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#BrújulaElectoral, un mejor sentido del gusto por @nancyarellano

 

La alquimia del Marketing Electoral es absolutamente dañina para el debate democrático. Y muchos adoran crear «etiquetas» nuevas a viejos productos y les succionan el alma. Y hablo de «viejos» no por descalificar, sino por dar justo valor a la preeminencia de determinadas ideas. Platón plantea el «mundo de las ideas» y «el mundo de los sentidos» en el s.IV aC. Nadie discute eso. Recuerdo que cuando salió The Matrix (la película) se habló de que la creación de la realidad virtual engañosa era el Mundo de Los Sentidos y que la realidad de los cuerpos conectados a la Matriz, era el mundo real o mundo de las ideas platónica. El mito de las cavernas de Platón llevado al sigo XXI. Los hermanos Wachowski habían «innovado» respecto a Platón y con base en Platón, actualizando las teorías para plantear de otra forma lo mismo y hacerlo cercano al público contemporáneo.  Así en política es deseable unos Wachowski que innoven, pero no es lo que domina. Lo normal no es encontrar asesores políticos o secretarías de doctrina que logren actualizar el mensaje esencial que nos define, sino que optan por «mutar» a mensajes «potables» que «agraden» supuestamente a más gente.

 

La política es el arte -o ciencia- de conseguir y mantener el poder. El Poder es la capacidad de un sujeto —líder— para inducir un comportamiento deseado en muchos sujetos contra toda adversidad. La democracia el sistema político preferible, como diría Sartori, para fragmentar El Poder (con P mayúscula) y equilibrar a la sociedad: armonizarla en libertad creando fragmentos de poder a través de la separación de poderes en el Estado, la temporalidad de los mandatos y el pluralismo político, asociado a la tolerancia y diferencia. El capitalismo es el sistema económico dominante a escala mundial, preferible por su coherencia con la psicología humana — y de masas— que quiere que su esfuerzo se vea recompensado. El mercado es el espacio donde se da el intercambio entre una oferta —de bienes, servicios o ideas— y una demanda —de bienes, servicios o ideas— que la sociedad, los grupos o individuos convienen que son necesarias. Una cosa es la política, otra el sistema político, otro el sistema económico y otra el mercado.  Respecto del último se plantea si el mercado es «una inteligencia superior» que se regula a sí mismo. El bendito Laissez Faire. Y se ha concluido que hay fallos, y fallos de mercado que cuestan tiempo, y no cualquier tiempo sino el tiempo de las personas que nacen en ese lugar —o viven en ese lugar— y en ese momento: el determinismo geográfico e histórico. ¿Es justo que una persona esté excluida del mercado porque nació pobre en una zona subdesarrollada? Si la respuesta es Si, No o Depende, empieza la belleza: las ideologías.

 

Las ideologías son sistemas de valores que se admiten como regidores de la forma de actuar de los políticos —o de las personas— cuando se trata de formas de administración del poder en el Estado y el funcionamiento económico son ideologías políticas, cuando se trata de las prácticas sociales privadas por lo general son ideologías religiosas o sistemas de creencias.  En sí una ideología determina y exige «una forma de ser y de actuar» en todos los ámbitos. Lo interesante en política es que la ideología crea «conductas esperables» de los políticos y sanciones grupales cuando hay desvíos. Por eso, para mí , las ideologías en nuestras latitudes son importantísimas. Y en este mismo sentido los partidos son los alberges y templos de las ideologías políticas, logrando consensos y motivando la difusión de éstas, su debate, centrando posiciones de acuerdo al sistema de creencias y convicciones (nunca, nunca, por meros fines electorales).

 

Un sistema de partidos  fuerte ayuda a que las personas con sistemas de valores parecidos de junten, pero además convengan esas conductas comunes y exijan su cumplimiento en la identidad grupal y en su quehacer social y político. Son garantía de representación para la diversidad de grupos sociales en una sociedad democrática. ¡Necesitamos partidos! para que haya debate democrático y garantía de quiénes son nuestros políticos y cuál es el debate en el que usan nuestras voces como principio de legitimidad —como patente de corso—.

 

Las estrategias de Marketing electoral que reetiquetan a las ideologías, las mezclan, las confunden y las hacen potables, «atractivas» como el cuento del ponquecito, la magdalena o quequito, el muffin y el cupcake.  Donde el primero es una masita dulce, el segundo una masita dulce con un papelito lindo, y el tercero con papelito y chispitas de colores. Y la gente los compra por «moda». Pero en esencia siguen siendo una masita dulce, el mismo quequito. Eso es el Marketing Político electoralista. Una salida a la calle y tropezarse con un atractivo cupcake. Pero… no podemos vivir de cupkakes, pero tampoco debemos vivir sin la posibilidad de tener un cupcake.

Magdalena-muffin-cupcake

En democracia, necesitamos la harina que no solo sirve para quequitos sino para infinidad de cosas más, necesitamos el azúcar, la mantequilla, la levadura, el papelito y las chispas… cada ingrediente —y muchos más—para una construcción social compleja, para muchas recetas, incluido el bendito postre pero con ofertas más allá. Si no, tendremos una democracia de reposteros de verano, personalismos como quien crea una marca de dulces o regenta un negocio a pedido del público, y no de ingredientes con posibilidades infinitas de creación culinaria para todos los gustos. En la interacción de partidos con sistemas de valores (ingredientes) para una especialidad culinaria.

 

Los partidos son propuestas con ingredientes esenciales (valores), la comunicación política puede asirse de armar un buffet electoral con sus ingredientes, pero cuando los partidos son reducidos a ser unas cocinas sin personalidad cuya carta va a la moda, son un peligro porque no se especializan en nada y tendrás a cevicheros haciendo «cupcakes» y el mes siguiente —en el poder— haciendo parilla con carne seca. No esperen una alta gastronomía de reposteros improvisados «a la moda», ni una política seria de políticos que se acomodan.

 

 

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El peligro de dejar que «lo nuevo»destruya la innovación

o apuntes de la economía post-global

por @nancyarellano

 

«En la etapa fluida de la modernidad, la mayoría sedentaria

es gobernada por una élite nómade y extraterritorial»

Z. Bauman en Modernidad Líquida

 

Estamos ante una sociedad que ha innovado en sus relaciones y se presenta como un subproducto de un sistema económico —y tecnológico— trasnacional: post-global.  ¿Debe preocuparnos? Sí, absolutamente. No digo que la preocupación derive en una visión negativa del estado actual de las cosas. Sino que deviene del estado actual de las cosas. Las cosas cambiaron, sufrieron los golpeteos del tiempo y del sistema de eliminación de fronteras en pro de un «mercado trasnacional» o post-global.

