «El Elemento» (de otro británico: Ken Robinson) se habla de la falta de creatividad que la educación garantiza; porque hay una «jerarquía de conocimientos» donde lo matemático y científico se superpone al humanismo. Las cosas no pueden cambiarse desde las empresas o los políticos, debe cambiarse desde las escuelas y las familias. Lo cuantitativo es lo que nos carcome… lo cualitativo es la carencia.

Jackson prosigue «Los seres humanos tienen inclinación por lo nuevo. Las cosas materiales funcionan como lenguaje. Códigos de éxito: status». Sí, claro que es así. La novedad siempre ha sido una ley, desde la religión que se ha ido reinventado con el paso de los años hasta la idea de Estado Nación. Siempre las estructuras han sido mutables y hay una razón simple e ineludible: la cultura es dinámica, la psique lo es. Y desde Stonehenge hasta el último modelo de la MacBook Pro son muestras de nuestra civilización. Y todo lo material, empezando por nuestro cuerpo es lenguaje (otro de esos textos que han estado «innovandome» es el Arte de la Fascinación de Sally Hogshead) donde se habla de cómo la risa funciona en los seres humanos, cómo transmite así sea por el teléfono, cambiando nuestro tono de voz y produciendo un efecto al otro lado de la línea. La fascinación pasa por todos los códigos de éxito, por la forma de caminar, de hablar, vestir, mirar. Y cada cosa, el color, textura, y forma de nuestra blusa habla de nosotros. Y pensar que el hecho de que lo material juegue un papel es nuestras vidas es asumir que somos seres seducidos por lo estético. La renuncia a lo estético, al arte de contemplar lo bello, definirlo y redefinirlo, sería renunciar al arte, a la ciencia y a la humanidad misma. ¿O acaso no es igual de «humano» (en esencia) un ingeniero informático que crea un sistema que brinda una solución a un problema práctico que un artista que descubre la perspectiva con el «esfumato»? Lo que quiero decir es que lo importante es una medida arbitraria, y ene este modelo económico-político-social tenemos la posibilidad de ser un gran número de arbitros. ¿Que hay quienes concentran el poder? Sí. ¿Pero cuál es la razón de ese poder? Para mi, lo que Hesíodo, sí el poeta heleno posterior a Homero, llamaba «Eris buena» es decir: la competitividad sana. ¿Quién era Steve Jobs, Warren Buffett, Bill Gates, o Thomas J. Watson antes de Apple, Berkshire Hathaway, Microsoft, o la primera de todas, IBM? Simples mortales con ua visión y un mundo donde no hay límites. Si tomáramos nombres de la antiguedad «famosos» veríamos que, desde Platón hasta el mismo Marx están apoyados en razones más allá de su ingenio! El primero por descendiente de los aristócratas y el último por ser financiado por Engels (quien era dueño de un «medio de producción» -entiéndase fábrica-de telas en Manchester -donde había proletarios por cierto y no eran socios-)

Peor volviendo al tema: Jackson señala que en la «Aspiración de poder consumir lo que queramos. Hemos expandido deuda y crédito». Sí, claro! El modelo económico actual plantea tener algo que incluso se llama «ganancias pasivas» es decir, invirtiendo en acciones de la bolsa o teniendo patentes de productos creados podemos ganar dinero «SIN TRABAJAR» (in situ, al momento) imagine la contrariedad que esto causa… supongamos además que una empresa desea «invertir» en investigación y desarrollo. Tiene una excelente idea, pero no posee capital. ¿No debería recurrir al crédito y deuda? Ahora pensemos en una persona que está trabajando, que se esmera en su trabajo y que obtendrá en diciembre sus utilidades. (ella invierte durante el año un tiempo preciado y obtiene parte de la paga total; hay un diferencial en lo que cobrará después) ¿No puede usar sus tarjetas de crédito para comprar hoy e ir pagando?

Usted dirá que mi argumento es simplista. Y sí, lo es. Pero la razón es la siguiente: el problema real está en cómo educamos a nuestra gente para manejar esa oferta de crédito, de deuda que hay en el mercado. El problema real es por qué incentivamos a la gente a querer cosas y no a querer poder tener esas cosas. Es un problema de enfoque que es no de las macroeconomía ni de la microeconomía sino de las finanzas personales, la psicología del consumo y de la autosuperación personal. Finalmente del acto no altruista sino «realista» de cómo percibimos la importancia de la labor del otro.

