El asesino en serie de Miraflores #Venezuela

Lo que ocurrió en Venezuela este domingo no es más que la continuación de la serie de asesinatos a las instituciones. Y hay un asesino serial suelto que no es un fantasma que recorre Venezuela, sino rostros y puños y balas que carcomen nuestra historia como país posible. Esta ola de crímenes, y este modus operandi, no es nuevo, no es reciente y no es sólo la Asamblea Nacional Constituyente.  Ésta es el último caso.  Esto es un proceso que han venido adelantando «suavecito» (como el plagio de la canción y quizás no tan sutil) desde 1999, pero que se configuró desde los años 50 y 60 en el continente.  Y, con el dolor de mi alma afirmo, lo han permitido toda clase de poderes que, en complicidad y conveniencia, asintieron ante la destrucción del país.

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El chavismo, como reedición del castrocomunismo pero con «golpe suave» (aunque no menos demoledor), se monta en 1999 no con una revolución armada sino gracias a la izquierda «politizada», la no politizada y resentida, los militares ignorantes y resentidos y todos los oportunistas de la llamada 4ta República que pensaron que ahora pasarían directo «al guiso» de nuevo rostro.  A ello ilustres empresarios, intelectuales, medios de comunicación abocados a destruir y no a construir.  Luego, poco a poco, muchos fueron «traicionados» por la pequeña cúpula alrededor de Chávez y empezaron a «voltearse». ¿Por convicción? ¡No! por conveniencia, nuevamente. El chavismo fue creando una nueva oligarquía y desplazando a los de «la vieja escuela» que querían seguir moviendo los hilos del poder. El chavismo obtuvo consejeros más interesantes que los que acostumbraban en PDVSA, Ministerio de Finanzas etc: Los Castro & Cía. Con recetas más dadas para la permanencia en el poder y con un claro caso de éxito: Cuba por más de 40 años.

El asesino serial de Miraflores tiene muchos rostros. El primero, por más visible, es el de Chávez. Pero luego están todos los que he mencionado. Más, por supuesto, una oposición inoperativa en el terreno político que se entrampa a sí misma producto de sus apetitos, puesto que se mueve desde el terreno de la conveniencia más que de convicciones. Esto no quiere decir que no haya muchos puntos de razón, claro que muchos líderes de la oposición tienen puntos y perspectivas válidas y legítimas. Pero como «unidad» son un fracaso que lleva 18 años sin poder contener el plan del Estado Comunal y centralista que vimos, por primera vez, en 2007 con la Reforma Constitucional. Un Estado atomizado que busca que Caracas, específicamente Miraflores (o Fuerte Tiuna/La Habana) decidan, sin participación ciudadana, sobre los destinos de la nación.  Un Estado centralizado donde la «nueva geometría del poder» anula toda posibilidad de representación legítima para avalar un amañado modelo de dedocracia/parafernalia electoral a través del Ministerio del Poder Popular para las Comunas. Un Estado donde la racionalidad democrática sea aplastada por una élite/vanguardia que va a poner en la nueva Constitución el socialismo como la única ideología del Estado venezolano. Un Estado donde las reelecciones son eternas (cosa que ya tenemos) pero donde además todos los poderes estarán bajo tutela del ejecutivo por ser éste el artífice de ese llamado socialismo.

¿Que el chavismo dio al Pueblo muchas cosas? No. El Estado venezolano rentista, en manos del chavismo, con precios del crudo en más de 100$ repartió muchas cosas (como hiciera Carlos Andrés en los años 70 ¿O se olvidan?). Pero cometió los mismos errores del gocho en los 70 al clientelizar al país; y peor aún lo llevó al límite en los errores, no productivizó la tierra, ni las empresas expropiadas, ni estabilizó la economía, ni garantizó la soberanía alimentaria, ni de bienes y servicios básicos, ni productivizó las empresas de la CVG, ni actualizó la tecnología de PDVSA, seguimos en la peor clase de rentismo improductivo; aquél que nos hace esclavos de los designios gobierneros y nos pone a merced de los vaivenes de los mercados internacionales (y de las corporaciones) que tanto critican. Vivimos lo peor de nuestro pasado económico y político, con el agravante de anular cualquier viso de cambio, libertad política y asentar la mafia narcocrática en medio del populismo castrante y castrista. No tenemos actualmente líderes con suficiente visión, ni voluntad para un proyecto país real.

El asesino serial de Miraflores tiene muchos rostros. Entre ellos la apatía y abulia de la dirigencia opositora y la indiferencia rampante de la comunidad internacional que ahora, solo ahora cuando dejamos de ser «buen negocio», están de nuestro lado. Por conveniencia. No nos engañemos. Todos han matado más de una veintena de veces a la República en cualquier clase de foros y, sobre todo, «elecciones».

 

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