Hace unos años estudiaba la evolución de la noción de soberanía, específicamente en Europa, durante el proceso de creación de la Unión Europea donde se transformó ésta en apuesta de una soberanía comunitaria o supraestatal; específicamente para fortalecer el posicionamiento económico y, por ende, político de Europa frente a los retos de la trasnacionalización de los mercados ¿Pero qué ocurre en el resto del mundo? Igualmente dos fenómenos han «debilitado» la noción de soberanía: los mercados financieros y la tecnología.

Los mercados financieros han comprometido a todo el mundo, con todo el mundo. Un fenómeno que acontece en un país, afecta inmediatamente las inversiones de varios países; sin mencionar las bolsas financieras.  Esto no debe alarmarnos, no necesariamente. Esta «debilidad» se traduce en que el sistema dominante es el capitalismo, en su significado más esencial.

¿A qué llamo capitalismo esencial? Un sistema económico que trata de la producción de bienes y servicios (oferta) en un mercado a un valor de canje (determinado por la demanda) a través de un signo monetario (dinero). El flujo de dinero de cada «usuario» del sistema (poder adquisitivo) está determinado por la oferta que, a su vez, hace cada individuo de talento y experticia frente a la demanda (requerimientos) del mercado laboral (quienes contratan personas para la producción de esos bienes y servicios) y que determina la oferta económica (sueldos y remuneraciones) que las empresas hacen a los individuos a cambio de su talento y experticias.

Básicamente el «Sueño Capitalista», el de los comerciales, es el American Dream es decir, «la promesa de que con tu esfuerzo logras capacitarte para conseguir un empleo remunerado para satisfacer las necesidades básicas e incluso lujos: la movilidad social (ascender de clase social) y lograr una mejor «calidad de vida».

Ahora bien, como no todo lo que dicen los comerciales de TV es cierto, no al menos como lo dibujan, la realidad impone varios retos.  Entre ellos podemos mencionar, sólo para ilustrar:

1) La lógica capitalista «esencial» se ve exponenciada —ficticiamente— con los mercados financieros (el efecto «Farándula y Casino» de la economía real).  Todo el sistema se «exagera» en términos de valor pactado (ficticio) por el mercado financiero. Una empresa entra en Bolsa y cotiza por rumores, informaciones y tendencias de compra de «acciones», inflando/disminuyendo ficticiamente su valor, su presupuesto, su nivel de gasto y sus proyectos de expansión. Causando además que gente (sin talento o experticia) obtenga una ganancia / pérdida sobre un capital que no es producto del intercambio en el mercado laboral/ de producción; sino por la «creación» del mercado de valores. Un casino mundial.

Otro ejemplo es cuando compras a crédito, el dinero que usas es un dinero inexistente en la economía, sólo producto de acuerdos de papel entre los bancos centrales y los bancos privados (cuando esa distinción existe) al que se llama «Multiplicador Monetario». Por tanto tu poder de compra no es real, sino más «farándula y casino» de la economía financiera.

Ejemplo: Si Luis coloca 10.000$ en el «Banco A», el banco está obligado a retener (por Coeficiente de Caja o Encaje Legal) el 10% y puede prestar el resto. Digamos que el «Banco A» presta a Rafael los 9.000$ y Rafael los deposita en el «Banco B». El «Banco B» ahora retiene 900$ y presta 8.100$ a Luisa. Luisa deposita 8.100$ en el «Banco C» y su banco retiene 810$ y presta el resto.  El dinero que realmente tiene cada banco es: 1000$ (Banco A),  900$ (Banco B), 810$ (Banco C). ¿Qué pasa si Luis, Rafael y Luisa van a sus bancos a sacar al mismo tiempo sus depósitos? El sistema sólo dispone realmente de 2.710$ en sus bóvedas, para responder a 27.100$ de dinero «creado» en la economía financiera.  Porque a todas éstas, en la economía real, sólo se produjeron 10.000$ por la vía del dinero transado en el mercado laboral. Este fenómeno es mundial.

2) La remuneración de talento y experticia se ve afectada por la creciente oferta demográfica (muchas personas que absorber en el mercado laboral) y las prácticas nocivas de explotación humana y de recursos (dumping social y ecológico) de países especialmente en Asia; que reduce la demanda laboral en los países con legislaciones beneficiosas a los trabajadores.  Para nadie es secreto que en el Asia todo puede ser más barato. Es la lógica del mercantilismo económico de principios del s.XIX (o el despotismo hidráulico) que oferta más barato para ganar cuotas de mercado, sin importar cómo vive la gente que trabaja o condicionando el acceso a determinados servicios o beneficios. Este fenómeno es de afección mundial y en nombre del mercado mundial se quiere tomar lo que conviene, para cifrar ganancias en el mundo «libre» pero ¿a qué costo? El costo es nuestra propia industria occidental. Entonces nos «obligan» a que los occidentales tengamos que ser mentes maestras para entrar en el mercado en una —imposible— profesionalización masiva o el peligro del «Neolumpen».  Me refiero a que el working class por ejemplo ya no sirve, no realmente. Está «subsidiado» en su «lifestyle» por el mercado financiero. Se convierten en Neolumpen en su extremo, los llamados NINJA —No Income, No Jobs or Assets— de la crisis de 2008. La solución es la diversificación industrial y ventajas competitivas de recursos y administración del poder sobre los recursos.

3) Las brechas de innovación entre regiones a nivel mundial y local. En un mundo marcado por la oferta de productos y servicios «diferenciados» la brecha en innovación es un problema real. La capacidad para ofertar al mercado nuevos productos que supongan «nuevas necesidades» —como la tecnología— determina tanto la absorción laboral, la gerencia de talentos y los niveles de deuda nacional. Así mismo el impacto de las economías locales en el mundo post-global. Ese «crédito» personal que explico en el punto uno, también ocurre a nivel de empresas y países. La I&D debe acelerarse en los países occidentales de segundo orden, en vías de desarrollo, o sus economías primarias colapsarán a medida de que se controlen los precios de los commodities y el crecimiento demográfico les descarte como mano de obra y no les imponga nuevas vacantes de talento.

4) La constante creación de «necesidades» agregadas —producto de la innovación—a la lógica de consumo, y sus efectos en los mercados financieros a través del «dinero deuda» (factor multiplicador) que explico en el punto 1. La creación de necesidades es el alma del capitalismo y de la humanidad: sociedad líquida y de consumo. Siempre que hablamos de evolución, hablamos de mejoras y sofisticaciones en nuestras tecnologías y formas de vida. Pero esto comporta el acceso a tales avances, y un valor de adquisición. Cuando la gente quiere pero no puede, se endeuda. Cuando se endeuda, se «crea» dinero y cuando se crea dinero y la gente compra a las empresas les va muy bien, por lo que sus acciones en bolsa suben, y más gente pone dinero en la rueda. ¿Me explico?

