Petkoff: Un acercamiento al pensamiento de la izquierda de los setenta

Teodoro Petkoff “Proceso a la Izquierda” de 1976

Antes que nada procedamos a recordar lo que, para 1976, era un personaje como Teodoro Petkoff (que poco tiene que ver con el Teodoro de los editoriales de Tal Cual que hoy leemos o con el que fuera ministro de Caldera). Por lo menos en cuanto a sus posturas políticas pareciera haber cursado el mismo camino del difunto Betancourt.

Teodoro Petkoff Malec era (y sigue siendo) un zuliano nacido en Bobures. Viene al mundo el 3 de enero de 1932; hijo de Petko Petkoff e Ida Malec, una pareja de inmigrantes búlgaros- judíos. Tiene dos hermanos Luben y Milko. Los cuales también estarían ligados a movimientos insurrecionales. Cursó estudios en el Liceo Andrés Bello y luego pasaría a estudiar economía en la Universidad Central de Venezuela. Allí, desde los veinte años, ingresó en las filas del Partido Comunista Venezolano donde alcanzó posiciones de dirección en el Buró Político. Actuó en la resistencia estudiantil contra la dictadura Pérez Jiménez y fue guerrillero del comando de Douglas Bravo (en Trujillo, Falcón y Portuguesa) durante el gobierno de Betancourt. Estuvo preso en varias ocasiones y logró fugarse en dos de ellas, durante la época de las guerrillas utilizó los seudónimos «Roberto» y «Teódulo Perdomo». Su última fuga fue del Cuartel San Carlos por medio de un túnel en febrero de 1967, cuando se escapó junto a Pompeyo Márquez y Guillermo García Ponce. Para el 69 deja la vida de guerrillero y pasa al entorno político tras la pacificación copeyana con Caldera. Pero sólo un año después abandona el PCV, por diferencias sustanciales con el Partido, para fundar el Movimiento al Socialismo. (MAS)[1]

Yéndonos a la época en la cual se inscribe el texto que pretendemos analizar, encontramos que estamos en 1976 es decir, con Carlos Andrés Pérez al poder desde 1974 y con un vasto plan de reformas entre las cuales se cuenta la nacionalización de los hidrocarburos[2] El ensayo de Petkoff tiene el valor de asumir, por una parte, las derrotas del socialismo- comunismo en el mundo y de asumir lo que compete a la evolución de la izquierda nacional. Además señala los crasos errores que decantan del “socialismo real” e incluso del marxismo dogmático (como es la exclusión de las capas medias). Allí el primer valor. Cuando un hombre del PCV se atreve primero a juzgar la invasión de Checoslovaquia por parte de la URSS y luego a afirmar en un texto como éste que Marx se equivocó cuando desdeñó el papel de la clase media y pensó que ésta estaba condenada a morir para pasar a formar parte del proletariado tenemos frente a nosotros a una suerte de escrito herético (Sobre todo entendiendo que nos hallamos ante plena guerra fría). Además resulta interesante el papel que le asigna a ésta dentro del proceso socialista y cómo es indispensable su contribución para la “construcción socialista” a través de sus técnicos, científicos e intelectuales.

El valor del autor es la honestidad con la que analiza la realidad del comunismo mundial y cómo ve en las dificultades que éste ha atravesado las líneas a esquivar en Venezuela. Específicamente el pensar que el procese socialista debe desligarse de cualquier proceso de izquierda mundial o con esquemas prefijados o importados; básicamente insiste en un socialismo made in Venezuela. Nos relata de los problemas que enfrentó el socialismo Chileno o las circunstancias que permitieron el ascenso del gobierno revolucionario en Cuba; las cuales en definitiva serían irrepetibles. No obstante, quizás desilusiona un poco el hecho de que persista en llamar socialismo a un modelo que en definitiva plantea como una democracia y que por tanto resulta incompatible con algún tipo de “dictadura” llámenla sutilmente “nuevo bloque social” o hagan entender que bajo la “democracia actual” se vive una dictadura de la burguesía. Realmente resulta algo decepcionante que un hombre que expone con tanta claridad las situaciones que circundan al mundo, al país y al PCV o a la izquierda tradicional así como a las mismas razones por las cuales el MAS no obtuvo la victoria en las elecciones del 73, no se detenga a replantear cuáles son las condiciones por las que aboga en el llamado sistema socialista o que realmente las numeradas no difieren de un sistema democrático consolidado aunque insista en decir que el camino inexorable del MAS es la construcción del socialismo y que eso lo diferencia de AD o de Betancourt.