La «Deuda Privada aumenta y el ahorro cae (caso británico)» Cuando Jackson hace esta aseveración ciertamente se refiere a un problema clásico. Ahorro = Inversión. Si el ahorro cae los bancos tienen menos posibilidad de prestar a tasas competitivas dinero a las empresas para inversión (nuevamente en términos simplistas)pero hasta qué punto el ahorro es saludable. «¿Qué quiere hacer la gente en la crisis?» pregunta Jackson.»Pensar en el futuro. La gente quiere entonces ahorrar, pero ahorrar no se plantea como la solución. El ahorro desacelera la economía.» Responde él mismo. Y sí, es cierto parcialmente. Hay un grado de ahorro vital para cada núcleo familiar, para cada individuo. Pero hay un ahorro inútil para el individuo en tanto que no favorece a éste en términos de apalear la inflación internacional (ni hablemos de algunos casos latinoamericanos) ¿Y cuál podría ser la solución? Un camino medio, que equipare la inversión al ahorro directamente. Donde podamos involucrar a ese individuo en la gama de la «creatividad creativa» para invertir en esas empresas que crean; y obtener beneficios de ello. Democratiza la inversión minoritaria realmente. ¿Y dónde quedarían los bancos? Ese sí es un tema que involucra el «timing» en un mundo donde pasan miles y millones de transacciones por minuto. Creo que aún contando con menor ahorro personal y más capital empresarial podrían obtener jugosas ganancias que sus accionistas pueden invertir en otras empresas. Esto es lo que yo llamaría la «ECONOMÍA DE SOCIALIZADA» Una economía de redes. Es decir donde todos participen en diversas proporciones de los agentes económicos.

¿No le gustaría un mundo de más soluciones? Es muy fácil hablar de los problemas… difícil es pensar directamente en las soluciones posibles a partir de lo que ya tenemos.

No hay que cambiar al mundo: hay que entenderlo.

Ésa, al menos, es mi humilde opinión.

¿Por qué el arte? (respuesta a dos hemisferios)

Una de las razones por las que he ido incursionando en el mundo del arte es porque siento que es una de las pocas cosas que pueden conservar un halo de pureza. Creo que si tuviera que relatar mi relación con el arte tendría que comenzar por un día en el que me sentí asustada por un libro.

Tenía unos 8 años aproximadamente, estaba en la biblioteca de mi casa y vi un libro grande, delgado, que se mezclaba con los miles de papeles y guías de mi hermana que estudiaba Derecho. Agarré el libro y me pareció espantosa, visceralmente espantosa, aquella portada: era el cuadro Autorretrato con Mono de Frida Kahlo de 1938. Aquella mujer, Frida, me pareció tan antiestética que no pude resistirme a abrir las página y sumergirme en su fealdad. Ya lo decía antes, citando a Rilke, «todo ángel es terrible»; y creo que Frida, en la terribilidad, me sedujo al arte. Tanto así que, casi diez años después, hice mi «tesis» (trabajo de grado) de bachillerato sobre Frida Kahlo.

Luego, en mi inhabilidad de pintar, y mi facilidad para escribir (creo) me decanté por estudiar letras. Aún fiel enamorada de las artes… aún seducida por su poder hipnótico. Dejé letras luego de dos años, honestamente, porque sentía que no había arte en aquello; no sentía la pasión correr por los pasillos de aquella escuela que sentí algo acartonada. Leía mucho, sí. Pero escribir, escribir con el alma en vilo frente a la hoja de papel no. Nada de eso. Claro que hubo profesores maravillosos; pero me faltaba algo. No supe qué era. Sólo salí de allí con la esperanza de cambiarme de universidad a una donde las letras no sólo se estudiaran sino que se respiraran. El cambio tardaría más de dos años; así que en medio de mi «angustia contemporánea» me hablaron de una carrera novísima: Estudios Liberales.

Empecé a estudiar Estudios Liberales, estudié política, economía, filosofía, historia… política internacional… leí otra vez mucho; estudié casi todas las ramas humanistas. Tomé electivas de mitología, de literartura de vanguardia, de sociología, de fotografía… Me fascinó la libertad de la nueva casa de estudios… Supe entonces que no se trataba de la universidad, que se trataba de entregarme yo misma al arte. Irónicamente, un semestre inscribí Historia del Arte (volvía a los brazos del amado) pero fue terrible. No en la terribilidad de Rilke, sino en la pesadez de aquéllos que hacen del arte un tedio. Terminé retirando la materia y disfrutando más ver los libros de la Ed. Taschen que aquellas clases magistrales insensibles. Luego vi un curso de Literatura y Arte de Vanguardia que me hizo volver a sentir la emoción de la búsqueda: Duchamp, Tzara, Marinetti, Dalí, Bretón (no los pongo en orden sino como fluyen) y la memoria de la piel (a lo Kavafis) me recordó por qué amaba tanto al arte.

