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¡Qué difícil ser adeco!

Por: Nancy Arellano

Artículo originalmente publicado en http://acciondemocratica.org.ve/adport/que-dificil-ser-adeco-nancy-arellano/ el 24/12/2012

Un partido como Acción Democrática es un peso inmenso a tener en la espalda. El problema se inicia con una simple razón: ser adeco no es algo que se “elige” como se elige una camisa o un par de lentes. Ser adeco es algo que sucede cuando comprendes que la política es el camino para transformar a la realidad social y, al mismo tiempo, asumes que la única forma coherente de transformarla es en la socialdemocracia. Además entiendes que la lucha política no es algo que se saca de una caja de cereales, sino que deviene generacionalmente en un proceso dinámico y acumulativo de pensamiento social que comprende el valor de los valores y acepta la importancia de los principios como rectores de la conducta y del trabajo de grupo.

Campaña de Don Rómulo Gallegos, candidato de AD y primer presidente electo por voto universal, directo y secreto.

En ese sentido, admites que han existido hombres y mujeres que labraron un camino que merece ser continuado, y ese camino de la socialdemocracia en Venezuela lo ha labrado Acción Democrática. Así que no se elige a la socialdemocracia y a AD por el utilitario ejercicio de escoger una ideología política y un partido, sino nuevamente por el ejercicio personalísimo de entender que “el chamo del semáforo de la esquina” tiene el mismo derecho que “la hija de papá y mamá” de aspirar a buenos servicios, buena educación y disfrutar de los avances de la civilización. Y ves la lucha del siglo XX por esos valores y te atrapa. En dos palabras: igualdad de oportunidades.  Ser adeco es ver las diferencias sociales injustas e indignarse. Es ver el abuso de poder de un funcionario público y asquearse. Es escuchar a los que desprecian a nuestro país y sentirse insultados. Es sentir que tenemos todo para tener todos de todo y sentirnos impotentes ante tanta ineficiencia. Es creer en la igualdad, justicia y libertad –como reza nuestro himno-. Es querer que las cosas cambien y sentir que podemos lograrlo. Es querer a la gente sea rica, sea pobre, sea blanca, negra o verde; es escuchar al filósofo de la plaza o al artesano de la playa con el interés del que quiere conocer a su pueblo.  Es respetar a la gente por como es, no por quién es o lo que tiene.  Es aspirar al cambio, comprender que el Partido es un instrumento para ello y aspirar a ser parte de una historia larga y dura, con errores y con aciertos, pero una historia de lucha –física e intelectual- por la que vale la pena seguir luchando. 

Portada del diario El País del 21 de octubre de 1945

Mucha gente critica ese slogan de “Adeco es adeco hasta la muerte” porque creen que se trata de una filiación de “membresía”, como un club, y no comprenden que se trata de una conciliación íntima de la personalidad individual y la inscripción social en un esquema de valores y razones por las que se ejerce la política como servicio. Y esta es la misma interpretación que doy a la otra frase “Adeco es adeco desde el vientre materno” porque son los valores familiares los primeros que hacen a un adeco tal, no porque se crea en una “línea sucesoral”, sino porque el verdadero acciondemocratista forja a su familia para el venezolanismo, la democracia, la justicia social, el trabajo, el antiimperialismo y la insatisfacción perenne que trae consigo el asumir que somos un país perfectible y que el camino es largo y empinado. Y puede que no se haya tenido carnet, como dice otro compañero “los papás de Rómulo no eran adecos”. Así que va más allá de eso.Venezuela es adeca, aunque AD no sea gobierno. Y como dijo Andrés Eloy desde el exilio cuando ilegalizaron a AD “no pueden destruir a Acción Democrática por decreto, porque Acción Democrática no nació por decreto”

Campaña de Don Raúl Leoni, candidato de AD y tercer presidente electo por voto directo, universal y secreto, en 1963

Hoy día encontramos un escenario difícil, por la improvisación y varias generaciones que fueron indolentes con “el otro” –y lo siguen siendo-; encontramos un Estado que fue desviándose del rumbo inicial y cayó en la trampa del rentismo, hoy exacerbado. Con ello se pervirtió la función de la política social para transformarse en política clientelar. Y, desde hace años, muchos que se decían adecos dejaron de serlo, y otros que nunca lo fueron adquirieron la membresía y pervirtieron la lucha. Luego muchos de aquéllos cambiaron el carnet blanco por uno rojo, y siguieron cavando. Otros tantos sintiéndose invisibles guardaron el sentimiento adeco en el baúl de los recuerdos. Por ahí también hay confundidos, creyendo cuentos de caminos…

Logo del 70 aniversario de AD el 13/09/2011

En fin, aquí estamos los que estamos, pero sí estoy segura de que no estamos todos los que somos. Y es necesario que ese sentimiento adeco se haga eco, y enarbole más alto las banderas del Partido, esas banderas que comportan un real proyecto país con poderes públicos independientes, con funcionarios públicos entregados al servicio, una política económica de desarrollo sostenible y sustentable, una descentralización coherente, un empoderamiento popular real, una conciencia de trabajo genuina y una movilidad social consistente con la igualdad de oportunidades en igualdad de condiciones; y tenemos que hacerlo ferozmente, diseminados –pero en y como equipo-por el territorio nacional desde Macareo hasta Ureña, desde Mamo hasta San Simón de Cocuy; sin vacilar,porque ser adeco es más difícil que no serlo, pero no puede evitarse.

Y algo debe estar claro, hacen falta muchos adecos de verdad para transformar este país en el país que merecemos, ése por el que lucharon con sangre, sudor y lágrimas los fundadores de nuestro Partido. El testigo está esperando.

¡Qué difícil ser adeco! Pero es imposible dejar de serlo.

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La pasión paciente de Hanni Ossott #Literatura #Venezolana

Hanni es una de esas poetas y ensayistas que crean adicción con el soberbio peligro de ya no estar presente, por ello las dosis deben ser bajas pero suficientes para dejar macerar la multiplicación de su arte. Ése que por esencial e inacabado, también se viste de infinito. Sin más, algo de Hanni.
………
Hanni Ossott

LA PASIÓN PACIENTE

El arte es un sacramento fundado en lo carnal.
THOMAS MANN
Hay un poema hermosísimo de Kavafis, llamado Ítaca, que puede explicarnos la relación de la literatura con el erotismo. En este poema, Kavafis nos habla de un largo viaje que debemos emprender a Ítaca y nos dice que lo retardemos en lo posible, pues en la travesía encontraremos las más finas mercancías, el esplendor del coral, ébano y perfumes. Ítaca es el cese, el fin. La muerte. La literatura y el erotismo son la travesía, el espacio de la riqueza. El tiempo otorgado a la seducción, la gran aventura del cuerpo y del alma. Ítaca no es el goce. Por ello, eros y muerte se hermanan. Lo importante en la literatura no es terminar un libro, sino vivirlo, hacerlo, pulsarlo. El tiempo empleado en su elaboración, las caricias, la lentitud en sus correcciones, la vibración en su relectura, constituyen la máxima expresión de su eros.
El final es Ítaca, la muerte del amante y el comienzo del lector. Toda obra de arte verdadera surge al amparo de muchos dioses, pero sin eros no hay obra. Esto nos lo enseñó Platón en El banquete.
Existe también un cuento de Borges que nos habla de ello. Se llama Las ruinas circulares. Se trata de la historia de un hombre que quiso soñar a otro hombre y después de numerosos fracasos, soñó con un >>corazón que latía<<. Ese hombre soñó (creo) desde el centro de la pasión, pero es preciso saber retardar la llegada a un centro de concentración y consumación. Se trata de una paciencia en la pasión y en la seducción por la palabra. La literatura es cuerpo, es carnalidad vuelta alma y espíritu. El eros de la literatura es un viaje y un canto hacia un centro improbable, un centro intuible que va haciéndose en travesía, en los encuentros y en la escucha de otro. Eros y amor.

