Una gran democracia debe progresar o
pronto dejará de ser o grande o democracia.
Theodore Roosevelt
(1858-1919) Político estadounidense.
La democracia es un concepto multívoco. No hay significado irrestricto y más allá de su conceptualización es, en todo caso, un forma de vida perfectible, en construcción y mutación permanente. La democracia, al involucrar el acto más cambiante, el hombre, y darle valía a la personalidad, individualidad y también a la grupalidad (más allá de minorías y mayorías) nunca estará alcanzada al 100%. No que la democracia sea una utopía, sino que la democracia es en si misma un camino, no una meta. Es como el poema Itaca de C. Kavafis.
«Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas»
Así en la democracia, el camino es lo más valioso de ella como sistema. En el siglo XX la democracia dio el voto universal, directo, secreto, dio el voto a la mujer, permitió pluralizar las voces, hacer empresa, ascender de clase social a muchos, permitió universalizar la educación.. etc etc etc logros que hoy pensamos que son «naturales» pero fueron luchas democráticas. ¿Que aún falta mucho? Sí, así es. Porque Ítaca aún está lejos, el camino es largo y nos llenará de experiencias, ya lo hace. Tenemos que ganar en el camino sea en Perú, Venezuela o España; todos los cuales están en un momento de mutación y cambio, en distintos niveles, de lucha democrática. Muchos hemos tenido que amarrarnos al mástil muchas veces, para poder comprender los problemas de la democracia y sus cantos de sirena. Eso no significa que el barco no siga la ruta, seguimos en camino a Ítaca.
La democracia parlamentaria es el gran logro, es el bote, del sistema democrático porque concilia el poder ejecutivo con las mayorías populares y la ampliación de la representación. Fue un logro marcado por el reto que significaba organizar coherentemente la voluntad popular y el pluralismo. El equilibrio de poderes, el control político y la iniciativa de reglas, leyes. En este sentido, la calidad del parlamento y la percepción de éste por la ciudadanía refleja la salud democrática. Si la democracia solo se trata del presidente, tendríamos solo «un buen César electo».
Los resultados en blanco o nulo del Congreso son un llamado a reflexión desde cualquier perspectiva, no puede considerarse «normal» que el 32,12% de los electores prefiera no opinar o viciar el voto. Es más, los 4.5millones, que superan al propio fujimorismo, sólo cabe que sea interpretado como una crisis de representación. ¿A qué obedece esta crisis? Ahí es donde hay elementos a discutir: 1) una elección que se eclipsa por la presidencial, 2) un sistema que no ajusta la representación a la cuantificación demográfica y su distribución, 3) un sistema que no logra estipular medidas de control ciudadano sobre el congreso, 4) una sociedad que critica los privilegios de los congresistas, 5) un congreso anterior que demoró hasta en las modificaciones a la ley electoral y nuevamente, 6) partidos débiles que no tienen la adhesión suficiente como para generar confianza.
En todo caso la revisión de este resultado debe ser profunda y su respuesta política debe ser reposada y responsable, desde los recién electos hasta las agrupaciones políticas que les respaldan. La legitimidad no está en discusión, pero la gobernanza definitivamente si.
Y ni hablar del parlamento andino, 44% parece rechazar esta instancia. Eso habla claramente sobre la percepción ciudadana de una instancia que parece verse como «declarativa, burocrática y sin efectos en la vida del país»
Hay mucho por democratizar seriamente.