Mucha gente habla de la democracia como si fuese su hija o su madre; como si le conocieran desde hace mucho tiempo y estuvieran seguros de cómo es, cómo habla, qué piensa. ¿Será la hija pródiga que dilapida sin razón?

La democracia hay que comprenderla como un proceso constante ; un ejercicio diario que, como dice el sociólogo chileno Fernando Mires, “debe estar internalizada en las almas ciudadanas”. La democracia, más allá del simple concepto de “Poder del Pueblo” es una forma de vida, de convivencia.  No puede darse un concepto realmente satisfactorio de lo que es porque en sí misma es lo que se llama un concepto “multívoco” (con diversos matices, no tiene un significado único e inequívoco); pero algo hay que tener bien claro, la democracia de cada país –por aquello de la soberanía y autodeterminación de los pueblos- si bien es distinta, tiene una base clara y definida: La Constitución.

Luego de la cantidad de atropellos históricos que en nombre de la democracia se dieran cita –desde el nacimiento del Estado-Nación hacia el s. XVI- se ha logrado un avance importante, y nada despreciable, en el llamado “Constitucionalismo Democrático”.  Esta corriente surge post segunda guerra mundial y establece un orden claro: la autoridad nacional –sea un sistema parlamentario o presidencialista como el nuestro- está sometida a los límites de la Constitución. Y no se trata de un capricho, se trata de garantizar una protección efectiva del ciudadano frente a la autoridad y de que ningún poder “elegido” es superior al poder del propio pueblo que es poder “pactado”; el real soberano que delega su soberanía –no en el gobierno- sino en la Constitución que luego “da poder” al Estado, que “opera” a través del gobierno para dar vida activa a la nación.

Pero no basta con que exista un “texto” llamado Constitución; para que las constituciones democráticas sean entendidas como tal, se hace necesario que ésta proteja a una serie de valores; que tenga un núcleo duro ético, un código de conducta llamado, en nuestro caso, “Principios Fundamentales” que rigen a la llamada parte “Orgánica o Funcional” –la operativa-.  Muchas personas ven en los Principios Fundamentales una verborrea poética, unas aspiraciones idealistas, una letra hermosa para colocar en la biblioteca y quitarle el polvo de vez en cuando. Allí está el error/horror.

Los principios fundamentales de la Constitución de cualquier país son “el asa de la taza” para poder “agarrar” al sistema democrático del que se trate. No podemos comprender si hablamos de una democracia sustantiva (de nombre) o una democracia operativa (en ejercicio) sin reparar en los valores que propugna la Constitución; esto es, porque, básicamente, esos valores deben fungir de “conciencia” y “amarrar” al poder a la hora de hacer algo contrario al espíritu democrático que queda pactado cuando el Pueblo aprueba la Constitución nacional.

En líneas generales podemos decir que toda auténtica democracia propugna los valores de integración, tolerancia, solidaridad, diálogo, prudencia, equidad, templanza, responsabilidad, perfectibilidad y humanidad. Y no son valores que se digan a priori, sino que han sido constatados como producto de los desvíos de las llamadas “democracias” mundiales. Son producto –a posteriori– de guerras civiles, internacionales o regímenes como el apartheid surafricano.  No se trata únicamente de que “votos” legitimen un sistema; esa es la legitimidad de origen, no la de ejercicio o lo que se llama “gobernanza”. Se trata de que la práctica diaria debe darse en el carril de unos principios que subyacen al valor mismo que es la democracia.

Nuestra Constitución establece como “valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político.” (art 2)

¿Y qué significa eso cuando vamos a hacer mercado? Al ciudadano común estos principios le brindan la seguridad de un suelo firme –no arenas movedizas- para desarrollar su vida en paz.  Hablo de que garantizar la vida significa que el Estado está en la obligación de dar seguridad, de que la libertad se logra cuando trabas sociales -como la pobreza- no impiden que el joven estudie para lo que es bueno; la justicia significa que no puede haber impunidad frente al delito; la igualdad que no pueden imponerse beneficios a un grupo y excluir a otro; la solidaridad significa que no está permitido ser indolente ante la tragedia ajena; la responsabilidad social es que ningún actor corporativo puede “hacerse el loco” con el impacto que tiene su empresa en la vida de un hombre/mujer; los derechos humanos son inviolables, la ética debe regir las actuaciones de los funcionarios; el pluralismo político significa que, sea quien sea gobierno, partidos de cualquier índole o corte político tienen derecho a existir –ser escuchado y actuar como peso/contrapeso en para el consenso-  y la democracia, es el valor supremo que arropa, como señalaba antes, a todos los valores prácticos. 