Ossott, Hanni. “La pasión paciente”, en Cómo leer la poesía. Caracas: Bid y co. editor, 2005.

Suicidio popular por @nancyarellano

No puedes hacer una revolución para tener la democracia.

Debes tener la democracia para hacer una revolución.

Gilbert Keith Chesterton

G.K. Chesterton era un distributista inglés que creía en una tercera vía entre el capitalismo y el socialismo, decía que era injusto que los pocos tuvieran la propiedad de los medios de producción, como en el capitalismo; pero también que era igualmente injusto que la propiedad estuviese centralizada en unos pocos burócratas del Estado, como en el socialismo. Por tanto la opción era un camino medio donde “los muchos” pudiesen tener derechos de propiedad sobre la riqueza, una mayor distribución de los medios de generación. Se garantiza un sistema de redes entretejidas de producción donde se evita el monopolio.

Realmente en Venezuela la discusión versa no tanto sobre el tema ideológico, del derecho de los muchos a acceder a los recursos, en tanto que fines deseados de la política económica, como de praxis político-económica. Lo que a muchos nos preocupa del llamado Socialismo del Siglo XXI, ya en sí mismo de dudosa definición, no es tanto sus consignas de igualitarismo como su falta de coherencia entre postulados y práctica; y lo remanido de muchas de sus consignas que tienen un tufo de fracaso en el siglo XX.

Catorce años no han sido suficientes para dejarnos entender bajo qué esquema lógico se establecen las directrices de la política en materia económica, o cuál es el entramado jurídico que sustenta la viabilidad del proyecto “revolucionario” o cómo ellos quieren que realmente esos cambios, afianzados en programas sociales, perduren en el tiempo.

¿Por qué digo esto? Porque si bien las misiones tienen un fuerte contenido social plausible, necesario, esencial para garantizar la equidad en la sociedad venezolana; éstas distan mucho de lograr ser soluciones eficientes a los problemas nacionales. Por supuesto que educación, salud, alimentación y vivienda son cuatro ejes cardinales de cualquier gobierno social; pero las transferencias directas que suponen las misiones, sin garantías de autosustentabilidad, les hacen el instrumento perfecto de manipulación política. “¡Si no votas por mí, te eliminarán el Mercal! ¡Ellos acabarían con Barrio Adentro! ¡Olvídate de la vivienda si gana la oposición” etc etc etc”

¿Pero es que cuánto quieren a su pueblo como para no terminar de hacer de Mercal un aparato productivo con raíces propias, o de Barrio Adentro un plan asociado a la seguridad social por ejemplo? ¿Quién tocaría a Mercal si ello implicara directamente un sector productivo de cooperativas, pequeñas empresas y miles de empleos directos que son receptáculo de los egresados de las misiones o de las universidades bolivarianas? ¿Quién tocaría Barrio Adentro si los mismos trabajadores y las empresas, con sus aportes mensuales, son los que financian el sistema? ¿Para qué eliminar Misión Vivienda si éstas están financiadas por la banca y luego los beneficiarios acceden a ellas con créditos preferenciales que pagan con el sudor de su frente; o si se generara empleo directo con las construcciones porque es mano de obra 100% venezolana?… ¡Eso sí sería revolucionario! ¡Eso sí sería soberano!

Hoy el pueblo venezolano está dividido, prácticamente en dos toletes. El pueblo apunta al pueblo para destruirlo, destruirse. Es un suicidio popular donde todos perdemos por igual. Hace falta mucha falta de sensatez para desviar la mirada hacia las implicaciones que tiene el desconocer a la mitad del país, sea chavista-madurista u opositora. la democracia contempla a las minorías; su base cualitativa porque son personas, no números; que la llamada izquierda –tradicionalmente “marginada”- ahora en el poder- sí es incluyente… (Pero que también hay izquierda en la oposición aclaro)

Sólo veo más de los vicios que tanto criticaban, y cada vez se han ido afianzando las burdas formas de democracia cuantitativa que pisa la dignidad de nuestro gentilicio.“¿Qué es la democracia sino un conjunto de reglas para la solución del conflicto sin derramamiento de sangre” dice Shapiro y Cordon; o, y es la que más me agrada, Democracia como “poliarquía” como dice Dahl, donde se “requiere de la presencia de funcionarios electos, elecciones libres y competitivas, sufragio inclusivo, derecho a competir por los cargos públicos, libertad de expresión, existencia y disponibilidad de información alternativa y autonomía asociativa en tanto que elementos esenciales a la democracia”

 

Autores como Schedler hablan de los retos de la democracia, y mencionan por ejemplo: la personalización de la política, la descentralización del poder estatal, la introducción de mecanismos de democracia directa, la reforma judicial, el alivio de la pobreza y la estabilización económica.

Hipocresía política por @nancyarellano

 El hombre honrado es el que mide su derecho por su deber.

H. Lacordaire

 

No pretendo hablar de candidaturas. En este particular día no puedo obviar el hecho de que estamos en un país donde la sensibilidad se ha confundido con sensiblería, la política con elecciones de “reinas”, el servicio al prójimo con tácticas de marketing, y, en fin, toda clase de artilugios que dan fe de una mediocridad imperante; que ahora vitupera cualquier cosa que busque ser formal, consciente, racional, técnico, o producto de la inteligencia puesta en ejercicio.  Se alaba “lo informal” por “popular”… ¿Pero es que acaso el temita de lo “popular” no es lo que hace del consumo masivo irracional y alienante? ¿No estamos frente al consumismo indiscriminado de “popular” como si ello implicara magníficamente el “valor” de lo imperfecto, improvisado, falso y sin rumbo?  Eso no es un valor. Si mi pueblo necesita educación, necesita hablar mejor, necesita tecnificarse, necesita trabajos de calidad, necesita movilidad social… superarse.

Yo quiero a mi pobre pueblo, pero jamás querré a mi pueblo pobre. Así que esa sensiblería –me disculpan la palabra- ridícula de pensar que la pobreza dignifica, es absurdo. La pobreza física presenta retos, pero la pobreza mental de políticos que quieran perpetuar la pobreza física, es sólo producto de la indolencia y la actuación vulgar; de la politiquería.

Y quiero entonces recordar, porque siempre termino allí, a los griegos y todo ese sistema de conocimiento integral sobre el hombre y sus dinámicas universales que, sintetizada en la Paideia helénica, aún me deja boquiabierta.  El areté –palabra de difícil traducción- era algo así como “valor, prudencia y justicia ligados a la sabiduría”; según nos da a entender el filósofo Platón.  Éste era un valor ciudadano, una búsqueda de todos los hombres e implicaba una educación que portara consigo la creación del hombre integrado a la sociedad como parte de un ecosistema en equilibrio.  Otra lección admirable es que lo que no conocemos por la vía del pensamiento es meramente opinión de los hombres, y es inútil realmente; como dijera Parménides.

¿A dónde quiero llegar? Al simple hecho de que nuestra sociedad actual, y no me quedo sólo en Venezuela, está plagada de contradicciones y se impone un sentido común, sin sentido lógico.  Unas dinámicas intestinas donde se compran voluntades y se venden conciencias; y sufrimos necesidades materiales y vacíos espirituales.

“Lo que no conocemos por la vía del pensamiento es meramente opinión” por lo tanto, no podemos fijar nuestro destino en la opinión de nadie, ni dejar que nuestra libertad esté en manos de opinadores cotidianos que además hacen “leyes”. Doxa (opinión) Vs Episteme (conocimiento). ¿Qué buscamos en esta vida? ¿Qué busca usted en este artículo, en esta página, en esta hora? ¿Ananké? (Felicidad) quizás busca algún indicio de que es posible lograrla; de que el país no se volverá un espacio de guerra diaria donde asalten a las personas a las seis de la mañana y a punta de pistola, porque hay cola. (esa es la opinión… porque “hay cola”; no es porque NO hay autoridad, porque NO hay justicia o porque NO hay gobierno local, regional y nacional… No. La “lógica” es “porque hay cola, porque se es mujer, porque se tiene el vidrio un poco abajo”.