Al final, volvía a las letras con un Diplomado de escritura creativa, y volvía a las artes leyendo a Wilde, Sontag, Van Gogh, Gombrich, Hauser… leyendo sobre arte, leyendo artistas, leyendo sobre estética, porque aún leyendo a Hegel, a Hume, a Nietzsche o a Russell, vuelve a aparecerse el fantasma del arte como una sombra.

Luego, en el posgrado, hablando de finanzas internacionales, sigo apasionandome por el arte; veo el Indice Mei Moses, o Artactic o ArtPrice, veo las sumas de Sotherbys o Christie’s; reviso las inversiones en este magnífico mercado, tendencias, cifras, crecimiento, impacto, índice de confianza, y en ello soy capaz de ver a la humanidad apostando a la «poiesis», divagando sobre «el ser», asintiendo ante la más dura crítica del consumismo o diciendo que «el talento» de Degas es sublime. Veo a la gente «comprando» masivamente críticas al consumismo… veo las ironías de la sociedad envilecerse y reirse. Veo el miedo, el éxito, el fracaso, la decadencia y la cobardía, veo a la conciencia pasearse entre los pasillos del arte ¿O por qué en las guerras guardan las grandes piezas en búnkers? Veo en el arte la respuesta de las élites (y las masas) a la cultura, veo (con ojo antropológico)a la humanidad a través del arte. La belleza y la fealdad (si pueden lean a Eco con su Ha de la Belleza y la de la fealdad), la armonía y el caos, la visión de lo bueno y lo malo; las dicotomías del mundo están en el arte. Basta ver el arte barroco para comprender el miedo de la Iglesia Católica frente al desarrollo de las ciencias. O basta ver el Pop Art para comprender cuál fue el papel del capitalismo en el siglo XX.

A la pregunta de por qué el arte, intento responder cada día… ¿por qué dedicar mi vida al arte?

El arte es pasión, primero que nada, y es búsqueda. La búsqueda apasionada de un sentido. Este sentido, es, para todos, una forma esencial de la existencia. En esta línea de pensamiento, queda sólo decir que el arte es un medio común y es un objeto extendido de consumo. ¿creo que el arte carece de valor? No, creo que tiene un valor inestimable. ¿Creo que hay un precio? Si, no porque el arte tenga precio, sino porque vivir en este mundo lo tiene, y como los artistas son seres que viven en este mundo, pues creo que el arte ha tenido que tener precio; además el deseo extendido sobre las piezas (la demanda) ha terminado por poner precio a las pequeñas grandes muestras de sentido que son las piezas de arte (oferta).

Dedico entonces mi vida al arte en dos sentidos: quiero vivir el arte, apasionadamente y en mi propia búsqueda de sentido; y creo en vivir del arte, porque es la objetivación de nuestras pasiones y sentido de trascendencia; por tanto el mejor «producto» con el que contribuir al PIB y una de las mejores formas de inversión.

Mi misión, como la veo hoy día, es lograr hacer arte y que miles de artistas puedan vivir del arte, hacer del arte una profesión redituable, una inversión que ofrezca ganancias y en todo, como todo en la vida, que sea una pasión vívida.

Hoy, asumo que soy una de las fieles amantes del arte.

Para mí, el arte excita a los dos hemisferios…

¿Por qué el arte? (respuesta a dos hemisferios)

Una de las razones por las que he ido incursionando en el mundo del arte es porque siento que es una de las pocas cosas que pueden conservar un halo de pureza. Creo que si tuviera que relatar mi relación con el arte tendría que comenzar por un día en el que me sentí asustada por un libro.

Tenía unos 8 años aproximadamente, estaba en la biblioteca de mi casa y vi un libro grande, delgado, que se mezclaba con los miles de papeles y guías de mi hermana que estudiaba Derecho. Agarré el libro y me pareció espantosa, visceralmente espantosa, aquella portada: era el cuadro Autorretrato con Mono de Frida Kahlo de 1938. Aquella mujer, Frida, me pareció tan antiestética que no pude resistirme a abrir las página y sumergirme en su fealdad. Ya lo decía antes, citando a Rilke, «todo ángel es terrible»; y creo que Frida, en la terribilidad, me sedujo al arte. Tanto así que, casi diez años después, hice mi «tesis» (trabajo de grado) de bachillerato sobre Frida Kahlo.

Luego, en mi inhabilidad de pintar, y mi facilidad para escribir (creo) me decanté por estudiar letras. Aún fiel enamorada de las artes… aún seducida por su poder hipnótico. Dejé letras luego de dos años, honestamente, porque sentía que no había arte en aquello; no sentía la pasión correr por los pasillos de aquella escuela que sentí algo acartonada. Leía mucho, sí. Pero escribir, escribir con el alma en vilo frente a la hoja de papel no. Nada de eso. Claro que hubo profesores maravillosos; pero me faltaba algo. No supe qué era. Sólo salí de allí con la esperanza de cambiarme de universidad a una donde las letras no sólo se estudiaran sino que se respiraran. El cambio tardaría más de dos años; así que en medio de mi «angustia contemporánea» me hablaron de una carrera novísima: Estudios Liberales.

