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Millennials: viajar gratuitamente?

De pequeños, todos leímos los cuentos de los hermanos Andersen y nos zambullimos en un mundo de fantasías y un subidón de emociones… Así que cualquier palabra de uno de los hermanos Andersen es casi sagrada… Porque además la claridad e inmortalidad de sus palabras es genial: H.C. Andersen dijo «viajar es vivir»

Y viajar es una de esas cosas en la vida que tiene «EL» significado.  «viajar es cambiar de ubicación» pero más allá de esta acepción está lo que los sociólogos llaman «viaje onírico» que es básicamente el viaje turístico, ese destinado a cumplir la misma función que el sueño: «crear una realidad paralela al mundo sensible y recrear al organismo despojándolo de todas sus frustraciones»  en un mundo cada vez más consciente: superficial o profundamente (la opción es de quien lleva la piel puesta) el viaje es parte del sistema. De la forma más psicológicamente coherente de auto preservación.

  
Pero la gran pregunta: ¿cómo viajamos los Millennials? ¿Hasta dónde llega nuestra necesidad de viaje?  Somos viajeros por definición y tenemos la necesidad del «viaje» diario.  El «microviaje» es, por excelencia, parte de nuestra rutina; y se trata de ese viaje que entre gadgets hacemos cada 15/30 minutos, transportándonos desde nuestra ubicación actual hasta algún país recóndito, otro idioma, algún chiste o post en Face o hacia alguna realidad de fantasía: Andersen y el camino de caramelos de Candy Crush… 

El microviaje continuo tiene un efecto en nuestro carácter voluble y multifocal. Ello nos hace seres «extraños» para otras generaciones «unifoco» que observan nuestras «breves partidas» como interrupción, mientras que nosotros las vemos como pequeñas dosis de vitalidad y propiedad del cuerpo y la mente: una reclamación de espacio y nuestra forma de activar la creatividad y la acción. 

Puede claramente que haya peligros de «microrealidades» y «macroviajes» en aquellos Millennials que viven más de realidades alternas que de físicas y que ciertamente caen en la dispersión y desenfoque… Pero ello es, como todo en la vida, un extremo.

La sociedad occidental actual permite con las mejoras salariales y el abaratamiento de los costos de transporte, así como los derechos de descanso y recreación, que el hombre actual viaje; además la sociedad del capital permitió hacer de la recreación «un negocio» pero no es menos cierto que los Millennials también hemos tenido nuestro influjo en la concepción y retoma purista del viaje: el factor sorpresa. Así se han creado páginas como couchsurfing.com o airbnb.com. La primera se trata de ofrecer tu sofá a un extraño para que se hospede y la segunda alquilar tu habitación o apartamento por un día o más, todo básicamente en cualquier lugar del mundo. 

Y este viaje es como si un Ulises moderno, dispuesto a la aventura hubiese resucitado para volver a enfrentar las bondades y adversidades de los dioses. Hoy el «backpackers trip style» adquiere un nuevo sentido, empezando porque no es la falta de recursos lo que motiva a los Millennials a tomar estas opciones, sino la idea de conocer gente nueva, relacionarse con locales y vivir una experiencia auténtica. Es el microviaje dentro del viaje. El segundo siempre es «gratuito» (plan de datos como alfombra de Aladino)

Al final hay que vivir ¡y punto! Para que la muerte se asuste y para que el tiempo valga. Nosotros estamos claros.

  
¡Seguiremos viajando! (Ya me voy a mi realidad) nos vemos…

@nancyarellano 

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Felicidad o eudaimonía. Las preguntas de la modernidad. De Aristóteles a Bauman

Pensar en la felicidad es un ejercicio que, de hacerse concienzudamente, recae sobre la Academia. No porque derive en un ensayo filosófico o en una definición de diccionario, sino por el simple hecho de que no podemos reparar en ello sin pensar en qué luces pueden darnos aquéllos que han venido pensando reposadamente e insistentemente en las respuestas a estas preguntas.