 Cuando tomo en mis manos el libro, al que siempre recurro, de Werner Jaeger “Paideia” extraigo reflexiones sobre las dinámicas humanas que datan de hace 2400 años; y me pregunto, confieso que con algo de angustia, ¿Por qué no hemos aprendido? ¿Cómo hemos olvidado? ¿Por qué tienen el poder un puñado de gente que no tiene sensibilidad social y conciencia de función política? ¿Por qué no hay servicio en la política?

Los temas de trascendencia, los temas sobre las búsquedas humanas más íntimas, sobre los valores que nos llevan a aprehender el bien, la justicia, el amor, la templanza, el equilibrio, la mesura, la honradez, la sabiduría, la destreza, las habilidades… la búsqueda de la felicidad y la paz. ¿Dónde están en medio de tantas necesidades materiales y tan poca preocupación efectiva por brindar el campo para que “lo justo” ocurra con todo nuestro pueblo, nuestros niños, nuestros ancianos, nuestros recursos naturales, nuestra flora y fauna? ¿Por qué el poder no sirve para hacer a esta sociedad más justa? ¿Por qué siempre hay conformismo?

Aquí muchas veces la clase media está sobreestimada y la clase baja subestimada; por ambos bandos.  Comiencen por respetar al otro, tomándole como espejo. Si usted desprecia al otro, sólo puedo decirle que se desprecia a sí mismo. Si usted no ve qué valores hay en el otro, si no es capaz de ver que la profundidad de Parménides eriza tanto como la de Gualberto Ibarreto o la señora de la panadería, entonces usted no posee sensibilidad; sino la misma sensiblería de las novelas que venden shampoo de noche por la televisión: usted no tiene alma. No sirve para la política.

Esto lo veo todos los días, y me duele; porque Venezuela sigo creyendo, lo tiene todo. Pero a nuestros dirigentes, les falta lo esencial.

Finalizo con Lacordaire otra vez: «La libertad no es posible más que en aquellos países donde el derecho predomina sobre las pasiones»

Mi twitter: @nancyarellano

Entre tiempos jurídicos, tiempos políticos y el cultivo de peces por @nancyarellano

 

“En el juicio del pasado ante el futuro,

las memorias contemporáneas son los testigos,

 la historia es el juez, y el fallo es casi siempre una iniquidad,

ya sea por la falsedad de las declaraciones,

por su ausencia o por la ignorancia del tribunal.

Afortunadamente, la convocatoria sigue abierta para siempre,

y la luz de nuevos siglos,

proyectada desde lejos sobre los siglos transcurridos,

denuncia los juicios tenebrosos”

 

 Luis A. Blanqui

 

Cuando hablamos de Blanqui, es imposible no traer a la Comuna de París a colación. Pero no caeremos en su análisis por la inutilidad que presenta frente a nuestro tiempo político, y es que el mismo Blanqui dice “El hecho consumado tiene una potencia irresistible. Es el destino mismo” así que hablaremos de lo que ocurre hoy, ahora, aquí: el presidente Chávez fue electo para gobernar como presidente y, por ahora, no está presente. ¿Poder popular? Pues hablemos como pueblo.

 

Intento separarme de cualquier afecto hacia una tendencia política, y busco, evitando tropezar con inconsistencias, hacer un análisis de cuál es el lugar exacto y momento preciso en el que nos encontramos. Advierto al lector que no se trata de qué hizo o dejó de hacer la burocracia estatal a lo largo del siglo XX o XXI, sino de cuál es el deber ser y con qué contamos.

 

Venezuela sufrió un cambio importante en el S. XX.  Con Gómez se inicia una tesis desarrollista de la nación. El fin del Estado es procurar “ordenar” las capacidades y “crear” instituciones que superen los personalismos caudillistas –pese a ser él  mismo el “Gendarme necesario” o el “loquero” imprescindible; pero se comprende que la coacción –el poder de las armas- debe estar en manos de hombres que defiendan un valor superior.  Básicamente, aunque de forma rudimentaria y con las limitaciones del Gral. Gómez y el momento, se “enseria” al país. Luego vino una serie de profundizaciones que pusieron nombre y apellido a las aspiraciones nacionales y se perfiló un proyecto lo más acabado posible, buscando que la Institucionalidad se fundamentara en La Constitución. ¿Esto se logró cabalmente?

 

La pregunta es válida. Y más que válida, necesaria.  A prácticamente 100 años de ese proyecto de “orden” y “desarrollo” del país hemos logrado avances, eso es innegable, sean de donde vengan las opiniones.  El llamado sistema puntofijista trajo consigo el camino de la democracia, desarrolló infraestructura y apertura cultural, insertó la idea de una industria y amplificó el espectro político nacional –con las consideraciones y errores de un país que empezó a “pensarse” en el siglo XX, y tan es así que llevó al poder a un hombre como Hugo Chávez, quien luego de un intento de Golpe de Estado –por la razones válidas o inválidas- hizo campaña electoral en 1998 prometiendo además destruir a la Constitución que le llevaría al poder, pues califica a ésta como el centro del sistema “decadente” de la llamada Cuarta República.

 

Lo interesante de analizar someramente estos cien años de vida republicana (1913-2013) es que encontramos una tesis asociada al poder como “política de reparto justo” y es que ésta ha sido la bandera esgrimida por todos los gobiernos hijos de todas las constituciones que, si somos sinceros,  han tenido como aspiraciones unas ideas de “justicia” y “equidad” más ligadas a un poder capaz de distribuir la riqueza nacional que a generarla, al menos eso nos indica la práctica. Insisto en que tenemos que reparar en más que los discursos o propaganda política, para juzgar con algo de sensatez intelectual.

 

Pero aún estamos lejos de ser el país potencia, la economía boyante o la sociedad armónica que nos imaginamos merecer, y es que el descalabro que en varios momentos hemos vivido, responde a una falta de conciencia política real, -pongo el calificativo de real porque no se trata de las “palabras bellas” ni de “bálsamos de sábila” hechos de frases.  Se trata de que los libritos llamado “constituciones” no son poemas para enamorar, son pactos que deben comprometer a nuestra sociedad para consolidar un terreno fecundo para la generación de riqueza social y económica.  Nuestro principal capital no puede ser el petróleo, debe ser el talento de los venezolanos, asumiendo al petróleo como nuestro principal producto apalancador de una diversificación que permita expandir nuestras capacidades humanas.   Calidad educativa, una terapia de “electrochoques” a la conciencia venezolanista, por tanto patriota. Educar en la escuela, la calle, la casa; educar a la administración pública, la empresa privada; educar por todos los medios, de todas la formas, a todos los actores para la convivencia democrática.

 

Los gobiernos tienen que hacerse responsables de los males hechos, pero sobre todo de las fallas de una perspectiva centrada en el desarrollo banal de las potencialidades de nuestro país. Así, se centraron en la creación de “obras” y rápidamente descuidaron las bases humanas de la Gran Obra.  Muchos olvidaron que los edificios no sirven a los edificios, sino que son para ser habitados y su utilidad dependerá del uso que hombres y mujeres den a las instalaciones; así, parques, plazas, liceos y universidades. Particularmente creo que esto se asocia con algo que dice J. S. Mill,  La regla es hacer responsable a un individuo del mal que hace a los otros; la excepción, comparativamente se entiende, hacerle responsable del mal que no les evitó.”  ¿Eficiencia o nada? Sí. ¿Pero es que acaso eso se logra con una oficina de supervisión? ¿Se logra en un escenario de polarización social y política?

