Caminaba de pronto sin más ritmo
que las turbias certezas de haber perdido,
No hay tiempo ya -dijiste-
Y no quise tantas veces escuchar tu voz.
no quise verte frente a frente y admitirlo.
Total para qué
pensar en doscientos besos adeudados
Para qué
pensar en este momento terrible
en que la garganta se rompe de silencio.
No hay más…
Porque la traición la hicimos las dos…
Tú madre
por las manos ensangentadas
Y yo por siempre decir te quiero…