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La mosca que soñaba que era un águila por Augusto Monterroso

Inconformes de siempre. A la espera de una satisfacción imaginaria, y dejando de lado cualquier acto de voluntad.  Dejo bajo estas lineas, al inmensamente maravilloso Monterroso.

Había una vez una Mosca que todas las noches soñaba que era un Águila y que se encontraba volando por los Alpes y por los Andes.

En los primeros momentos esto la volvía loca de felicidad; pero pasado un tiempo le causaba una sensación de angustia, pues hallaba las alas demasiado grandes, el cuerpo demasiado pesado, el pico demasiado duro y las garras demasiado fuertes; bueno, que todo ese gran aparato le impedía posarse a gusto sobre los ricos pasteles o sobre las inmundicias humanas, así como sufrir a conciencia dándose topes contra los vidrios de su cuarto.

En realidad no quería andar en las grandes alturas o en los espacios libres, ni mucho menos.

Pero cuando volvía en sí lamentaba con toda el alma no ser un Águila para remontar montañas, y se sentía tristísima de ser una Mosca, y por eso volaba tanto, y estaba tan inquieta, y daba tantas vueltas, hasta que lentamente, por la noche, volvía a poner las sienes en la almohada.

FIN

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Poesía Amorosa Latinoamericana #Literatura

La literatura es el medio más auténtico de humanidad; así, el amor.

Aquí un hallazgo cibernético (hace algunos años tengo el físico) que me gusta compartir.

Recomiendo al lector, antes de hundirse en la poesía amatoria de nuestra latinoamérica, el pasearse por este breve ensayo de O. Paz intitulado «Alrededores de la Literatura Latinoamericana» (http://es.scribd.com/doc/7101206/Alrededores-de-La-Literatura-His-Pa-No-American-A-de-Octavio-Paz) Recomiendo descargarlo porque es de difícil lectura en línea.

Espero lo disfruten!

 

POESIA AMOROSA LATINOAMERICANA

Prólogo de Manuel Ruano

 

Esta no es una antología: no le interesan los autores clasificados por épocas, países o tendencias. Tampoco todos los autores y ni siquiera los poemas más populares. Como su tema es el amor, resulta casi imposible decir cuándo se trata del místico o bueno, del carnal que se vuelve loco y llega a vilezas, del malo y el óptimo, sagrado y profano a la vez. Aquí se dan cita 119 autores precolombinos, coloniales, hispanoamericanos de distintos tiempos, brasileños y algunos que, como Lautréamont, Laforgue, Superville o Saint-John Perse, nacieron en estas tierras y se expresaron en otras lenguas. Desde luego, hay una importantísima presencia de mujeres que, al igual que los hombres, exaltan lo que tienen y, principalmente, lamentan lo perdido. Un libro, pues, para celebrar y mostrar en sus momentos cumbres la sensibilidad amorosa de los latinoamericanos, sus regocijos, sus dolores e inventiva.

Disponible en PDF para descargar gratuitamente!

http://www.bibliotecayacucho.gob.ve/fba/index.php?id=97&no_cache=1&download=CA_18.pdf&catalogUid=240&filetype=ayaDigit

La pasión paciente de Hanni Ossott #Literatura #Venezolana

Hanni es una de esas poetas y ensayistas que crean adicción con el soberbio peligro de ya no estar presente, por ello las dosis deben ser bajas pero suficientes para dejar macerar la multiplicación de su arte. Ése que por esencial e inacabado, también se viste de infinito. Sin más, algo de Hanni.
………
Hanni Ossott

LA PASIÓN PACIENTE

El arte es un sacramento fundado en lo carnal.
THOMAS MANN
Hay un poema hermosísimo de Kavafis, llamado Ítaca, que puede explicarnos la relación de la literatura con el erotismo. En este poema, Kavafis nos habla de un largo viaje que debemos emprender a Ítaca y nos dice que lo retardemos en lo posible, pues en la travesía encontraremos las más finas mercancías, el esplendor del coral, ébano y perfumes. Ítaca es el cese, el fin. La muerte. La literatura y el erotismo son la travesía, el espacio de la riqueza. El tiempo otorgado a la seducción, la gran aventura del cuerpo y del alma. Ítaca no es el goce. Por ello, eros y muerte se hermanan. Lo importante en la literatura no es terminar un libro, sino vivirlo, hacerlo, pulsarlo. El tiempo empleado en su elaboración, las caricias, la lentitud en sus correcciones, la vibración en su relectura, constituyen la máxima expresión de su eros.
El final es Ítaca, la muerte del amante y el comienzo del lector. Toda obra de arte verdadera surge al amparo de muchos dioses, pero sin eros no hay obra. Esto nos lo enseñó Platón en El banquete.
Existe también un cuento de Borges que nos habla de ello. Se llama Las ruinas circulares. Se trata de la historia de un hombre que quiso soñar a otro hombre y después de numerosos fracasos, soñó con un >>corazón que latía<<. Ese hombre soñó (creo) desde el centro de la pasión, pero es preciso saber retardar la llegada a un centro de concentración y consumación. Se trata de una paciencia en la pasión y en la seducción por la palabra. La literatura es cuerpo, es carnalidad vuelta alma y espíritu. El eros de la literatura es un viaje y un canto hacia un centro improbable, un centro intuible que va haciéndose en travesía, en los encuentros y en la escucha de otro. Eros y amor.

Ossott, Hanni. “La pasión paciente”, en Cómo leer la poesía. Caracas: Bid y co. editor, 2005.

Walking Around de Neruda #Literatura

Comparto el poema de Pablo Neruda que más me gusta…

——–

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas moradas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
no quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos,
aterido, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.