 

El tema social no es agenda nueva, aunque su visibilidad actual es sin precedente, pero ha sido la palabra usada como sable por generaciones de “políticos” a lo largo y ancho del país. El problema deviene cuando la “agenda social” se centra únicamente en “dar” cosas. Y aclaro que digo “únicamente” porque ¡claro que hay que darlas!, pero también hay que pedir a cambio. ¿A qué me refiero? A que no se puede ser absolutamente materialista, como tampoco absurdamente espiritualista. No se admite ser absurdamente revolucionario, como tampoco inútilmente conservador. El tema está en combinar la innovación material que imponga la renovación espiritual. El cambio que se advierte como movilizador y transformador del caos para dar paso al cosmos.  Dar el pescado, enseñar a pescar y que ¡Pesquen! Y luego… ¡que inventen un nuevo modo de pescar! Pero además que pesquen… ¡cultiven peces!

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Volviendo a Mill, él decía que “La verdad, en los grandes intereses prácticos de la vida, es ante todo una cuestión de combinación y de conciliación de los extremos; pero muy pocos hombres gozan del suficiente talento e imparcialidad para hacer este acomodo de una manera más o menos correcta: en este caso será llevado a cabo por el procedimiento violento de una lucha entre combatientes que militan bajo banderas hostiles” Y es que el peligro de la hostilidad es que no permite el aprovechamiento de los recursos disponibles, del talento complementario, sino que procura la indiscriminada lógica de la arbitrariedad para prejuzgar las capacidades de compromiso, utilidad e inutilidad de los talentos, por no decir lo peor: de los hombres y mujeres que no son vistos como útiles, sino como utilizables…; Y es que el escenario polarizante de modo abstracto -y de la política de contraste sólo superficial- crea una tensión anímica suficiente para desgastar cualquier intento prescriptivo de revolución como sistema de mejoramiento social sostenible y sustentable, mata cualquier intento de vanguardia real. Pues trae consigo el efecto de imponer tiempos políticos útiles sólo como ejercicio desde el poder, y ésos no se imponen, surgen hacia el poder para transformarlo. Son estallidos producto del cansancio de los músculos tensados por un tiempo imprudencial; porque, volviendo a Blanqui, el hecho consumado es el destino. Y los antecedentes inmediatos colocan en el centro de la dinámica la necesidad de la generación de una vanguardia genuina que sea conciencia prospectiva, producto de ver la riqueza y pobreza del ayer y el hoy, una que no busque ser sistema sino “moscardón que despierte a Atenas”; no guiada tanto por las formalidades de un libro-receta que, lamentablemente, nunca ha estado en real uso. Y voy más allá, y es que los tiempos jurídicos los dictan los juristas, pero los políticos los dictan los pueblos.

 

«Fueron hombres de otro cuño

los que han hecho de Inglaterra lo que ha sido;

y hombres de otro cuño serán necesarios

 para prevenir su decadencia»

 

 J. S. Mill (Sobre la Libertad)

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La nueva torre de Babel está en curso por @nancyarellano

Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno,

y todos estos tienen un solo lenguaje;

y han comenzado la obra,

y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer.

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“Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda la que habla su compañero.” Y se crearon las lenguas, y se desunió el pueblo; dejaron de construir la Torre de Babel y abandonaron la Ciudad. Hay quien dice que esa torre es lo que hoy conocemos como el zigurat de Etemenanqui en la antigua Babilonia, pero quién sabrá la verdad sobre el hecho. Lo que sí podemos afirmar es que, en efecto, la lengua pareciese una de las cosas más importantes para hacer de un pueblo, pueblo. La lengua en ejercicio, es decir, la comunicación es el aglutinante por excelencia, porque viene a significar pasado, presente y futuro de una nación que comparte costumbres, historia y deseos: cultura y metas.

Nos reconocemos los unos a los otros como compañeros en la lucha por erigir una nueva torre de babel que, sin desafiar a Dios, quiere desafiar a las fuerzas dominantes en el orden mundial. Tenemos que hacerlo en nombre de la justicia, en acto justo frente a los dones que hemos recibido en tierra, mente y espíritu. ¿Podremos?

Es necesario luchar frontalmente contra los males de una sociedad llevada por la banalidad, cosa que va desde el show mediático hasta el ya mentado consumismo. Pero no me refiero al manido discurso contra “El Imperio” sino al simple hecho de empezar a acumular “cosas” por el simple gusto de llenar vacíos en nuestras vidas. Y hago esta aclaratoria porque la trampa del consumo abarca incluso el consumo irrestricto de “nociones” para llenar los vacíos intelectuales o sentido: identidad. Y peor aún creemos que la identidad se hace en el rechazo, en el contraste, y no en la unidad, en la construcción.

La perversión de este tipo de consumo es que es tan alienante como aquél del que tanto se hacen banderas en contra, el de esclavizarse con la compra de cosas. El tema aquí de mayor importancia es que el consumo enajenante de ideas, termina por escindir al individuo y resquebrajar a la sociedad de la que forma parte. Se pierden entonces criterios para distinguir la verdad vivida, experimentada, necesaria, de la verdad dada como cápsula –e incluso ajena, importada-.

Venezuela sigue siendo un país de “la periferia” como dijeran las teorías desarrollistas desde 1950 en adelante. Los países industrializados o de primer mundo, llevan la batuta del consumo mundial; mientras que la periferia, somos las economías  rezagadas desde la perspectiva tecnológica y organizativa; contamos con una heterogénea estructura productiva y nos centramos en productos primarios (petróleo, hierro, aluminio etc).  La tan mentada teoría “centroperiferia” atribuida al argentino Prebisch, que hizo ver que la relación entre las regiones disímiles (de los países poderosos y los demás) es una brecha creciente que tiende a ensancharse, pues aquéllos manejan nuestras economías al establecer los términos de intercambio del comercio internacional. Además de, por supuesto, procurar la situación de ser ellos la “demanda” (quienes compran) que controla los precios de la “oferta” (quienes venden) es decir nosotros.  En los años 70 se buscó entonces “afectar” ese orden de cosas con “la sustitución de importaciones” buscando procurar el desarrollo de una industria nacional, procesando nuestra materia prima y abasteciendo al mercado interno. Pero… los costos de implementar tales modelos sin la debida precisión, y precaución, se tradujo en intentar erigir la Torre de Babel para desafiar al cielo sin hablar la misma lengua entre nosotros. Así se cayó en la terrible década pérdida que, tras el Viernes Negro de 1983 para Venezuela, termina con las medidas económicas de 1989, vuelta a nuestra esquina “periférica” dependiente del FMI.

Desde hace algunos años el presidente Chávez vino hablando de que “Nuestro norte, es el sur” buscando reavivar la idea de que seamos nuestro propio centro y periferia, constituyendo un bloque y procurando hacernos de los ladrillos que erijan una nueva Torre de Babel. Si bien algunos proyectos ambiciosos se han mencionado con este fin, no es menos cierto que seguimos siendo la “oferta” del consumo directo de los países desarrollados; por un lado porque es del petróleo que se financian todos los proyectos nacionales y nuestros compradores son justamente los líderes de consumo mundial: China y EEUU. (los cuales tienen un negocio completo entre mano de obra barata el primero, patentes industriales el segundo; bonos del tesoro el primero sobre el segundo y mercado de consumo masivo el segundo que enriquece al primero) Conclusión: Ellos sí tienen “centroperiferia” mutua. (Si es bueno, malo, qué pasa con sus poblaciones, es algo que prefiero dejar por fuera; por razones varias). Por otro lado se esquiva la necesaria transferencia tecnológica necesaria para avanzar en tan ardua tarea y se elude la tarea urgente de diseñar modelos que promuevan la eficiencia en la ejecución de proyectos, simple lógica de castigo y premio a quienes entorpezcan o favorezcan la gestión de los recursos para los fines planteados.