El «sistema» encuentra su balance en que todas las piezas sigan funcionando, haya confianza y se motive el ahorro lo suficiente como para que no haya Luis, Rafa y Luisa que quieran sacar su dinero al mismo tiempo. El que haya más gente que se endeude es vital, pero debe haber más gente que produzca nuevas necesidades, innove.  Cuando un país está al margen de influir con generación de innovación (economía real) o de multiplicación de dinero (mercados financieros): es subdesarrollado

Ahora retomo el título. Quien diga que puede destruir todo este sistema desde la presidencia de algún país, es un estafador sediento de poder o un ignorante. En cualquier caso un peligro que tenga firma en nombre de un Estado.  El sistema que describo gobierna el mundo entero. Hay países que crean leyes para minimizar el impacto de los desvíos, de la competencia desleal, el impacto ecológico, para corregir las desigualdades en oportunidades, o para promover su industria. Pero no hay forma de destruir un sistema que toca a absolutamente casi todos los 7.348.452.626 (y naciendo) de personas en el mundo.  A menos que brinques a un sistema autárquico, y excluyas a tu país del sistema; con sus correspondientes consecuencias en atraso. No podemos dejar que la mentira de «lo nuevo» nos lleve por un precipicio.

Hay que tener mucho cuidado con que «lo nuevo» destruya la innovación que nos ancla en el sistema para posicionarnos positivamente y que trunquen las oportunidades del «Sueño Capitalista» (para mí el «Sueño Occidental») de movilidad social en libertad y con mejores estándares de vida para la clase trabajadora. Todo esto es un trabajo para la clase política latinoamericana y occidental.  Construir una gran capa media que garantice y legitime al propio capitalismo y a la democracia. ¿Estamos preparados para ello?

 

 

Si no ayuda, no estorbe por @nancyarellano

«la verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimiento,

sino el hecho de negarse a adquirirlos» K. Popper

Muchos critican el estado actual de las cosas. Es cómodo criticar, no impone responsabilidad alguna. Lanzar la pelota al otro, o al vacío, es mucho más fácil que crear el equipo de futbol exitoso, ése es otro tema. Así en la política, en la economía o en los medios.

Aun me causa asombro ver a los «masoquistas de la contemporaneidad» que se dedican a criticar a diestra y siniestra con supuesto dolor el estado de las cosas: sufren, pero no hacen nada.  En estos días escuchaba con atención a dos «viejitos» —con todo respeto— de la televisión peruana, hablar desde la «élite» sobre cómo la política y la televisión atraviesan por «su peor momento». Inmediatamente me causa curiosidad qué papel jugaron estos dos señores en la descomposición que señalan de la política y de la televisión. Me causa curiosidad qué hacen hoy día para mejorar la situación; además, claro está, de hablar.

Luego uno de ellos, ya para aniquilar cualquier respeto hacia el discurso que escuchaba, comenta sobre «la esperanza que Pablo Iglesias, de Podemos, en España le da». ¿La esperanza en otro? ¿La esperanza en la «indignación»? ¿En la queja «desafinada»? ¿La comodidad nuevamente a través de los grupillos que quieren «lo nuevo»?  Me parece que optan, como todas las élites zombies del siglo XX que deambulan por este siglo, por mirar la realidad desde el balcón donde ellos mismos colocan su «superioridad», o de olvidarse de la historia que dicen conocer con todos sus «itsmos».  Dicen comprender que los tiempos han cambiado, pero ¿realmente comprenden?,  porque valoran con viejos sistemas de medidas una realidad de la que no son parte, o no quiere ser parte por mera inercia. Y encuentran, supongo, un placer solipsista en sentirse de «otro nivel». Entonces no hay cilicio, sino justificación. Es encontrar una forma de supervivencia y visibilidad a través del medio cómodo e inútil de criticar sin proponer. Se anula además la única posibilidad de incidir, que es responsabilizarse por lo propuesto.

Desde una perspectiva liberal, no pertenecen a este gran mercado plural. Por tanto, no están en capacidad de establecer los «benchmarks«. Su propio discurso los excluye de la posibilidad real de incidir; no inciden porque el mercado los excluye al no estar ellos a la altura de interpretar las demandas posibles y efectivas. La serpiente se muerde la cola. Comprender que la esperanza está en «lo nuevo» no es responsable, cuando lo nuevo no es evolución, innovación, sino disrupción y atraso. Nada más peligroso, por los resultados inciertos —o repetidos—.

Volviendo a Popper, «La toma de conciencia de que necesitamos la ayuda de otros conduce a la tolerancia basada en nuestra ignorancia: es el fundamento de la democracia». Cuando «las élites del Brandy» se dedican a la crítica superficial del estado actual de las cosas, me hacen pensar en la pobre noción de democracia, y los retos que de suyo implica, presente en sus mentes «instruidas». Recuerdo el caso del venezolano Arturo Uslar Pietri.  Muy versado, muy «razonable» pero ajeno, por no decir incompatible, con el mercado de la democracia venezolana. Ávido por reivindicarse teóricamente en su estatus de superioridad y no por “ensuciarse” con propósito para cambiar efectivamente el status quo: quizás no era su propósito.  Se cita su célebre frase «Sembrar petróleo», repetida por tantos los venezolanos, y que no fue más que la actualización del pensamiento del Alberto Adriani,  —de quien Pietri, por cierto, fue discípulo— en «El Café y Nosotros» (mayo, 1929): «Nunca se insistirá lo bastante en lo deplorable de la situación de un país cuya economía descansa sobre uno o pocos cultivos». Adriani despreciaba al petróleo, decía «esa industria es precaria; está en manos extranjeras; es, desde el punto de vista económico, una provincia extranjera enclavada en el territorio nacional«.  Adriani  identificó el problema central del atraso económico en una única razón: «nuestra incapacidad para enfrentar sus problemas de manera racional y científica«.  Ciertamente la industria petrolera no se mostraba en 1929 como la opción sobre la que toda nuestra economía versaría —en el Perú son los minerales—.  Pero Adriani había ya señalado el problema central de la dependencia, y proponía enfrentarlo con diversificación productiva: con ciencia e innovación. ¿Suena familiar? No puedo menos que decir que Adriani hizo lo que pudo, la muerte le sorprende a los 38 años en plena reforma agrícola en Venezuela.