Aristóteles dice: «Puesto que la felicidad (o placer) es aquello que acompaña a la realización del fin propio de cada ser vivo, la felicidad que le corresponde al hombre es la que le sobreviene cuando realiza la actividad que le es más propia y cuando la realiza de un modo perfecto; es más propio del hombre el alma que el cuerpo por lo que la felicidad humana tendrá que ver más con la actividad del alma que con la del cuerpo; y de las actividades del alma con aquella que corresponde a la parte más típicamente humana, el alma intelectiva o racional. Como en el alma intelectiva encontramos el entendimiento o intelecto y la voluntad, y llamamos virtud a la perfección de una disposición natural, la felicidad más humana es la que corresponde a la vida teorética o de conocimiento (por ello el hombre más feliz es el filósofo, y lo es cuando su razón se dirige al conocimiento de la realidad más perfecta, Dios), y a la vida virtuosa. Finalmente, y desde un punto de vista más realista, Aristóteles también acepta que para ser feliz es necesaria una cantidad moderada de bienes exteriores y afectos humanos.  En resumen, Aristóteles hace consistir la felicidad en la adquisición de la excelencia (virtud) del carácter y de las facultades intelectivas.» (1)

Ahora bien, es interesante lo que otro filósofo, más moderno señala: «La libertad es lo que elige todo ser, como ser y racional»  puesto que «El individuo se somete a la sociedad y esta sumisión es la condición de su liberación. Para el hombre, la liberación consiste en liberarse de las fuerzas físicas ciegas e irracionales; lo consigue oponiéndoles la enorme inteligente fuerza de la sociedad bajo cuya protección se ampara…»  pero esto no es todo. Bauman en una entrevista dice: «Hay que replantearse el concepto de felicidad, se lo digo totalmente en serio» (…) «Generamos una especie de sentido de la culpabilidad que nos lo impide» porque nos dejamos llevar por la cotidianidad de «elecciones» y «costos de oportunidad» que nos someten a un círculo de pago de prebendas por la falta de tiempo para ser felices. (2)

Mi pregunta es… ¿Qué alimenta al alma? ¿Qué conocimiento nos da la vida para ser felices? ¿Qué papel juega la libertad racional con el justo tiempo para alimentar el alma? ¿Cómo el amor puede liberarnos día a día para hacerse parte del alimento del alma? ¿Cómo mitigar esta modernidad líquida y salvar el ritmo del corazón entre los sonidos de los automóviles?

Bauman repara en ello cuando plantea ¿Qué hay de malo en la felicidad? y empieza así:

«La búsqueda de la felicidad, que ocupa nuestro pensamiento gran parte del tiempo y llena la mayor parte de nuestra vida –como seguramente reconocerán la mayoría de los lectores–, no puede reducir su presencia ni mucho menos detenerse… más que por un momento (fugaz, siempre fugaz). ¿Por qué esta pregunta nos desconcierta? Porque preguntar “qué hay de malo en la felicidad” es como preguntar qué hay de cálido en el hielo o qué hay de hediondo en la rosa. Siendo el hielo incompatible con el calor y la rosa con el hedor, este tipo de preguntas asume la verosimilitud de una coexistencia inconcebible (donde hay calor no puede haber hielo). En realidad, ¿cabría la posibilidad de que hubiera algo malo en la felicidad? ¿Acaso la palabra felicidad no es sinónimo de la ausencia del mal? ¿De la imposibilidad de su presencia? ¿De la imposibilidad de todo y cualquier tipo de mal? Sin embargo, ésta es la pregunta que plantea Michael Rustin1 , como la ha planteado antes que él un buen número de personas preocupadas y como probablemente lo harán otros en el futuro. Rustin explica la razón: sociedades como la nuestra, movidas por millones de hombres y mujeres que buscan la felicidad, se vuelven más prósperas, pero no está nada claro que se vuelvan más felices. Parece como si la búsqueda humana de la felicidad fuera un engaño. Todos los datos empíricos disponibles sugieren que entre las poblaciones de sociedades desarrolladas puede no existir una relación entre una riqueza cada vez mayor, que se considera el principal vehículo hacia una vida feliz, y un mayor nivel de felicidad. «

Sigo pensando que hay un acto de fe, racional, en mirar al otro y poder ser uno mismo… pero no es fácil.  Hay que buscar ese justo medio entre lo externo y lo interno, el otro y yo, es un camino que exige perspectiva. Moderación. Nuevamente saltan a mi mente los Griegos y sus nociones helénicas del mundo.

Seguiremos pensando… y salvándonos en ser felices en medio de la marea moderna.