El punto al que quiero llegar es que nuestro proyecto nacional de liberación cultural y económica, o proyecto nacionalista de independencia, soberanía, antiimperialismo etc… no puede ser posible a menos que comprendamos las ventajas comparativas que tenemos como nación y se tomen con manos firmes, colectivas, las medidas necesarias para ello. Desde nuestra ubicación geoestratégica, pasando por nuestros recursos naturales, siguiendo por el potencial turístico, y continuando por nuestra extensión territorial y unidad lingüística y cultural: hablamos la misma lengua y tenemos nuestra propia realidad civil y democrática.

No obstante tenemos una población pequeña, la mayoría dedicada a la burocracia estatal (1)  y no al campo productivo; más allá de discutir si la propiedad de los medios de producción debiera estar en manos del Estado de la forma que hoy está, lo cierto es que ese aparataje productivo adolece de tecnología que permita optimizar costos, procesos encauzados a la eficiencia y estándares de calidad que propendan a la exportación de productos terminados que se ubiques eficazmente en los mercados regionales y permitan hacer del Bolívar una moneda fuerte, más que en títulos. ¿Usted quiere que el dólar no sea un tema diario? Empiece por favorecer la diversificación de las exportaciones, para ello hay que trabajar.

¿Pero cuál es el problema? El problema es que nos hemos dedicado al consumo indiscriminado de las palabras, y no hemos digerido las ideas. Hemos deglutido ideas hambrientos de sentido y no hemos comprendido la responsabilidad común que implican.  Nos hemos embriagado de discursos y proclamas, y no hemos reparado en la sobriedad necesaria para llevarlas al campo de acción. Hemos visto que somos un país con menos del 10% de la población total del llamado “enemigo del norte” y nos hemos dedicado ha hablar distintas lenguas, enfrentados inútilmente, para “erigir” la Torre de Babel que ponga a temblar al que nos supera en 1000% de tamaño. Eso, sin hablar de China.

¿Acaso creemos que podemos fabricar suficientes ladrillos con un pueblo dividido? Sólo nos condenamos a terminar abandonando la ciudad, y dejando el zigurat a medio hacer… Empecemos por hablar venezolano.

Les invito a seguirme en twitter: @nancyarellano

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(1) Aclaro el punto de «Burocracia Estatal» como término extendido:  explico, la nómina estatal ocupa más de 2.558.131 personas (21,3% de la población ocupada) -digo más porque esa cifra es 2011 así que está ya un poco desactualizada). Ésa es la nómina directa. Ahora bien, si tomamos las cifras del INE para noviembre 2012 la población del sector formal es 7.313.064. Si pensamos cuánto representan esos 2.558.131 de los 7.313.064 tenemos que es el 35% (34,9%)…  Y eso considerando al sector formal cuyo concepto abarca a todo el que » labora en empresas que tienen cinco personas empleadas o más, tanto del sector público como del sector privado. También se incluye a los trabajadores por cuenta propia profesionales universitarios.»

Es decir, «trabajadores por cuenta propia» y «profesionales universitarios»…. ¿Para quién trabajan muchos de ellos? ¿Acaso no trabajan muchos para «empresas» que luego brindan servicios de «tercerización» para el Estado? … el petróleo es la gasolina de este carro…  (Por ejemplo: http://www.aporrea.org/oposicion/a149932.html)

La «economía privada» es una economía satelital de la economía estatal, por lo cual, finalmente se forma parte de la «burocracia estatal» (por ejemplo, el caso de las proveedoras de PDVSA que caían en mora cuando la estatal no pagaba a tiempo, esto impacto en 2009 -si mal no recuerdo- en el caso de las cartas de crédito de la banca privada, las empresas adolecen del mismo problema que un ministerio o instituto del estado (si no le han bajado recursos, se complica la cosa).  De hecho sería interesante analizar como se han «burocratizado» sectores como la educación universitaria, la banca privada, e incluso las empresas mixtas.  (Jerarquías verticales, procedimientos largos e ineficientes, cuotas de poder por escalafones etc)

Quizá no apunté a precisar los términos de la burocracia estatal medular y la satelital; pero ésta en conjunto supera a la mitad de la población ocupada en el sector formal, creo que eso es innegable…  ya que el 95,42% de los ingresos totales del país (fuente BCV 2012) son producto del petróleo (empresa estatal). Es decir, la economía viene «movida» por el Estado; los demás están sujetos satelitalmente al aparato burocrático para poder percibir de ese ingreso, ya que «propiamente» no lo producen. Y digo «producen» porque «ganan dinero» pero no «generan riqueza». Las empresas satelitales empiezan a «crecer» burocráticamente,incluso contratando personal que atienda a la burocracia estatal (caso de departamentos de licitaciones, encargados de «finanzas» dedicados a Cadivi, Sitme, o departamentos de cobranzas abocados a las gestiones con las estatales)… papeles, papeles y más papeles…

Oxígeno vital en la política venezolana por @nancyarellano

Deberemos reclamar entonces, en nombre de la tolerancia,

el derecho a no tolerar a los intolerantes.

K. Popper “La Sociedad Abierta y Sus Enemigos”

Claro, no se puede confiar ciegamente en nadie. Tampoco en Popper quien en su propio texto tiene ciertos parcialismos que lo alejan de la crítica descarnada. En este sentido, seamos tolerantes con Popper porque alega por la tolerancia con los tolerantes. Así que, sin pretender auscultar en este Karl por liberal, ni tampoco en el otro, pues hablemos de ese valor manoseado y tan poco entendido como la tolerancia en un país como el nuestro. No pretendo, así que detenga su lectura aquí si eso es lo que desea, hacer un tratado teórico-académico del tema. Pretendo hablar, esbozar en realidad, sobre el énfasis político que debe ser comprendido finalmente. La tolerancia en efecto es un valor. Pero no un valor moral –como el de las “señoras” que se dan golpes de pecho por los pobres en la iglesia, y luego piden a los obreros que tomen agua en sus casas con pitillo- sino el valor que abraza éticamente a la persona para hacerle vivir principios complementarios como “igualdad” y “solidaridad”. No podemos entender a la tolerancia si no comprendemos antes que se trata de una tríada inseparable. Una que no se usa en palabras, como si fuese una gorra a llevar en la playa, sino que se ejercita cotidianamente.

Alguna vez escuché en una conversación entre adultos, estando en esa curiosidad infantil que aún no logra aprehender muchas cosas, que en Venezuela lo que se buscó con la guerra de la independencia no era tanto la libertad –entendida como la posibilidad de que los venezolanos criollos se dieran su propio gobierno y leyes- sino la igualdad. En aquel momento no entendí mucho de qué se trataba, hasta que pasando unos añitos, en la adolescencia, fui pupila del que fuese un gran historiador, Vinicio Romero Martínez –guarde el lector por favor cualquier consideración sobre la vida del que fuera mi maestro en historia, y preserve sólo la imagen de investigador incansable que efectivamente fue el hijo de otro grande, Adolfo Romero Luego-. Vinicio me introdujo en ese mar de piezas inconclusas que es la historia de nuestro país, de su mano fui desde Leonardo Chirinos hasta Páez y el nacimiento del sistema republicano que impera hasta hoy. –No nos dio tiempo de más, por razones que todos ya saben-. El hecho es que Vinicio, y su esposa Carmen, me adoptaron una temporada para que comprendiera la historia de nuestro país, de su mano aprendí que las luchas en Venezuela no iban ni por el tema de rechazar a la Corona por Corona, sino por pretender excluir a buena parte de la gente de aquel tiempo. Los esclavos y campesinos, los mestizos, y pobres se suman a la lucha independentista por la promesa de la igualdad. Claro que aquello implicaba la obtención de la libertad, pero ante todo la idea de que todos éramos los mismos; por ello la exclusión no cabía, y por tanto la tolerancia debe regir la dinámica social. Hoy día además, luego de la profundización de valores en nuestra sociedad, se comprende que la igualdad y la tolerancia traen coletilla: la solidaridad. Ese entendimiento ha fallado a lo largo de nuestra historia, la tolerancia ha sido sustantiva –no ejercitada- y la solidaridad ha sido precaria –endilgada muchas veces al Estado únicamente.

