Te veo desde lejos y no puedo tocarte
no se trata de la distancia de los cuerpos
se trata de algo más.
Te veo desde lejos, y no sé cómo nombrarte
a veces carezco de voz
o de recuerdos.
Te veo desde lejos, y no me reconozco
lanzo la puerta y cierro con llave.
¿Para qué?
para salvarme de la cercanía
para dejar la fragilidad
para sumirme en las formas cotidianas
de tranquilidad de cortes de cabello,
de revistas, de televisores, de expectativas.
Te veo desde lejos, y me vuelvo sombra,
una nueva interrogante empozada en mi…
No sé…
A veces, creo que no sale sino de mi,
otra forma más de concurrencia al olvido.
Te veo desde lejos, y no puedo alcanzarte.
Y aclaro: hablo de mí ante el espejo.
¡Cuidado!
En el post anterior terminas preguntando…
¿Pero cómo nos seducimos a nosotros mismos?
Y ahora andas componiendo
¡ante el espejo!
…recuerdo alguien que terminó mal por ese camino
comenzaba por N también…
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