Los problemas de las economías rentistas se agudizan además si son monoproductoras y exportadoras: los shocks económicos. El problema real es que son economías dependientes del mercado internacional, subordinadas de la innovación —del consumo— de los países desarrollados.  El problema no es el sistema, sino cómo lo abordamos.  En la medida en que la oferta de nuestros países esté concentrada en la materia prima, su vulnerabilidad es una constante. No hay auténtica soberanía económica si nos dedicamos a ser proveedores de insumos primarios —sea petróleo, gas, oro, cobre o carbón—  de los países que sí generan la demanda.  El mercado no es ya un simple agregado de necesidades básicas, es la «modernidad líquida» —a lo Bauman— de consumidores que buscan satisfacer necesidades que se ofertan día con día, desde la innovación. Si no innovamos, nos subordinamos. Pero atención, la solución tampoco es tan simple. Y cuidado con quienes, dándoselas de Robin Hood, pretendan presentarlas en fórmulas electoralistas. A los D. Hood Morados españoles, propongo verlos con absoluto recelo. Entienden al mundo por la «mirilla» del siglo XX, vendiéndonos soluciones a nuestros problemas como si del último producto de «Como lo ví en TV» se tratara. Si fuese tan fácil ¿No sería ya un hecho?

Y para cerrar, una vez más Popper, «La sociedad abierta es una en la que los hombres han aprendido a ser hasta cierto punto críticos de los tabúes, y a basar las decisiones en la autoridad de su propia inteligencia», y basar las decisiones en la autoridad de su propia inteligencia radica en identificar problemas para plantear soluciones, para innovar, para entender las oportunidades en el mercado. Repito, en el mercado. Luchar por cambiar al mercado, trastocar el sistema, es una estafa. La globalización económica, tecnológica y de las comunicaciones, no es una forma de hablar, que se niegue con palabras, o reversible a través de medidas locales, es un hecho que tomó lugar a escala mundial. El tiempo pasado no fue mejor, simplemente pasó. Quien que no mire hacia adelante es un subordinado más, quien puede elegir ser un masoquista, del presente. O un estafador que estorba, habla, y habla, del futuro al que no sabe cómo llegar porque no está, no realmente, en el presente.

Demasiada información necesaria, no es suficiente por @nancyarellano

«…con el pasar de los años he descubierto que el exceso

de información es peor que la escasez.

Ahora los temas cambian continuamente.

El interés de las personas fluctúa con enorme facilidad.»

Zigmunt Bauman – El País 19/08/2012

Vivimos en un mundo interconectado. Las migraciones se suceden sin restricción alguna, o casi. Amanece, y nuestro marco de influencia es otro.  No en vano Bauman, sociólogo que respeto, señala que estamos ante la era «líquida».  Una realidad que ya no obedece «estándares», porque éstos cambian a una velocidad angustiosa, aquélla que impone la lógica de la sociedad de consumo. El siglo XXI está marcado por la cultura de «tienda por departamentos» objetos, accesorios, gadgets, ideas y personalidades que nos seducen con sus ofertas y que nos confrontan al sentimiento constante de insatisfacción y obsolescencia; con casi ningún reparo en por qué la «nueva propuesta» realmente «supera» a la anterior.  «La simple novedad» …manda.

 

El escenario comunicacional del 2.0 se presenta como una realidad inmediata y como una ventana -más presente que nunca- hacia el mundo.  No pasaron horas, ni una, para que desde todas las latitudes se empezaran a filtrar comentarios, información y noticias sobre los hechos de París.  Tampoco pasó mucho tiempo para que se hicieran eco de las elecciones legislativas venezolanas, o sobre los «resultados» de la COP21 en términos de limitación de emisiones y aportes de los países desarrollados.  Esto sin reparar en las «tendencias» locales y las noticias nacionales, así como las costumbres «mediáticas» del momento: la farándula y los memes. La política navega, con los motores apagados, al ritmo de este caótico mar de tendencias y novedades.

 

Perú no es la excepción. El escenario peruano sigue dudosos caminos. Las principales candidaturas no muestran nada innovador, ni distinto, sólo se mueven. La «tienda por departamentos» de la política peruana reetiqueta viejos productos.  La «angustia» tiene más que ver con la apatía que con una sinfín de ofertas novedosas.  La inercia y la resurrección  se alzan como banderas. Keiko tiene a sus fieles seguidores «heredados» haciendo barra. Toledo sigue capturando la atención de los clientes del espectáculo. Y PPK ya se rodea del clientelismo que tiene sus «cheques post-fechados» desde la elección pasada, con una rigidez y falta de verbo político que lo hacen inaccesible para los sectores mayoritarios.  Todos, a excepción de la Sra. Fujimori, sobrepasan los 60 años, y se nota. Sin embargo la propuesta «AlberKo» (Alberto y Keiko) tampoco es jovial.  Todos siguen apostando al personalismo, la figura del César (o Cesarina) que vendrá a resolver los males de la sociedad. El Mesías que comprende cómo encauzar el caos del Perú. La reciente alianza anunciada entre el APRA y el PPC se muestra bien como «dos abuelitos que se mudan a vivir juntos para no morir solos» o como una profunda reflexión de puntos de encuentro entre dos partidos que son instituciones en el Perú; si es la última, deben reforzar su comunicación política y electoral. Espero que se trate de ésta.

 

Entre los candidatos del menor al 5% hay de todo. Más caras resurrectas, más de las tendencias continuistas. Una que otra diferenciadora pero sin el «punch» que requieren estos tiempos de sobreexposición a la información.

 

¿Alguien aparecerá a hablar desde el s.XXI? ¿Será que el Apra y el PPC serán los protagonistas del viraje de la oferta política del Perú? Sería grandioso que dos de los protagonistas de la política democrática del s.XX realmente trasciendan y reescriban los escenarios.

 

Hace unos días leía un post de una profesora venezolana, ella argüía que no entendía cómo en Latinoamérica, esta región tan versátil para las creaciones culinarias «fusión», tan dada para la generación de propuestas desde la síntesis del «viejo» y «nuevo» mundo (Europa y Estados Unidos) no haya logrado apostar a resolver los problemas de la afrenta «capitalismo» vs «socialismo».  El exceso de información quizás nos está paralizando. O siguen mediando los viejos intereses, el electoralismo y la visión pacata y egoísta del poder.

 

Quisiera creer que, más allá de las figuras, encontraremos en enero unas campañas que pertenezcan a nuestros tiempos, atractivas para los jóvenes que representan casi el 50% del electorado peruano. Que limiten las informaciones, y apuesten a la formación de criterios. Lo necesario y suficiente.