Entender a la tolerancia como “aguantarse al otro” es caer en la hipocresía de la señora de los pitillos, pues no se trata de disimular el desagrado por otra persona, sino “abrazar la diferencia” prestando oídos, escuchando, al otro para entenderlo. Es un ejercicio de apertura que implica poder abrirnos dentro de la escala de valores que signamos en nuestra Carta Magna, como pacto social, -y que aclaro son valores presentes en varias de nuestras constituciones, por si hay dudas- porque forman parte de nuestra identidad como nación producto del mestizaje y movilidad social. ¿O es que la Caracas mantuana alguien cree que existió como aristocracia real? Sería ridículo que un país cuya riqueza es “obra y gracia del Espíritu Santo” (como país rentista, minero y petrolero) los que primero sacaron provecho de esa fuente intrínseca de dinero, sientan que son superiores a los que no han podido obtener tal lucro. Así mismo es casi ridículo pensar que con crear títulos de inclusión e integración de los pueblos indígenas realmente se les comprende, se ejercita cabalmente la tolerancia; y es que nosotros, los “Supanioros” (en Pemón “los que hablan español”) distamos mucho de comprender que tolerar implica respetar y que como sociedad mayoritaria, así nos ven, podemos protegerles –debemos hacerlo- pero no podemos absorberlos en un sistema que es ajeno a sus costumbres y que incluso amenaza sus orígenes y la preservación de su historia, costumbres y legado. Claro que deben estar representados para que nuestro sistema no los perjudique y tengamos contacto y nos enriquezcamos de su comprensión del mundo, pero la integración tolerante también implica respetar sus costumbres y la relación vital que tienen con una tierra que les convierte, además, en poblaciones de nacionalismo pluriestatal (caso de los Pemones de Kumarakapay, los Wayúu, los Barí, los Baniva, los Piapoko; entre otros). Hay que tener mucho cuidado hasta qué punto se ejerce un imperialismo criollo o tiranía de la mayoría.

Por supuesto no puedo finalizar el presente esbozo sin caer en el tema de la afrenta cuantitativa de quién es mayoría entre oficialismo y oposición, tampoco de quién es mayoría interna en sendos bandos; pero nuevamente apelo al valor ético en democracia de la tolerancia –que insisto siempre debe ser practicada entendiendo a la igualdad y la solidaridad- pues es indigno –éticamente- pensar en democracia como tiranía de la mayoría. Ya advertía Alexis de Tocqueville sobre ese peligro, al que encuentra cura con la ausencia de centralización definitiva “pues la mayoría nacional –Estado Central en nosotros- no tiene la idea de hacerlo todo”, unido esto a la libertad de asociación que “ha llegado a ser una garantía necesaria contra la tiranía de la mayoría” (Ver Democracia en América). La creación de fuerzas que sopesen el poder político, desde el poder político-administrativo local, y la admisión de fuerzas sociales que controlen al poder político desde el poder social. Su convivencia es un ejercicio de tolerancia, comprendiendo que su principio legitimador es la igualdad en el debate, y su ejercicio efectivo se da en la solidaridad, que lleva incluso, a su financiación –por supuesto que con los límites que impone la tolerancia democrática-.

¿Y cuáles son los límites? Pues vuelvo a Popper: la intolerancia. No se puede ejercer la tolerancia ante individuos o grupos que no crean en la tolerancia, que promuevan el odio, la afrenta, y por supuesto la desigualdad y la insolidaridad. Se trata entonces de grupos que va en contra de la paz social y, fundamentalmente, del Pacto Social que nos hace nación o, me atrevo a decir, un Estado Plurinacional, si queremos ser coherentes con lo que señalo sobre nuestros poblados indigenas.

¿Es idílico mi texto? No se trata de cuán cerca o lejos estemos de practicar a cabalidad estos valores democráticos; no se puede retornar a la senda a menos que tengamos la ruta, la meta y tomemos conciencia de nuestra ubicación actual. Insisto la práctica de la tolerancia, la igualdad y la solidaridad son indispensables para vivir en democracia, tanto como unos oídos que escuchen y una cabeza pensante que rompan la inercia del medio. Ésa es la fórmula del oxígeno vital para la política venezolana.

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Los Infiernos de la Política venezolana o de un Dante caribeño por @nancyarellano

A mitad del camino de la vida,

En una selva oscura me encontraba

Porque mi ruta había extraviado

Dante Alighieri, Divina Comedia.

Canto I (Infierno)

 

Y prosigue el florentino diciendo “Yo no sé repetir cómo entré en ella/ pues tan dormido me hallaba en el punto/ que abandoné la senda verdadera (…)” Ahora se sumerge un venezolano sencillo en el mundo de Dante; persigue a la democracia, pregunta por Beatriz… la política en Venezuela llena nueve círculos caribeños de desazón…  para aclarar el punto, voy a ilustrar lo visto por este Juan…

 

Mirando de lado a lado, se percató de que estaba en el Limbo, primer círculo externo, de esta sucesión en forma de embudo. Allí están los “paganos virtuosos” –dijo una voz-  y los que nunca oyeron hablar de la democracia; un castillo de siete muros que alberga a los intelectuales indolentes, a los viciados de individualismo que si bien no hacen mal al otro, pese a saber la verdad, prefieren esconderse y hacerse de la vista gorda porque no quieren ensuciarse con la política. Adversan cosas del gobierno, pero ellos son apolíticos. En fin, cobardes de corazón que entregan con conciencia.

Juan corre de los intelectuales indolentes que quieren arrastrarlo a la abulia; en el segundo círculo advierte a “los lujuriosos y las personas que usan el amor para bien propio”. Juzgados por Minos son sumergidas en un torbellino que los agobia por la eternidad y les condena a la soledad pura. Están los oportunistas, que cambian ideales como camisas con tal de hacerse de un carguito por el gobierno de turno o el que es “mejor” apuesta.  Son los codiciosos que no tienen respeto por los principios y son llevados por las bajas pasiones del dinero y los placeres, demagogos y manipuladores que hablan contradicciones, hablan solos y se responden.

Aturdido, llega al Tercer Círculo, donde glotones, soberbios y envidiosos reciben castigo; allí moran los blandos, brincadores de partidos sin pena ni gloria,  reniegan de su pasado, hablan mal de las que fuesen sus toldas para simpatizar a los nuevos, no soportan un liderazgo de renovación, son polillas de la política. Su castigo es ser azotados en el fango por la tormenta y desollados por Cancerbero, en consonancia con los cambios de piel que hicieron costumbre en vida.

En el Cuarto Círculo, están los pródigos y avaros custodiados por Pluto, dios romano de la riqueza; están condenados a chocar entre sí y mofarse mutuamente, son arrastrados por enormes pesos… aquí están los clérigos, cardenales y obispos, acompañados ahora por unos cuantos empresarios dados a la financiación de la política mezquina, sólo por intereses personales, son los antiéticos y apátridas.

Luego de buscar algo de éter para poder tolerar la pestilencia, nuestro Bimba, nuestro ingenuo venezolano, llega al Quinto Círculo, allí están “los orgullosos, los herejes y materialistas” que viven en la ciudad de Dite, todo hiede a podredumbre por la laguna Estigia.  Allí está la maldad verdadera. Enfangados, luchan unos contra otros, a golpes y mordiscos llevados por la ira; allí están los que han dividido a su pueblo, los que han enfrentado a hermanos, los que han sembrado el odio. Debajo del agua están los acidiosos, los perezosos y los que vivieron tristes y deprimidos sin causa; funcionarios públicos que no prestaron servicios, los reposeros, hombres y mujeres serviles entregados al desgano, los líderes cómodos de la telepolítica que nunca tocaron la calle.  Son pecados de maldad y de pereza funcional.

