Durante los últimos tres meses hemos mirado con detenimiento las campañas de los diversos candidatos. Hablar de 19 opciones era prácticamente imposible en tanto que el seguimiento que hay que hacer antes de opinar sobre las opciones es una tarea de reposo, contraste y equilibrio.
Voy a dejar de lado los «actos de fe» que implica la política casi siempre, ese lado emocional que puede despertar uno u otro. Veamos de forma directa qué opciones se plantean como posibilidad. No voy a reparar demasiado en Keiko Fujimori a fondo por una simple razón, el porcentaje de votos del fujimorismo lo colocan ya en la segunda vuelta.
El segundo lugar es la elección a discutir. ¿Quién se legitima como el contendor del fujimorismo?
Las opciones, en orden alfabético serían: Alfredo Barnechea, Alan García, Pedro Pablo Kuczynski, y Verónica Mendoza. En estos momentos no hay más que discutir. Y lo que se discute es el modelo de país planteado, la solidez ideológica y la pericia para llevar cambios necesarios con equilibrio y garantías de prosperidad para el país.
Para fines de dibujar mejor la situación, hablaremos de planteamientos políticos de Tesis, Antitesis, Síntesis. Entendiendo, dialécticamente, que las agrupaciones políticas plantean un modelo de país, o tesis política, que va mutando y cambiando con el tiempo de la agrupación, con los tiempos y la experiencia, por lo tanto, pasan a la antítesis y llegan a la síntesis. Es un proceso de maduración política.
Empecemos por el centro: Alfredo Barnechea se plantea como una opción del centro ideológico; se autodefine como socialdemócrata y presenta algunas políticas progresistas. Sin embargo, le hace flaco favor su carácter mediático con visos aristocráticos. Comete el error del «chicharrón» que no es un chicharrón, sino un símbolo de humildad y capacidad para «mimetizarse» con el pueblo para entender sus demandas, querencias y necesidades. En solidez ideológica no vemos conductualmente lo que se pregona con palabras, incluso el hecho de prometer en su plan de gobierno que tienen, en materia de Industrialización, Infraestructura e Innovación un «Mapa de Proyectos, región por región, con los anexos financieros que los explican y justifican, que pondremos al alcance de todos los ciudadanos para su discusión» esto nunca ocurrió. Con lo cual no sabemos a ciencia cierta cuál es el modelo de país planteado en términos tan importantes. Sobre todo en el entendido de que la experiencia de A. Barnechea en gestión pública es nula, sólo ocupó una posición en el antiguo Congreso con el APRA. La pericia por tanto está en duda y las garantías de viabilidad no son visibles. En términos dialécticos podemos decir que Barnechea retoma la tesis de Belaunde, la apropia y propone una vuelta a aquello. Aún está en la tesis y ésta es de hace más de 30 años.
Seguimos por la derecha. En la centro-derecha tecnocrática, tenemos también otra tesis: la de PPK. Pedro Pablo plantea una tecnocracia democrática como paradigma. En términos de modelo hablamos de un Estado que no se ha puesto en práctica en el Perú y que requiere para su éxito un alto consenso popular, si se quiere hacer democráticamente. En este sentido, un partido nuevo como el de PPK difícilmente pueda llevar adelante sin conflictividad social tales reformas. Ahí las debilidades versan en torno a solidez ideológica, por el pragmatismo de la derecha peruana, y el arraigo popular que permita, en términos de gestión pública, apuestas a las tendencias como el llamado new public management, que significaría un costo político alto en términos de gobernabilidad de la gestión. No obstante el llamado sería a la construcción de puentes con fuerzas políticas de arraigo popular y no estamos seguros de que éstas están de acuerdo en la tecnocracia como modelo. Inevitablemente PPK tendría que asirse de estructuras tradicionales y llegar a consensos. Aún está en la tesis y requiere incorporar a otras fuerzas para salir adelante, además ¿tendrá la vitalidad para esta tarea titánica? Sus 77 años y medio no ayudan a hacer creíble tal transformación.
Ahora vamos a la izquierda populista y atomizadora, Verónika Mendoza y la transformación anti neoliberal. La tesis de los frenteamplistas es lograr una democracia radical, de profundas raíces populares, con un Estado fuerte, intervencionista, controlador de la economía y direccionador de la producción, que van a hacer legítimo a través de un proceso constituyente, una nueva constitución. Se habla de empresas estratégicas por ejemplo y de aumento de la presión fiscal y del gasto público con más pensiones: mujeres y adultos mayores, y un plan completo de intervencionismo estatal como derecho del Estado. Un viraje a la izquierda después de 20 años de crecimiento económico, 16 años de democracia y de reducción importante de la pobreza de 55% a 22% (en 16 años) con el modelo actual.