Por lo pronto seguiré leyendo: https://zoonpolitikonmx.files.wordpress.com/2014/05/quc3a9-hay-de-malo-en-la-felicidad-bauman2.pdf

——–

(1) http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiagriega/Aristoteles/Felicidad.htm

(2) http://prodavinci.com/2013/06/22/perspectivas/zygmunt-bauman-hay-que-replantearse-el-concepto-de-felicidad/

(3) http://www.lavanguardia.com/vida/20140517/54408010366/zygmunt-bauman-dificil-encontrar-feliz-ricos.html

Algunas reflexiones de Zigmunt Bauman

Modernidad líquida

“¿Qué es la «vida líquida»? – leía- La manera habitual de vivir en nuestras sociedades modernas contemporáneas. Se caracteriza por no mantener ningún rumbo determinado puesto que se halla inscrita en una sociedad que, en cuanto líquida, no mantiene por mucho tiempo una misma forma. Lo que define nuestras vidas es, por lo tanto, la precariedad y la incertidumbre constantes”

“44 cartas de este mundo líquido”, 2011

“Vivir en un mundo líquido del que se sabe que sólo admite una única certeza (la de que mañana no puede ser, no debe ser y no será como es hoy)…”

“Miedo líquido: La sociedad contemporánea y sus temores, 2007

 

Poblaciones superfluas o globalización

“Es demasiado pronto para prever la forma final de la cohabitación humana planetaria. Hay una cosa que sí puede postularse: la perspectiva de una comunidad global es un horizonte último en el que debemos medir la pertinencia de cada paso que demos hacia su consecución. Una comunidad, para merecer tal nombre, debe apoyarse en la idea de que sus miembros asumen una responsabilidad compartida por cada cual. No puede haber una comunidad sin un sentido y una práctica de la responsabilidad. Y si la capacidad de carga de los puentes se mide por la fuerza de sus pilares más débiles, la solidaridad de una comunidad se mide por el bienestar y la dignidad de sus miembros más débiles”

Entrevista para “El País”, 10 de Mayo del 2003.

“El proceso de la globalización es tortuoso. Hay fuerzas que están globalizadas: las finanzas, los mercados, el terrorismo, el tráfico de armas y de drogas. Mientras tanto, los poderes democráticos siguen siendo locales, nacionales.”

Entrevista para “El País”, 19 de Agosto del 2012.

“…las ciudades se han convertido en el basurero de los problemas engendrados globalmente. Los residentes de las ciudades y sus representantes electos deben enfrentarse a una tarea que de ninguna manera pueden asumir: la tarea de buscar soluciones locales para las contradicciones globales.”

“Amor líquido: Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos”, 2005

 

La felicidad

Al no ser alcanzable el estado de felicidad estable, sólo la persecución de este objetivo porfiadamente huidizo puede mantener felices (por moderadamente que sea) a los corredores que la persiguen. La pista que conduce a la felicidad no tiene línea de meta. Los medios ostensibles se convierten en fines y el único consuelo disponible ante lo escurridizo de este soñado y codiciado ‘estado de felicidad’ consiste en seguir corriendo; mientras uno sigue en la carrera, sin caer agotado y sin ver una tarjeta roja, la esperanza de una victoria final sigue viva”.

“En una sociedad de compradores y una vida de compras, somos felices mientras no perdamos la esperanza de llegar a ser felices; estamos asegurados contra la infelicidad siempre que podamos mantener esta esperanza. Así, la llave de la felicidad y el antídoto contra la amargura consiste en mantener viva la esperanza de llegar a ser felices. Sin embargo, sólo puede mantenerse viva si se cumple la condición de una rápida sucesión de ‘nuevas oportunidades’ y ‘nuevos comienzos’, y con la perspectiva de una cadena infinita de nuevos comienzos”.

“El arte de la vida”, 2008.

 

Forma de gobierno

«La república es una institución que no considera la libertad de sus ciudadanos únicamente como libertad negativa, como una falta de limitaciones, sino como un poder capacitador, la libertad de participar; una institución que intenta —siempre de manera inconcluyente pero con constante celo y vigor— lograr un equilibrio entre la libertad del individuo de toda interferencia y el derecho de los ciudadanos a interferir»

«La democracia liberal, en otras palabras, aspira a lograr la cuadratura del círculo menos susceptible de convertirse en cuadrado: pretende preservar simultáneamente la libertad de actuación del Estado, los individuos y sus asociaciones, convirtiendo la libertad de cada uno de ellos en condición necesaria de la libertad de los otros»

“En búsqueda de la política”, 2001