Cansado ya por el horror de ver el horror, el sexto Círculo muestra a los herejes. Aquéllos que insistieron, por voluntad, en contradecir la voz del Pueblo; están metidos en sepulcros de fuego. Fueron elegidos para encauzar unas demandas y luego hicieron valer agendas ocultas. Son los que manipularon La Ley a conveniencia.

El séptimo círculo hace que nuestro compatriota desmaye, aún así logra ponerse de pie, temblando, voltea a ver al Minotauro que custodia el lugar dividido en tres recintos llenos de piedra y rodeado por un río de sangre.  En el primer recinto están los violentos; el Minotauro castiga a los que cometieron violencia contra el prójimo, aquéllos indolentes frente a la inseguridad ciudadana o los que se armaron, y armaron a otros, para matar inocentes por imponer una ideología; hierven sus almas en el Flagetonte, si alguno intenta escapar será devuelto por las flechas de los centauros.  En el segundo recinto están los que cometieron violencia contra sí mismos o los dilapidadores; los que habiendo recibido una formación pública, y estudiado financiados por el Estado, se suicidaron políticamente al contravenir los intereses del colectivo y su propia formación. En el tercer recinto están los que cometieron violencia contra la Patria y sus designios, contra la Carta Magna; allí están populistas, los seductores y manipuladores que ganaron elecciones, los hijos del mercadeo político sin alma, los que tergiversaron a la Constitución legítima de la nación o la violentaron.  Están en un arenal ardiente sobre el que cae una lluvia de fuego, los populistas están tendidos boca arriba imposibilitados para cubrirse, los hijos del mercadeo sentados eternamente, y los inconstitucionales y golpistas corren libremente –pero si se paran, tendrán que estar parados cien años.- Son los traidores de la libertad democrática.

Pálido, lloroso, Bimba camina tragando grueso; entra en el Octavo Círculo, temiendo lo que sus ojos verían; allí encuentra diez fosas.  En la primera están los rufianes y seductores, los vende contratos, los políticos de empresas de maletín, los encantadores de serpientes que se hacen de cargos de confianza. Son azotados por demonios cornudos, provistos de látigos. En la segunda fosa, están los aduladores y cortesanos, son los secuaces de los líderes visibles, los que sirvieron de testaferros y legitimadores de capitales. Ellos están hundidos en estiércol.  En la tercera fosa están los “simoníacos”, aquéllos que vendieron puestos en los programas de vivienda, los que traficaron con la salud pública, los que vendieron obras de patrimonio nacional; cada reo está metido en un agujero, boca abajo, sólo asoman los pies en llamas.  En la cuarta fosa, se castiga a los adivinos, los opinadores, encuestólogos y conductores profesionales que, por dinero, manipularon a la opinión pública, predijeron desastres e invalidaron a hombres y mujeres de bien; ellos caminan hacia atrás porque les han retorcido el cuello, de modo que tienen la cara en la espalda.  En la quinta fosa están los que “trafican con la justicia”, los jueces vendidos y serviles que destruyen a los inocentes, que eliminan la separación de poderes y ahora se sumergen en una espesa resina ardiente y unos demonios negros los pinchan con sus garfios, si asoman la cabeza. En la sexta fosa están los hipócritas, éstos son los negociadores a sueldo de la información, que inventan rumores para destrozar a los que opinan distinto a sus jefes, son los sicarios de carreras políticas, los que juegan para dos bandos y venden integridades, los que planean ganar confianza para luego extorsionar; a estos les toca soportar el peso aplastante de capas y capas de plomo dorado. En la séptima fosa están los ladrones, los que son mordidos por serpientes en medio de su desnudez, se van deshaciendo en cenizas y se recomponen para un sufrimiento sin fin. Allí están los que desvían fondos directamente y financian con dinero del Pueblo yates, camionetas, casas en la playa… En la Octava fosa están los sembradores de discordia, los chismosos, los que dedicaron sus vidas a intrigar y cosechar pugnas internas, los padres del caudillaje en las organizaciones políticas. Los cizañeros que destruyen. En la Novena fosa están los “sembradores de escándalo y cisma” Aquéllos que dividen a sus toldas políticas creando otras por personalismo, los que hacen de enemigos de sus amigos y pervierten los objetivos sólo por poder. A ellos los demonios los desgarran.  En la última y Décima fosa, están los falsificadores, quienes están condenados a caminar entre enfermedades. Son los políticos que inventan ser ungidos, los que falsean testamentos políticos, lo que pervierten la herencia ideológica y la prostituyen.

Nuestro Bimba atormentado por todo lo visto, comienza a sentir un sopor que le quema, entonces entra al Noveno Círculo; allí se encuentra rodeado de traidores. Los hijos del peor de los pecados. Encuentra cuatro recintos; en el Primer Recinto, la Caína, están los traidores a sus compañeros, aquellos con precio a su cabeza, los que saltaron de un partido por dinero, sin virtud; los brinca-talanqueras por verdes. Ellos son oprimidos por hielos gruesos de cara al suelo. En el Segundo Recinto está la Antenora, los traidores a la Patria. Los militares que juraron defender a la nación  y se entregaron a poderes particulares, personalismos, caudillismos. Son los que traicionaron la máxima de servir y defender al Pueblo, los que empuñan las armas en su contra. En el Tercer Recinto está la Ptolomea, reservada a los traidores de amigos y huéspedes, aquéllos que, una vez en el poder, dan la espalda a los que trabajaron por el ideal al promoverlos. Los que entregan a sus amigos y compañeros por codicia. En el Cuarto Recinto, La Judezca, están los traidores a sus benefactores, los parricidas, los que traicionaron con actos inexcusables al Sistema Democrático; los hijos del sistema que para hacerse con el Poder, terminaron por cavar su tumba.

Luego de ver los rostros de esos hombres, Bimba se descompone completamente por el asco, temblando, sudando, rezando… siente una vibración que sube por sus pies, asustado se agacha con los ojos cerrados, escuchando una sirena ensordecedora… despierta en su cama, es el despertador.  Bimba se levanta suspirando, decidido a hacer algo, porque ese infierno no podemos seguir llenándolo. No sabe qué hacer exactamente, y aún no distingue sueño de realidad, pero las caras, las caras son… La mañana está clara y se escuchan guacharacas a lo lejos.

 

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La oposición necesaria o en respuesta al llamado de Chávez y Maduro por @nancyarellano

Artículo publicado en aporrea.org http://www.aporrea.org/actualidad/a156707.html el 28/12/2012.

A los de oposición que quieran patria los llamamos,

 están convocados.

 Invocamos a su corazón de venezolanos (…)

Bienvenido el que quiera venir a trabajar por la patria”

Nicolás Maduro, Vicepresidente de la República. 28/12/2012 

 

Quien escribe estas líneas es demócrata y de izquierda; si es necesario hacer esa aclaratoria. Antes que nada debo decir que agradezco a aporrea.org por publicar estas líneas como muestra de su amplitud democrática, pues no soy pro-oficialista pero si comulgo con muchos proyectos del proceso –o no sería realmente de izquierda democrática-.  En dos platos, soy entonces lo que se llama “oposición” y espero que nadie prejuzgue por ese hecho.

 

Mi carta obedece a que la oposición como dijera el mismo Presidente Chávez es necesaria, pero una oposición seria, como también añadiría él, el mismo 7 de octubre en la noche. Como venezolanos, no podemos contentarnos con tener a dos equipos de lucha libre cayéndose a insultos, horadando la integridad nacional a diestra y siniestra, o dedicados a enfrentarse y sacarse los trapitos sucios que a nadie interesan. Evidentemente no hablo de los buenos hombres y mujeres que cada uno de los bandos tiene, no hablo de los chavistas y opositores nacionalistas y sensibles socialmente –que en ambos casos los hay- y eso debe decirse en voz alta.    