 

Unas campañas que hayan optimizado presupuesto y verbo, y que desde las bancadas tradicionales se atrevan a apostar por la renovación de estructuras, la ruptura de las versiones modernas de «Saturno devorando a sus hijos» de los líderes de los partidos. Campañas que trabajen las propuestas por grupos de interés, que trabajen la comunicación de políticas públicas, la idea de las ciudades como «hechos económicos y sociales», que reevalúen cuáles son los mercados competitivos para el Perú, que promuevan la cualificación para la industria peruana. Campañas que comprendan que «seguridad» es una noción prospectiva, que «educación» es un concepto de competencias y asimilación laboral. Finalmente que se trata de «calidad de vida» para el ciudadano y «sostenibilidad» para las instituciones y planes, de movilidad social y garantía de acceso a las oportunidades. En fin, de lo que ya la profesora venezolana hablaba: encontrar la solución entre el socialismo y el capitalismo. Comprender políticamente las lógicas económicas y la fragmentación del poder como una oportunidad de alianzas coopetitivas.

 

Ojalá que en enero de 2016, algo del s.XXI tome lugar en los titulares de las páginas de política, y no sólo en el Perú. Menos información y más formación para la democracia.

 

 

 

El reto de la opción política 

“El único modo de resolver los problemas es conociéndolos,  saber que existen. El simplismo los cancela y, así, los agrava”  G. Sartori

La política está en serios problemas en latinoamérica. Hemos acordado que la democracia es el sistema preferible en Occidente, en América Latina, pero no hemos reparado en cómo alcanzarla o qué retos reales impone como sistema. No hablo de la construcción de mayorías, no hablo de estar todos de acuerdo; sino de celebrar la creación de espacios de convivencia.

Los partidos políticos se presentan como paquidermos de difícil adaptación a los tiempos actuales. Los jóvenes constituyen entre el 30% y 50% -más o menos según el país del que se trate- del electorado y nadie habla, realmente, con los jóvenes desde la política. La decepción y apatía, y su consecuencia natural, la anti-política calcina los puentes de conexión entre actores sociales, económicos y políticos.  Los mismos de antes y algunos nuevos imitadores de los mismos, salen a vociferar sobre los males y posibles cambios, pero no CONECTAN con la población o grupos de interés. Tampoco se perfilan como hábiles interlocutores entre la masa y las necesidades de producción, equilibrios y consensos.  Siguen enfrascados, en muchos caos, en la vieja visión «suma-cero». Como si el poder, a escala mundial, no estuviese fragmentado.

El reto entonces se plantea en unas democracias débiles sólo influidas por representaciones parciales de las inquietudes de la masa. La representación no es real y las políticas públicas están a una distancia perjudicialmente lejana, del comportamiento del entramado social. El real papel debe estar segmentado por las necesidades. Lo «glocal» toma protagonismo desde principios de siglo, aunque los actores políticos no quieran o puedan advertirlo.

Desde la indumentaria, el verbo, los gestos y la creación de redes de intercambio de inquietudes y soluciones hasta las estrategias de posicionamiento, se ven tristemente reducidas a tres o cuatro lugares comunes de la historia política. Se repiten una y otra vez, cada vez con menos efectividad para conducir preferencias y más allegados a la dinámicas del  descarte. En una frase sencilla: quién es el menos malo.

Acaso ¿será tan difícil construir un piso político-institucional en los sistemas latinoamericanos? Las sociedades con mayores niveles de estabilidad lo han logrado creando puentes de comunicación por segmentos “hitos”, para su autorregulación económica, cultural y social. Pero de ello se desprende que debe haber un primer paso desde la política.

El ganador son todos; porque desde la comprensión multifocal de la realidad puede construirse un mejor análisis, diseñar políticas públicas coherentes y concertadas, disponer efectivamente los recursos, propender al crecimiento productivo y crear ADHESIÓN a una visión y modo de país, de región o de localidad. Se fortalece la labor propia de cada actor y su permanencia en la arena. El «costo político» disminuye.  De lo contrario sólo tendremos «pobre política» porque ésta, la Política como oficio, duela a quien duela, jamás desaparecerá.

Seguimos pensado @nancyarellano

Politing® 3.0: Acercamiento al apalancamiento digital

Con bastante frecuencia repito que “los griegos lo dijeron todo” y la razón de ello es que, como padres de la filosofía y las ciencias, los principios de la comprensión tanto de las estructuras como de los sistemas que rigen la inteligencia y la inteligibilidad del mundo están explicados, o al menos esbozados, por ellos.  Han cambiado las formas, pero el fondo sigue allí incólume; sólo que algunos prefieren ignorar tal hecho y pretender decir que inventan cosas nuevas.  La novedad no es más que un acercamiento suficiente –y necesario- para destapar las realidades subyacentes a la primera realidad observada; pero sin la primera, es imposible llegar a la segunda. Por tanto no se trata tanto de innovación como de acercamiento y perfeccionamiento con nuevas disponibilidades de datos: exactitud y precisión.

En política, entendida muy helénicamente como “arte o ciencia de la polis”, hemos comprendido gracias a los acercamientos de Comte (sociología), Weber (Estado) o Bodino (Estado- Nación) los planteamientos de Sócrates, Platón y Aristóteles, sólo por mencionar a los más conocidos.  Pero la comprensión nunca será efectiva para el consultor político o asesor en marketing político, o comunicador político si es que no parte de la premisa clara: el acercamiento con la lupa facilitada –o la palanca arquimídica- de los griegos.

Empecemos por el concepto de Polis: En griego significa “Ciudad” y refiere a la “Ciudad – Estado” que se alzaba en la antigua Grecia como una unidad política; Atenas entonces fue una polis, con constitución y órganos políticos, jurídicos, administrativos y militares autónomos y diferentes de otras ciudades- estado, como la polis espartana, por ejemplo. Hablamos de “estados” –en el sentido griego- con un reducido número de habitantes, alta participación política de sus ciudadanos y sistemas políticos diversos a lo largo de su historia: desde la tiranía, monarquía, aristocracia hasta la democracia, sólo por mencionar algunos.  Lo importante aquí no es la historia griega, sino el legado.

Citando a Carlos Salazar, padre del acercamiento diferenciado que es el Politing®, se “pregona que toda acción se inicie en y desde el mercado”  por tanto el  acercamiento parte de un proceso tradicionalmente aristotélico, la observación. El gran sistematizador de Aristóteles ya establecía en el s IV a.C. que el científico, filósofo, debía inducir principios explicativos a partir de los fenómenos que se han de explicar, y después deducir enunciados acerca de los fenómenos a partir de premisas que incluyen estos principios.