Pero debo decir, para ser justos, que no se trata sólo del Estado ni del gobierno de turno, se trata de todos los actores civiles, sociales, políticos del país.  Todo grupo político, económico, o agrupación social debe respetar la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político.  El pacto es ése; no otro. Y cuando aceptamos –o nos rendimos- frente a las violaciones de nuestra Carta Magna, somos cómplices de la destrucción de nuestra soberanía como nación, nos convertimos en co-autores del delito de crear el estado anómico –sin normas- en una sociedad que apenas hace 13 años repactó su fundación. 

Esto es un llamado a concientizar quiénes somos, qué queremos y dónde deberíamos estar. ¿Cuándo volverá la hija pródiga? (Que no es otra sino el conformismo y alejamiento del sentido real de nuestra democracia) ¿Dónde está el poder por, para, con y desde El Pueblo apegado a los valores pactados?

7 respuestas a “Democracia Real por @nancyarellano”

  1. Muy buenos días Nancy!, me he percatado que tienes muchisimo tiempo escribiendo… Que maravilla de verdad… Felicitaciones!!! te seguire leyendo… feliz dia!

    Me gusta

  2. Vaya toda una estrategia… eres Lic en ciencias políticas? yo no diria tan humilde, mas bien increíble!

    Me gusta

    1. Jajaja… bueno, bueno…. algunas ideas… Soy licenciada en Estudios Liberales con Diplomado en Política Internacional y una especialización en Finanzas Internacionales… Una mezcla además con escritura creativa, literatura y arte… de ahí este «collage» que es el blog… Gracias por los halagos!!! 😉

      Me gusta

  3. Hola Nancy, buenos dias! gracias a ti por la respuesta… que tipo de industria visualizas posible tener y no depender de los precios del crudo? Otro factor importante es un poder descentralizado, donde la autonomia y los presupuestos balanceados, con el propósito de servir a los ciudadanos. Ojalá llegue este tipo de conciencia a nuestro querido país.

    Me gusta

    1. Hola Pablo! Yo creo que más que una industria alternativa Venezuela puede tener varias; por un lado la retoma de la industria atunera en el Oriente del país, la cafetalera en Occidente; o el caso del cacao venezolano que es uno de los mejores a nivel mundial; y sumarle una «industria» de servicios de negocios internacionales ya que, por nuestra ubicación geoestratégica, Venezuela bien podría ser la puerta de entrada a toda Suramérica con centros de convenciones en Caracas o desarrollando otro eje Maracay-Valencia por ejemplo. Si las Vegas se creó desde un desierto por qué no podríamos hacer de Maracay un Centro de Negocios para Suramérica?
      A esto sumarle las industrias básicas de Guayana que bien podrían apuntalar con importación tecnológica de primera y cualificando nuestra mano de obra. Esto, no por el acto soberbio de pretender competir con los países industrializados, sino porque poseemos materia prima requerida en el resto del mundo y la posibilidad de transformarla.
      Y la guinda sería el turismo controlado que permita la entrada de recursos pero sin poner en riesgo el equilibrio ecológico.
      Por ejemplo sabias que el grupo Zara hasta hace unos años compraba a venezuela la telas con las que fabricaban la ropa?
      En fin…. Tenemos todo. Hace falta voluntad política y conciencia venezolanista. Es mi humilde opinión.

      Me gusta

  4. Hola Nancy buenas tardes, muy interesate tu reflexion y analisis de la palabra Democracia, del griego Demos (Pueblo) y Kratos (Poder), complementaria con que el enfoque del actual gobierno en si no esta tan alejado de realidad global que demandan muchos pueblos, mas si en su aplicación y desafortunado resultado. Lei en tu perfil de twitter que eres anti imperialista? Que sistema global es para ti el ideal para un pueblo netamente petrolero y que depende de un barril de petroleo a mas de 100$?

    Me gusta

    1. Gracias por tu comentario Pablo. Pues creo que los pueblos deben darse gobierno sin amenazas militares o económicas por parte de otros países. La soberanía de facto sobre recursos y sistema político. Lo del petróleo es cierto pero no creo que sea la razón para apoyar un imperialismo ni de nosotros hacia afuera ni de afuera hacia nosotros. Creo en un mundo multipolar pero debe empezar por tener una industria nacional fuerte para abastecer la demanda interna en todos los rubros. Ahí seremos libres y negociaremos como debe ser cualquier producto o servicio que saquemos internacionalmente.

      Me gusta

Replica a narellano Cancelar la respuesta

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Tendencias