Empecé a estudiar Estudios Liberales, estudié política, economía, filosofía, historia… política internacional… leí otra vez mucho; estudié casi todas las ramas humanistas. Tomé electivas de mitología, de literartura de vanguardia, de sociología, de fotografía… Me fascinó la libertad de la nueva casa de estudios… Supe entonces que no se trataba de la universidad, que se trataba de entregarme yo misma al arte. Irónicamente, un semestre inscribí Historia del Arte (volvía a los brazos del amado) pero fue terrible. No en la terribilidad de Rilke, sino en la pesadez de aquéllos que hacen del arte un tedio. Terminé retirando la materia y disfrutando más ver los libros de la Ed. Taschen que aquellas clases magistrales insensibles. Luego vi un curso de Literatura y Arte de Vanguardia que me hizo volver a sentir la emoción de la búsqueda: Duchamp, Tzara, Marinetti, Dalí, Bretón (no los pongo en orden sino como fluyen) y la memoria de la piel (a lo Kavafis) me recordó por qué amaba tanto al arte.

Al final, volvía a las letras con un Diplomado de escritura creativa, y volvía a las artes leyendo a Wilde, Sontag, Van Gogh, Gombrich, Hauser… leyendo sobre arte, leyendo artistas, leyendo sobre estética, porque aún leyendo a Hegel, a Hume, a Nietzsche o a Russell, vuelve a aparecerse el fantasma del arte como una sombra.

Luego, en el posgrado, hablando de finanzas internacionales, sigo apasionandome por el arte; veo el Indice Mei Moses, o Artactic o ArtPrice, veo las sumas de Sotherbys o Christie’s; reviso las inversiones en este magnífico mercado, tendencias, cifras, crecimiento, impacto, índice de confianza, y en ello soy capaz de ver a la humanidad apostando a la «poiesis», divagando sobre «el ser», asintiendo ante la más dura crítica del consumismo o diciendo que «el talento» de Degas es sublime. Veo a la gente «comprando» masivamente críticas al consumismo… veo las ironías de la sociedad envilecerse y reirse. Veo el miedo, el éxito, el fracaso, la decadencia y la cobardía, veo a la conciencia pasearse entre los pasillos del arte ¿O por qué en las guerras guardan las grandes piezas en búnkers? Veo en el arte la respuesta de las élites (y las masas) a la cultura, veo (con ojo antropológico)a la humanidad a través del arte. La belleza y la fealdad (si pueden lean a Eco con su Ha de la Belleza y la de la fealdad), la armonía y el caos, la visión de lo bueno y lo malo; las dicotomías del mundo están en el arte. Basta ver el arte barroco para comprender el miedo de la Iglesia Católica frente al desarrollo de las ciencias. O basta ver el Pop Art para comprender cuál fue el papel del capitalismo en el siglo XX.

A la pregunta de por qué el arte, intento responder cada día… ¿por qué dedicar mi vida al arte?

El arte es pasión, primero que nada, y es búsqueda. La búsqueda apasionada de un sentido. Este sentido, es, para todos, una forma esencial de la existencia. En esta línea de pensamiento, queda sólo decir que el arte es un medio común y es un objeto extendido de consumo. ¿creo que el arte carece de valor? No, creo que tiene un valor inestimable. ¿Creo que hay un precio? Si, no porque el arte tenga precio, sino porque vivir en este mundo lo tiene, y como los artistas son seres que viven en este mundo, pues creo que el arte ha tenido que tener precio; además el deseo extendido sobre las piezas (la demanda) ha terminado por poner precio a las pequeñas grandes muestras de sentido que son las piezas de arte (oferta).

Dedico entonces mi vida al arte en dos sentidos: quiero vivir el arte, apasionadamente y en mi propia búsqueda de sentido; y creo en vivir del arte, porque es la objetivación de nuestras pasiones y sentido de trascendencia; por tanto el mejor «producto» con el que contribuir al PIB y una de las mejores formas de inversión.

Mi misión, como la veo hoy día, es lograr hacer arte y que miles de artistas puedan vivir del arte, hacer del arte una profesión redituable, una inversión que ofrezca ganancias y en todo, como todo en la vida, que sea una pasión vívida.

Hoy, asumo que soy una de las fieles amantes del arte.

Para mí, el arte excita a los dos hemisferios…