Si aplicamos el principio inductivo-deductivo el proceso de conocimiento del politing® 3.0 debe enmarcarse entonces en el mercado, como afirma Salazar.  Observación del comportamiento del “mercado segmentado”  para luego establecer principios explicativos del comportamiento y deducir los enunciados o paradigmas que incluyen a los principios.  En este sentido se produce el “engagement virtual” que permite iniciar una estrategia 3.0 en politing®.

La figura del político o comunicador político pasa a ser líder de opinión y por tanto logra establecer el vínculo entre el actor civil –usuario del servicio prestado por la política- y el actor político; en términos griegos “demagogo” –demos: pueblo / agos: conductor; no así en el sentido actual de “manipulador de masas”. Me abstengo de usar el término tradicional de “actor social”, y empleo actor civil,  por la carga particular que éste tiene en el entramado de relaciones políticas y su correspondiente asimilación a ONG, Asociaciones Civiles y Centros de Pensamiento.  No es que no sean actores clave, sino que en Politing® 3.0 se trata de la individualización de la comunicación entre el actor político del que se trate y el “actor civil” como usuario de la ciudad y de la herramienta del internet como canal de intercambio, obedece a tres paradigmas del 3.0:  Inmediatez, Tendencia, Progresividad.

Inmediatez entendida como la comunicación viral, rápida, individual pero masiva –personalizada- e íntima; dado que se produce en el artefacto, por lo general personal, del individuo.

Tendencia comprendida como la capacidad de situar en escalada un mensaje en cortos términos de tiempo y mutar sus contenidos por interpretación y respuesta.

Progresividad Diversa asimilada a tendencia impone una dinámica acumulativa del mensaje, donde debe preverse la respuesta en amplio espectro producto de la inmediatez del mensaje, la tendencia que se fabrica o sobre la que se monta y la progresiva respuesta con finitas posibilidades de acuerdo al target.

 

Estos paradigmas entonces, nos llevan a las características base del Politing® 3.0:

1.- Microsegmentación de la audiencia o cómo crear un mensaje que desee ser escuchado.

2.- Multidireccionalidad de los mensajes microsegmentados o cómo crear un mensaje- atleta.

3.- Adaptabilidad: a las plataformas o Multimedia en Multiplataforma.

4.- Comprensibilidad: Entender el lenguaje o cómo coquetear a los ojos.

5.- Corregibilidad: Corrección Política vs Cobardía

6.- Visibilidad: Ideología e Imagen

7.- Viralidad de los contenidos o cómo esquivar el amarillismo

En los subsiguientes artículos repararé en cada una de las características del Politing® 3.0. o la palanca efectiva de Arquímides para hacer politing en el marco del Pentágono del Politing® creado por el Dr. Carlos Salazar y que constituye el pull de herramientas para hacer politing® y empoderarse con la práctica del Politing® 3.0.

Millennials y el reto de la interpretación creativa

Ya hay bastantes autores que señalan que la «creación», como invención absoluta, es cosa del ayer. Ya nada es creación o descubrimiento, así como Colón no descubrió América, sino que se tropezó con ella. La creación es cuestión de ego. La realidad es que todo es interpretación. Los Millennials sabemos esto, y lo asumimos con honradez intelectual. Para los religiosos el único creador es Dios. Para los agnósticos es una interrogante. Para los ateos la naturaleza -y sus fenómenos- ha creado todo, sin embargo aún seguimos sin explicarnos cuál es la causa primera. Pero, sinceramente, eso no nos preocupa realmente, porque el tema no es de pasado, sino de futuro. ¿Somos aún capaces de «interpretar» creativamente? A esto repondo que sí, en efecto. Y la urgencia de ello es que sólo la interpretación creativa permitirá la supervivencia del sistema.

millennials

Pero cómo podríamos sistematizar esta tarea, cómo podemos darle un sentido desde las diferentes profesiones, cómo viabilizar el entramado actual de intereses y trasnacionalismo económico, social e intelectual? A todas estas preguntas puede responderse se la misma manera.

Primero que nada hay que comprender dos factores que operan como base: la política y la economía. Dos hermanas gemelas que se disputan quién nació primero, yo particularmente creo que la pregunta es necia, al final sea el huevo o la gallina, ambas existen, coexisten y se requieren para continuar su ciclo vital y reproductivo. Hoy día yo añadiría una tercera hermana: la tecnología. Y con ella en mente, el poder y razón esencial de la concientización de la generación Y en su papel decisivo, tanto en la política como en la economía. Estamos en la era de la información y es por ello que los Millennials tienen la antorcha para hacer del sistema viable y sustentable. Vemos cómo influyen hombres y mujeres de Silicon Valley en la opinión general sobre asuntos no relacionados, por ejemplo la solidaridad con el terremoto en Chile, el matrimonio igualitario o la investigación sobre células madres. La información y el poder económico abrazan al poder político, pero no es menos cierto que los cambios en la Casa Blanca o un Papa latinoamericano, influyen en las percepciones y confianza en un país -o varios-

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Estamos ante la generación más abiertamente «opiniática» pero no siempre la mejor -en términos de calidad- informada. Estamos en la era de la información, y no por ello estamos mejor preparados para emitir opiniones. Internet es una bendición, pero también un espacio anárquico. ¿Estoy hablando de censura? Jamás. Hablo del desarrollo de criterio, y éste viene de la mano de la formación. La urgencia es formarnos cada vez con mejores y mayores estándares; y exigir bases a todo lo banalmente argumentado.

Creo que el reto actual pasa por la interpretación creativa, por el foco y el estímulo a pensar creativamente. Pasa por aprender a medir con la vara correcta el peso de las palabras, de las afirmaciones, de las argumentaciones e inclinarnos a comprender la multipolaridad de todos los problemas. El tema político, el tema social y el tema económico. Recuerdo un profesor del colegio que nos decía que un científico que no sepa nada de humanidades es un ignorante y un humanista que no sepa de ciencias es un estúpido. Nadie alega con esto que tengamos que ser especialistas en todo, muy por el contrario se trata de tener la capacidad de discernir y sopesar correctamente las materias de especialidad, nuestra y de los demás. Para valorar, para comprender y para delegar o rechazar la improvisación que tanto daño hace a la sociedad, para dejar de subvalorar al otro o de pretender que podemos engañarlos. O pregunten a Volkswagen en estos días…

Si es cierto que somos una generación más consciente esperemos que tengamos además una conciencia creativa… para resolver los problemas que la lógica de masa que los boomers han dejado.