Entonces se plantea esta tesis de izquierda que no ha sido probada, con éxito, en el Perú sino que recuerda a las tesis de la CEPAL en los años 60 que trajeron la década perdida de los 80. Este viraje pudiese parecer innecesario, como aplicar morfina a un dolor de cabeza: no hay condiciones para un cambio tan absoluto porque sí hay resultados sociales, económicos y políticos desde 2001. Lo que hay también son deudas históricas y minorías que deben ser reconocidas y un estancamiento de la gestión estatal que necesita optimizarse, y así mismo la deuda en materia educativa y laboral que en los últimos 5 años se ha estancado. Pero nada de esto es materia de un cambio radical sino de políticas públicas, ejecución y ampliación del presupuesto y algunas modificaciones a la constitución actual.
Esta opción política abraza un fenómeno interesante: la atomización de los «indignados» que pueden entenderse como un neo-lumpen(1): son grupos de interés como los LGBTIQ, étnicos, indigenistas, mujeres, adultos mayores etc de los más variados tipos que, en su mayoría, no tienen cohesión ideológica, ni conciencia política, más allá de su dibujo directo en la tesis, al reconocerlos como tales y dar voz a sus necesidades. Hay deudas importantísimas con ellos, pero los cambios planteados superan cualquier reivindicación puntual y no se les ha formado en términos de conciencia política.
La cohesión es individualista entonces, pese a su proyección masificante en los niveles del discurso de Verónika Mendoza. Algunos, los adversarios, temen que las promesas del proceso constituyente que implicaría una nueva constitución, destruya al Estado, como lo conocemos, y debilite las estructuras institucionales aún más, al refundar desde cero, la peruanidad en un proceso que dificultosamente pueda darse, pero que de darse, llevaría a una legitimidad dudosa por la lógica propia de los procesos constituyentes modernos en sociedades con baja cultura política y sin partidos fuertes que garanticen la representatividad.
La solidez ideológica de la cúpula creemos que es marcada, sobre todo en lo que respecta a la discusión de la tesis política, no así en el Plan de Gobierno y la pericia en el ejercicio, está marcada en buena parte por técnicos venidos del nacionalismo, una gestión pública ausente de la candidata quien sólo ha sido Congresista y una carga de izquierda dispersa que va de la extremista a la simplemente progresista. No sabemos hasta dónde puedan ponerse de acuerdo realmente, en todos los puntos de transformación que exponen y que no se explican detalladamente en el plan de gobierno. Cómo esta transformación puede ser armónica, sostenible, sustentable; en fin, viable y democrática en un mundo globalizado como el que vivimos.
Nos vamos a la derecha populista, el fujimorismo. Como señalé antes, no repararé demasiado en esta opción sólo puntualizaré por qué lo clasifico como antítesis. El fujimorismo hasta el momento no se ha definido ideológicamente. Pero por su praxis vemos que es un partido de prácticas empíricas, conservador, de derecha, con tendencias populistas y que tiene un pasado que reivindicar. La tesis la planteó Alberto Fujimori en los 90 y es íntegra la Constitución de 1993. El plan de gobierno actual está ceñido al libreto clásico con garantías de desmarque, creíbles o no (insisto en el acto de fe). El punto es que, apegados al texto, el fujimorismo plantea seguir el modelo económico con mejoras en términos de eficiencia y transparencia. En este sentido es la antítesis al modelo de su padre ya que reivindica además conceptos como democracia, derechos humanos, alternabilidad, no al nepotismo y respeto a la separación de poderes.
En contraposición a los transformadores del sistema están los tuteladores del cambio del sistema. El Apra con Alan García.
El caso del APRA es interesante. Como tesis el APRA sostuvo una revolución democrática que perseguía la libertad y justicia social, desde los años 30, propició su inclusión en la constitución de 1979 al introducir parte de su tesis política que sería puesta en práctica, también en parte, en el gobierno de Alan García en 1985, bajo el influjo de las ideas de la CEPAL que se estaban aplicando en el resto de latinoamérica. En estos términos la tesis falló.
En 2006 el APRA vuelve al poder y aplica, muy a lo prometido por Keiko ahora, la antítesis en el sentido de girar al conservadurismo en lo macroeconómico y vigilar muy de cerca el gasto público, cosas que vimos incluso en la reducción de sueldos y las demás políticas de austeridad sancionadas en agosto de 2006. El resultado como modelo, fue de reducir en 20% la pobreza y crecer 7% económicamente, en promedio, pese a la crisis de la economía norteamericana de 2008 que impactó en el Perú. Con esto no quiero obviar que también hubo escándalos durante este periodo.