 

Hallazgos de la Vida de César Vallejo

¡Señores! Hoy es la primera vez que me doy cuenta de la presencia de la vida. ¡Señores! Ruego a ustedes dejarme libre un momento, para saborear esta emoción formidable, espontánea y reciente de la vida, que hoy, por la primera vez, me extasía y me hace dichoso hasta las lágrimas.

Mi gozo viene de lo inédito de mi emoción. Mi exultación viene de que antes no sentí la presencia de la vida. No la he sentido nunca. Miente quien diga que la he sentido. Miente y su mentira me hiere a tal punto que me haría desgraciado. Mi gozo viene de mi fe en este hallazgo personal de la vida, y nadie puede ir contra esta fe. Al que fuera, se le caería la lengua, se le caerían los huesos y correría el peligro de recoger otros, ajenos, para mantenerse de pie ante mis ojos.

Nunca, sino ahora, ha habido vida. Nunca, sino ahora, han pasado gentes. Nunca, sino ahora, ha habido casas y avenidas, aire y horizonte. Si viniese ahora mi amigo Peyriet, les diría que yo no le conozco y que debemos empezar de nuevo. ¿Cuándo, en efecto, le he conocido a mi amigo Peyriet? Hoy sería la primera vez que nos conocemos. Le diría que se vaya y regrese y entre a verme, como si no me conociera, es decir, por la primera vez.

Ahora yo no conozco a nadie ni nada. Me advierto en un país extraño, en el que todo cobra relieve de nacimiento, luz de epifanía inmarcesible. No, señor. No hable usted a ese caballero. Usted no lo conoce y le sorprendería tan inopinada parla. No ponga usted el pie sobre esa piedrecilla: quién sabe no es piedra y vaya usted a dar en el vacío. Sea usted precavido, puesto que estamos en un mundo absolutamente inconocido.

¡Cuán poco tiempo he vivido! Mi nacimiento es tan reciente, que no hay unidad de medida para contar mi edad. ¡Si acabo de nacer! ¡Si aún no he vivido todavía! Señores: soy tan pequeñito, que el día apenas cabe en mí!

Nunca, sino ahora, oí el estruendo de los carros, que cargan piedras para una gran construcción del boulevard Haussmann. Nunca, sino ahora avancé paralelamente a la primavera, diciéndola: «Si la muerte hubiera sido otra…». Nunca, sino ahora, vi la luz áurea del sol sobre las cúpulas de Sacre-Coeur. Nunca, sino ahora, se me acercó un niño y me miró hondamente con su boca. Nunca, sino ahora, supe que existía una puerta, otra puerta y el canto cordial de las distancias.

¡Dejadme! La vida me ha dado ahora en toda mi muerte.

Si has perdido y Un Amor más allá del Amor… de Roberto Juarroz

Si has perdido tu nombre… 

Si has perdido tu nombre,
recobraremos la puntada de las calles
más solas
para llamarte sin nombrarte.

Si has perdido tu casa,
despistaremos a los guardianes de la
cárcel
hasta dejarlos con su sombra y sin sus
muros.

Si has perdido el amor,
publicaremos un gran bando de palomas
desnudas
para atrasar la vida y darte tiempo.

Si has perdido tus límites,
recorreremos el cruento laberinto
hasta alzar otra forma desde el fondo.

Si has perdido tus ecos o tu origen,
los buscaremos, pero hacia adelante,
en el templo final de los orígenes.

Solamente si has perdido tu pérdida,
cortaremos el hilo
para empezar de nuevo.

……

Un amor más allá del amor…

Un amor más allá del amor,
por encima del rito del vínculo,
más allá del juego siniestro
de la soledad y de la compañía.
Un amor que no necesite regreso,
pero tampoco partida.
Un amor no sometido
a los fogonazos de ir y de volver,
de estar despiertos o dormidos,
de llamar o callar.
Un amor para estar juntos
o para no estarlo
pero también para todas las posiciones
intermedias.
Un amor como abrir los ojos.
Y quizá también como cerrarlos.

El poeta no tiene otra alternativa…

El poeta no tiene otra alternativa que inventar o crear otros mundos. La poesía crea realidad, no ficción. Afirmo que la poesía es realidad, y para mí es la mayor realidad posible porque es la que cobra conciencia real de la infinitud.

Roberto Juarroz. Poeta y ensayista argentino (1925-1995)

Graduado en la Facultad de Filosofía y Letras y en Ciencias de la información por la Universidad de Buenos Aires y becario de la misma, amplió estudios en La Sorbona. Fue después profesor titular de la Universidad de Buenos Aires y dirigió el Departamento de Bibliotecología y Documentación de la misma entre 1971 y 1984. En esta universidad ejerció la docencia durante treinta años. Marchó al exilio con el advenimiento del general Perón. Trabajó como bibliotecólogo para la Unesco y la OEA en diversos países y entre 1958 y 1965 dirigió veinte números de la revista Poesía = Poesía junto con Mario Morales. Colaboró en numerosas publicaciones argentinas y extranjeras y fue crítico bibliográfico del diario La Gaceta de Tucumán (1958-63), crítico cinematográfico de la revista Esto es (Buenos Aires, 1956-58) y traductor de varios libros de poesía extranjera, en especial de Antonin Artaud.

Su poesía ha sido muy estudiada y vertida a una gran cantidad de lenguas. Desde junio de 1984 fue miembro numerario de la Academia Argentina de Letras. Recibió varios premios, el Gran premio de honor de poesía de la Fundación Argentina de Buenos Aires, el Esteban Echeverría de 1984, el «Jean Malrieu» de Marsella en mayo de 1992, y el premio de la «Bienal Internacional de Poesía», en Lieja, Bélgica, en septiembre de 1992.

Fuente: wikipedia