Millennials y poiesis: divagaciones nocturnas

Cfr. «Tu sabes que la idea de poiesis (creación) es algo múltiple, pues en realidad toda causa que haga pasar cualquier cosa del no ser al ser es creación, de suerte que también los trabajos realizados en todas las artes son creaciones y los artífices de éstas son todos poiétai (creadores)…Pero también sabes -continuó ella- que no se llaman poietai, sino que tienen otros nombres y que del conjunto entero de la creación se ha separado una parte, la concerniente a la música y al verso, y se la denomina con el nombre del todo. Únicamente a esto se llama, en efecto, «poeisis» y «poietai» a los que poseen esta porción de creación.»
La obsesión de los Millennials -como de los modernos y post modernos- es la creación. Hoy solemos pensar en la palabra de moda: innovación. ¿Pero qué hay de innovador en la innovación? Básicamente, nada. De Schumpeter para acá la innovación es, en esencia, el alma inmortal del capitalismo y la forma de infundir vitalidad a la competitividad globalizante. La tecnología ciertamente vino a insuflar vientos de cambio a la post modernidad y a plantearle horizontes más amplios que los incipientes grupos de burgueses con fábricas y máquinas a vapor. 

El siglo XX inicio con una apología a la velocidad, al rayo y al rugido de los motores. El siglo XXI, con una profunda globalidad ya lingüística, racial y económica, a las realidades de ciencia ficción, lo tecnolúdico y los gadgets. Y nosotros, los Millennials, formamos entre blogs nuestros cadáveres exquisitos y fumamos el opio de información multiplataforma donde queremos entrar «triunfales» como el recién descubierto urinario como statement de la «nueva postura».

Vuelvo a Grecia. Finales. Sin la búsqueda del mundo de las ideas platónicas o el método aristotélico; en el eclécticismo helenistico: Alejandro y la conquista de Egipto. Hemos fusionado a los dioses del siglo XV hasta el XX.  Queremos museos y destruir museos, queremos la velocidad y también lo bucólico, el pavimento que alza la selva de concreto y cuidar las especies de ficus en extinción, queremos que la palabra sea llave y también las princesas convertidas en top model en un reality de sábado… Queremos los 7 hábitos de los altamente efectivos y las frases de un Cohelo que se calca… Queremos sentir a Dios cerca y también hablar con Zaratustra… Queremos likes en Facebook y las viejas miradas de lado a lado en una disco. Queremos rock y electro, queremos probar El Banquete de mil cuerpos y llegar luego a la contemplación. 

Pero también queremos… Que la escala dure los 9 segundos que soporta nuestra concentración en una pantalla. 

Y en medio del caos… Queremos innovar, crear: poiesis.

La mirada amplia y desprejuiciada de la masa es la gran innovación de este siglo: esperemos los frutos del acercamiento de muchos mundos en el ciberespacio. 

Lo demás se repite y en cúmulo y en la memoria, se crea nuevamente o renace. 

Millennials: modelo de negocio 3.0 

En la práctica he venido configurando un modelo de negocio al «millennial style» y los últimos meses he querido ir organizando ideas sobre el tema porque creo que, más allá de lo que estamos haciendo dentro de la compañía -o lo que es mi labor- estamos incursionando en una nueva/clásica visión que comulga la tradición más pura de «negocio»con un sentido «sociable» – a lo siglo XXI «way to make things»- y hay una reflexión que creo vale la pena compartir.

  
Hace algún tiempo que no escribo de temas de este tipo, pero estas últimas semanas me he percatado de que adeudo a mi blog algo de lo que hago en la actualidad, más allá de la pasión que me supone la literatura, la política y la economía, como temas puros, «entre comillas». Y más aún cuando tengo meses – dos años en realidad-involucrada intensamente en el propósito de contribuir a construir una empresa diferente.

En este momento estaba dispuesta a leer mi «libro diurno» y repare en pensar, luego de la rutina de revisión de redes sociales, en que mi wordpress estaba fuera de tiempo. Vayamos al grano: estamos construyendo lo que es, a nuestro modo de ver las cosas, una Millennial Brand y un Millennial Business. 

No se trata de qué quieren o compran los llamados Millennials, de la tan ansiada meta de lograr atacar el nicho de mercado; sino de cómo ven, cómo hacen y para qué hacen los Millennials productos y ofrecen servicios.  Nuestros hábitos son distintos a los de la genX y Baby Boomers, todos saben eso. Y todos saben que somos más dados a la tecnología, adictos a los teléfonos y selfies, gregarios, sensibles, humanos y menos enfocados en la cantidad de dinero y más en el «lifestyle»… Y los costos de oportunidad. Pero la pregunta es ¿y cómo impacta eso al sistema o como irá modificándolo? El dinero es una herramienta y no un fin, eso es algo que los Millennials tenemos claro. El fin es: ¡calidad de vida señoras y señores!

Si se me permite realizar una predicción creo que el impacto de los negocios 3.0 es fulminante para el sistema tradicional de empresa, la estructura de costos será suplantada por la estructura de valor (costo, huella ecohumana y reputación socioecológica).  Los Millennials como consumidores son una cosa y como empresarios… la misma cosa.  Es decir ofrecemos, sin mucha estrategia externa, lo que los Millennials quieren, porque somos parte interesada.

Aquí quisiera reparar:

La estructura de valor defiende el carácter ético del negocio, tiene un núcleo duro e irrenunciable producto de la rapidez con la que compartimos información y las consecuencias de un siglo XX que tamizó las tendencias corporatistas. Ya no se trata de dónde la mano de obra es más barata sino dónde hay mejor calidad (profesionalización de la gente), y donde esa calidad permite que esa mano de obra calificada obtenga un pago suficiente para cubrir sus necesidades y para innovar. Porque somos hijos de la movilidad social y la promesa del «american dream». Por ello los Millennials Businness no pactan con proveedores que subpagan a su mano de obra, que no invierten en tecnología y en I&D.  Esto es porque ahí se perdería claramente el sentido de «valor global» y el dinamismo con el que los Millennial Businness queremos hacer negocios y hacer evolucionar nuestros productos. Además de que se condenaría claramente la propia visión de «todo es posible» (a lo Forrest Gump). 

El costo es la traducción de: costos fijos y variables (entendiendo que capital humano y calidad de insumos sumarán el porcentaje más alto). Nuestras estructuras de costos están asociadas a hacer valer lo que el consumidos gastara de su propio trabajo.