El APRA, ahora junto con el PPC, busca un tercer periodo y plantea una síntesis. Lograr el crecimiento de la antítesis, con el enfoque social de la tesis, pero con las correcciones en términos de ir a prácticas sostenibles y lograr un mayor impacto social; sin que ello signifique un Estado intervencionista y direccionista, sino promotor. Planteando incluso modificaciones, enmiendas, puntuales a la Constitución y reformas en materia laboral, gremial, fiscal y la creación de entidades que tutelen y promuevan el desarrollo generacional, como el Ministerio de la Juventud.
En términos de solidez ideológica creo que nadie puede dudar de que el APRA es el único partido, junto con el PPC, que tiene una amplia tradición ideológica, y las más grandes militancias inscritas; respecto de la pericia la síntesis pudiese mostrar un caso único en suramérica que sería interesante ver.
El único problema, y no menos importante, es el reto reputacional que tiene el APRA por superar, en la impericia de selección de algunos cuadros que ejercieron impúdicamente el poder, pues parece que esas cifras positivas de 2006 a 2011, no se han comunicado políticamente de forma estratégica y la imagen de los militantes del partido, sea por presión mediática, los fallos y desmanes de varios de ellos, o por contraposición a grupos de interés enfrentados, no es positiva en el común del ciudadano; sobre todo en los jóvenes.
Mediáticamente hay una presión clara en contra del APRA y de Alan García. Sin embargo, habrá que ver si las matrices que ponen al APRA en un lugar muy lejano son ciertas o si hay realmente la triada de mística, voto oculto y grupos agradecidos con las políticas sociales, hablan este 10 de abril y lo colocan en segunda vuelta.
En conclusión si reviso las cifras y las políticas planteadas, en el marco de principios de postulados, podría aseverar que la opción de antítesis del APRA muestra haber ofrecido resultados importantes en términos sociales, por lo cual me atrevo a decir que un gobierno de síntesis podría ofrecer al Perú, y a Latinoamérica, la tan ansiada consecución de un modelo diferenciador, de una receta propia para conciliar las deudas del pasado y ofrecer al mundo una forma diferente de manejar mercado y sociedad con aceptación interna e internacional.
¿Lucha contra la corrupción, eficiencia, eficacia? Serán los principales retos no sólo del aprismo sino de cualquiera que entre en el aparato estatal. En el caso del APRA no tienen excusas para no lograr un Estado eficiente, ya saben dónde están los bolígrafos y cuál es el número de la central de Palacio.
Así que lo exigible, en el caso de que ganasen en esta vuelta, es que ofrezcan un gobierno de correcciones absolutas en desmanes estatales y de refuerzos profundos de los logros pasados en materia social. Ellos saben cómo hacerlo, la expectativa de que lo hagan está abierta. Son los únicos que podrían tutelar los cambios sin espantar a los capitales y sin irrespetar a la democracia. Al menos eso veo yo, y creo que las proyecciones del BCR respecto a la reducción de pobreza con crecimiento y políticas redistributivas son viables con un equipo con pericia en gestión estatal que además ha mostrado convocar gente fuera de su partido, lo cual refuerza su carácter democrático.
Habrá quienes estén en contra de lo que señalo pero ¿alguien puede mencionarme otra agrupación con estos resultados? ¿Alguien puede hablarme de otro gobierno que haya combinado alguna solidez ideológica, crecimiento con reducción de pobreza, que esté postulando, que tenga equipos técnicos y arraigo popular claro? Si es así, por favor notifíquelo.
El resto para mí está en veremos, no sabemos qué son y cómo actuarán. Son incógnitas, y para mi el escenario actual impone caminos estables en términos políticos ya que los económicos y sociales presentan claro desafíos.
Esto significa que cualquiera que pretenda la primera magistratura debe tener condiciones como gestión pública probada, un partido sólido en el tiempo, ideología clara (porque son los principios que determinan la discrecionalidad en el poder), bases en todo el país, gente en todas las clases sociales. Creo que hay necesidad de más agrupaciones fuertes, de ampliación y profundización del debate, y eso debe construirse de abajo hacia arriba no directo hacia la presidencia.
El outsider no es sano para la política.
Fuente BCR
(1) El término, prestado y actualizado de las propias teorías marxistas, refiere a los que viven al margen del sistema, no están incluidos o dibujados realmente y son ignorados en sus formas de vida y necesidades; no tienen conciencia política por lo que son manipulables por ofertas políticas, por el poder mediático en términos de expectativas. El término lo uso también en el artículo «El Peligro de que lo nuevo destruya la innovación» : https://nancyarellano.com/2015/12/27/el-peligro-de-dejar-que-lo-nuevodestruya-la-innovacion/