 

Para este año nuevo, tenemos que sentarnos a pensar. Por un lado –y eso siempre ha sido así- las facciones en gobierno marcan una pauta producto de un plan establecido y con el cual se hicieron con el poder, por otro lado la oposición, entendida no como partido o masa homogénea, sino como alternativas y opciones políticas que difieren del gobierno, tiene el papel –esencial en democracia- de “ajustar” lo propuesto por el gobierno para que no vaya en contra de diversas minorías y para que tome en cuenta intereses diversos en la variopinta sociedad. La oposición debe demandar causas justas, debe ser el primer contralor de la mano de los venezolanos. Así mismo el chavismo crítico que no es poder, debe estar atento al uso de los dineros del Estado. 

 

Y aquí viene mi crítica a secas: no podemos pretender que esos intereses sean tomados en cuenta, cuando el debate termina siempre en quién es peor que quién.  Un cacareo entre “la 4ta podrida” y “los boliburgueses corruptos”, una estigmatización sobre que todo opositor es de la “derecha fascista e imperialista” o que el chavismo es “comunista trasnochado y aburguesado”; perpetuando la discusión y quedando de espaldas al Pueblo y sus problemas cotidianos.  Honestamente creo que basta del tema.  Si hay gente de la mal-llamada 4ta República que deba algo, pues que el gobierno termine de dar curso a los procesos judiciales correspondientes; si hay personeros del actual gobierno que deban algo, pues que se introduzcan las pruebas de ello y empiece el debido proceso. Pero no puede ser que se siga eternamente en la afrenta estéril, que no soluciona los problemas reales y que deja al Pueblo mirando el show político como un programa al mejor estilo de aquél de origen peruano que modera la señora rubia.

 

La autoinvisibilización de la oposición parte de buscar siempre descalificar al gobierno actual como si fuera un “todo o nada”; desconociendo logros puntuales como la protección económica al preservar la economía real frente a los artilugios de los mercados financieros (que esa economía real hay que mejorarla sí, pero la discusión versará en torno a eso); logros como la masificación de la salud a través de la red Barrio Adentro I y II (que debiera apuntalarse el sistema de interacción entre la red hospitalaria y Barrio Adentro, sí. Y sobre eso debe hablarse); la masificación de la educación básica, media e inclusión en universidades (que debería hacerse una revisión muy acuciosa sobre los planes de estudio y la calidad; sí. Y ése debería ser un punto de debate, porque no es justo que en aras de la cantidad, se descuide la calidad de la educación de nuestros hombres y mujeres); además se han ampliado las capacidades productivas con muchos núcleos en diversos sectores, sí. ¿Y debe hacerse seguimiento al tema para apuntalar el parque industrial? Sí. Sobre ello debe discutirse seriamente, porque es el dinero del Pueblo el que se ha metido en muchos proyectos que han quedado a la mitad, o cuyos resultados productivos son deficientes. Y así puedo hablar de logros en sectores diversos, como la lucha antidiscriminación étnica, de género; de discapacidades físicas, psíquicas, sensoriales o la discriminación sexual; la asunción del multiculturalismo, el nacionalismo que debe profundizarse seriamente;  temas todos que han sido puntos puestos en agenda por el gobierno actual con un ahínco nunca visto, pero que en muchos casos se han quedado con iniciativas temerosas y superficiales. ¡Ése es el papel de la oposición! Entrar a exigir la profundización de esos temas, de exigir políticas públicas puntuales, vigilar el avance… Ésa es la oposición seria, la oposición necesaria.  La que recuerda las demandas populares, la que apunta a la mejoría de las condiciones de la población.  La que hace política, no televisión.

 

Y también quiero decir que esa oposición histérica, denigrante, racista, clasista, antinacionalista, y sinvergüenza flaca labor hace a nuestro país; por el contrario, esa derecha “tropical” lo único que logra es pervertir el papel que cumple en cualquier proceso político el adversario digno, aquél que pone en los “palitos” al gobierno para que no se “achinchorre” en el poder –porque eso pasa, seamos honestos-; y es que esa oposición mediática, comprable, hija de las técnicas de fabricación en oficinas con muebles capitoneados, a la que le dan asco las mayorías populares, lo único que logra es profundizar el caos –del cual pareciese beneficiarse-. Y no seria justa si no advirtiera que hay muchos “revolucionarios” que salen de esas mismas oficinas… y a los cuales el chavismo también debe ponerle el ojo. Los trapos se lavan en casa, es así.  En estos días un intelectual venezolano hablaba de “la oposición de la oposición”; claro, lo hablaba como si eso fuese algo malo, como si esa “oposición de la oposición” entorpece, hace el juego al “chavismo”; “aquélla que desconoce desde el 7 de octubre a Capriles” dice…. En fin, no entienden que no se trata de ese señor, la “oposición de la oposición” ¡no cumple el papel de versar en torno a un candidato! Es, como el chavismo crítico, la oposición que tiene que hacerle el juego ¡Al pueblo! No una que aparezca sólo electoralmente.

 

Escribo entonces esta reflexión para los compatriotas del chavismo sincero y para los compatriotas de la oposición seria, porque teniendo muchos puntos de desencuentro en la forma, sé que tenemos muchos más de acuerdo en el fondo. Al final ambos compartimos el suelo patrio, las ansias de liberación nacional y de desarrollo de potencial para nuestro maravilloso país.  Le hago esta respuesta al Vicepresidente Maduro quien en la toma de posesión del gobernador Istúriz, dijo: A los de oposición que quieran patria los llamamos, están convocados. Invocamos a su corazón de venezolanos (…) Bienvenido el que quiera venir a trabajar por la patria”  Pues le digo, ¡Aquí estamos!

 

Pero también publico esto en Aporrea, porque el chavismo debe darnos un voto de confianza, como oposición, para que nos sentemos a hablar y discutir las cosas puntuales: el poder comunal, la agenda nacional, las agendas estadales, las políticas específicas por gremio, sector… y así también al chavismo que es opositor en los gobiernos regionales, tiene también tienen que cumplir su papel de contralor. Porque la mejor afrenta a los apátridas, a los que no quieren al Pueblo, a los de la telepolítica, es que empecemos un debate serio desde abajo, ése que de ejemplo y termine de aniquilar a los que nos entorpecen el desarrollo al dividirnos en “dos toletes”.

 

¡Hagamos patria entonces! Con respeto y siempre reconociendo la voluntad del pueblo expresada en elecciones, pero sin desconocer que la democracia implica pluralismo necesario para enriquecer la ejecución y los proyectos.

 

¡Un gran saludo de una venezolanista a ultranza!

 

nancyarellano@gmail.com

 

Si yo muero hoy…

Si yo muero hoy, quisiera decirte tantas cosas…

Pedirte perdón, por las tierras hermosas

ésas que me regalaste, y yo dejé abandonadas

ésas que hiciste fértil

y ningunas manos labraron

ésas que hiciste grandes

y presencia alguna llenaron.

Si yo muero hoy, quisiera decirte tantas cosas…

Pedirte perdón, por los paisajes sublimes…

ésos que no visité, por carencia de esfuerzo,

ésos que no retraté

por necedad de recuerdos,

ésos que no exalté

por vano sosiego.

Si yo muero hoy, quisiera decirte tantas cosas…

Pedirte perdón, por este pequeño gran pueblo,

ése que no abracé, por falta de tiempo,

ése que no escuché

por sordera de ego,

ése que no ayudé

por pobreza de alma

-y de arresto-.

Si yo muero hoy, quisiera decirte ¡tantas cosas!…

Pedirte perdón,

por no decirle al mundo,

lo que te quiero.

A ti mi tierra,

mi paisaje

mi gran pueblo.

Pero si no muero hoy…

hay que empezar el revuelo,

de hacer sentir a mi patria: tierra, paisaje y pueblo,

que de nada valen palabras,

cuando uno ya está muerto.

 

Así que tomemos las manos, la voz, el alma y el cuerpo,

y llenemos este pueblo con ansias, con fuerza, con sueños…

para que nadie muera con tantos pendientes,

sino exhalando agradecido por la vida valiente,

del que deja patria altiva,

trabajada, libre y consciente.