Huella Ecohumana: la definimos como el impacto que al día de hoy tienen nuestras acciones en el medio ambiente, causando un estrago para las generaciones futuras. Se trata de concebir que la no sustentabilidad de los insumos y capital humano hacen inviable el largo plazo. El uso, por ejemplo,de tóxicos en los procesos de lavandería textil tiene un impacto directo en el ambiente así como en el personal que labora en estas tintorerías. Por ello el enfoque de la moda, en los Millennials, propende a mayor conciencia sobre la elaboración de productos y sus tendencias de consumo buscarán, cada vez más, ser coherentes con sus valores. El reto ecológico es a mediano y largo plazo, el humano es un imperativo inmediato.

Reputación SocioEcológica Transparente: el riesgo reputacional hoy día es aún más mediato. Las prácticas de las empresas deben ser coherentes con sus valores y su estructura de valor coherente con sus declaraciones éticas.  Más allá de las prácticas continuas la visibilización de éstas es clave. Se trata del impacto ecológico y social de la empresa y la coherencia, nuevamente, de las políticas empresariales sociales con su capital humano y con su entorno. Pero además de la rendición de cuentas sobre estas políticas. Ya no basta con hacer algo, con que sepan que hay RSE (Responsabilidad Social Empresarial) sino que se sepa cuál es el impacto de la RSE en su objetivo directo, entorno inmediato y comunidad. Hay que rendir cuentas de la RSE.  La reputación transparente tiene que ver con la visibilidad del programa en el mundo físico y en el 3.0, la apertura comunicacional de la empresa (bidireccional y en tiempo real) y la rendición de resultados e impacto. El «analytics» De la RSE.

Termino este post con una frase que, en mi opinión resume la postura del Millennial «la acción más egoísta es dar» porque si queremos un mejor mundo para nosotros, sólo nosotros podemos procurarlo.

@nancyarellano

¿Qué tan claro estás con Latinoamérica y sus oportunidades?

América Latina es una ficción, es pequeña para ser interesante, rural, está sobrepoblada; ¡no!, Tiene más bien muy poca población. Latinoamérica es machista, los latinoamericanos son flojos y su mezcla cultural es la causa de su subdesarrollo, además son poco educados, antidemocráticos, con profundas desigualdades económicas y muy pobres.  Estos son los doce mitos que Rolando Arellano destruye con su libro “Somos más que siesta y fiesta”. Así el autor nos presenta esos mitos sobre América Latina que no son más que una visión “simplista y distorsionada” de la realidad.

Para empezar, nos alienta a ver el mundo en su justa dimensión. El territorio latinoamericano es más grande que China. Sí, la superpotencia económica del siglo XXI. Colombia es el doble de España, Perú duplica a Francia, Ecuador es más grande que Gran Bretaña. Sólo Brasil es casi del mismo tamaño que China. Son datos que permiten comprender que la idea de Latinoamérica, como una unidad, es una fuerte presencia a nivel mundial.

Otra idea bastante difundida es que América Latina no es más que un montón de países pobres que están en el subcontinente americano, y que eso es lo que tienen en común. Arellano nos invita a pensar ¿Qué tienen más en común, un español y un griego o un mexicano y un peruano? Hay dos hechos clave: el idioma español y la religión católica. Luego detalla sobre la urbanidad en A.L. y demuestra que es más urbana que Europa o Asia, con un 79% de su población total viviendo en ciudades.

Destacado

La otra idea es esa imagen de una familia pobre con muchos hijos, mucha gente para pocos recursos. Nada más lejos de la realidad. Arellano nuevamente demuestra que A.L. tiene una densidad poblacional similar a Estados Unidos y muy por debajo de Europa o Asia. En contraste con esta percepción, está la idea de que A.L. tiene muy poca población para ser un mercado apetecible; Arellano nos expone un fenómeno por demás interesante. Él lo llama “bono poblacional” dado que actualmente América Latina tiene muchos jóvenes y poca gente mayor. Esto nos hará altamente productivos en poco tiempo, a diferencia de Europa donde la pirámide está invertida. Mientras Europa tiene 61 millones de jóvenes, A.L. tiene 109 millones en una población total de 650millones de habitantes frente a los 505 de Europa.

Luego aborda los típicos mitos latinoamericanos: machistas, flojos, poco educados, dictatoriales, pobres, muy desiguales y con una mezcla cultural que les impide desarrollarse. En pocas palabras señala Arellano que las cifras demuestran todo lo contrario.

El machismo es fácilmente rebatible dado que A.L. tiene una participación de más del 57% en la fuerza laboral por mujeres, cifra muy cercana a la de Europa con un 58.6%.

De la “flojera” latinoamericana, Arellano habla de cómo la construcción de indicadores afecta la supuesta brecha productiva que hay entre América Latina y el mundo. Si se usan estadísticas más realistas como el PIB Real o el PIB PPA per cápita, donde se evalúan los resultados con base en el poder adquisitivo las distorsiones del consto de vida en Europa o Estados Unidos frente a América Latina, dejarán ver una realidad menos distante. A esto hay que añadir un fenómeno bastante extendido en nuestra región: la economía informal.

Respecto al tema de educación Arellano habla de dos cosas: uno, que la realidad de años en educación, en el sistema, ha venido mejorando consistentemente en A.L. y dos, que es necesario analizar el “analfabetismo funcional” donde pese a las cifras de escolaridad, el comportamiento de países como Italia deja más que desear. El tema de la democracia es rebatible con una sola realidad: la mayoría de los países con excepción de Cuba se declaran y funcionan democráticamente.

En conclusión, el libro de Arellano es un texto para leer con calma, pensar un poco en la realidad que nos rodea y prepararnos para voltear y salir de la caverna, como dijera Platón. Muchas veces estamos acostumbrados a la visión eurocentrista o americentrista donde las únicas posibilidades de desarrollo pasan por la senda de la realidad europea o norteamericana. Cada región ha vivido un proceso cultural, histórico, político distinto; mientras Europa se formó a partir de los imperios y reinos, una sociedad de castas, luego de clases, donde prevalecieron las monarquías hasta casi el s. XIX en todo el territorio y hoy siguen latiendo… o bien una Norte América que se formó a partir de las persecuciones religiosas de esos reinados europeos. Nuestra Latino América es el producto de la pervivencia cultural de las civilizaciones precolombinas, las migraciones europeas colonialistas, la conformación de una sociedad mixta, y la migración de las guerras mundiales. Somos un producto diverso y distinto al mundo occidental pero contenemos tanta occidentalidad como cultura propia. Latinoamérica interpreta la occidentalidad desde su propia identidad. Eso hay que entenderlo. Les invito a revisar el libro de Arellano y mirarse en un espejo propio.