Ello nos condujo a escudriñar en las entrevistas realizadas por Carlos Rangel y Sofía Imber a Petkoff en aquélla época y tampoco produjo resultados satisfactorios. Sólo nos encontramos con un epílogo a su libro. Muchas quejas sobre las condiciones del país, la típica caracterización del imperialismo como culpable y la burguesía nacional como cómplice y los partidos como serviles, de la expansión capitalista, la lucha de clases, la injusticia social imperante y la “vanguardia” reivindicadora etc. sin realmente establecer puntos claves sobre cómo, cuándo y dónde y por qué llamarlo socialismo y no social democracia si es cierto que la propuesta es democrática y pregona la justicia social. Y es que hablar de cogestión por ejemplo en las empresas no termina por sepultar al capitalismo sino por dar paso a un fenómeno que ya existe como las PyMes o hablar de las MicroPyMes o en el caso de “tomar” empresas de gran tamaño sería ingenuo pensar que las decisiones en una empresa de 10.000 trabajadores como pudiera ser Banesco hoy día las decisiones de impacto (como la cartera de inversión) van a ser tomadas por consenso cuando la mayor parte de la nómina responde al personas de perfil inferior a gerentes. En ese caso, nuevamente, se crearía una cúpula que tomaría decisiones. Pero esto es un tema amplio y difuso que habría que desarrollar en otro momento.

La primera parte del libro es un análisis a las razones que condujeron al MAS a la derrota en las elecciones de 1973 y un balance positivo de los logros obtenidos. Luego nos muestra una visión casi pragmática de la “nueva izquierda” que está inmersa en el juego político y nos muestra una cantidad de respuestas a lo que serían los argumentos de la “izquierda tradicional” por la escisión que ellos representan, por las posturas moderadas frente al reformismo adeco o lo que Petkoff cataloga un falsa conducta revolucionaria que terminan por hacerle el juego a los centros de poder socialista y dejan de lado las realidades de sus países. Por lo cual, al final contribuyen con el poder capitalista burgués al desprestigiar al movimiento de izquierda nacional. Además nos realiza un recuento por las actuaciones tradicionales de la izquierda y esboza algunos elementos diferenciadores con éstas.

Pero deteniéndonos en el modo con el que aborda los defectos del sistema democrático venezolano cotejando o poniendo de relieve que el desprestigio de la izquierda se debe a la astuta artimaña de la burguesía para hacerlos ver como “guerrilleros” “totalitarios” “antidemocráticos” etc. Bajo el esquema de un poder cultural que hace servil al pueblo; es bastante difícil de roer. Primariamente porque se comprende que estamos en un periodo posterior al proceso de pacificación iniciado por Caldera y que hay pleno ejercicio de las libertades democráticas, se entiende entonces que las iniciativas políticas y culturales, así como el contacto con las masas es abierto y además cabría decir que si AD pudo construir una alternativa política en un escenario como el gomecismo y los dos periodos posteriores mucho más fácil era para esta suerte de “socialistas light” hacerse escuchar en ese periodo histórico. Si el pueblo desconfiaba por los desatinos de ¡todo! el socialismo real (URSS, China y Cuba) y por la característica bien señalada de los Partidos Comunistas mundiales como sucursales del bolchevique entonces ¿De dónde se puede sacar que el socialismo es positivo para la democracia? Si el mismo Petkoff tuvo que salirse de las filas del PCV por disentir ¿Cómo podemos creer en las ideas democráticas de éste si en la página 242 de su ensayo alaba, a través de las palabras de Ludovico Silva. Al genio múltiple de Marx? Sólo disiente de éste en lo de la clase media que ya se ha señalado y casi que nos dice que hubo un error de “mercadotecnia” al llamar dictadura del proletariado a la dictadura del proletariado que la gente no se asusta por la “dictadura de la burguesía” pero es que justamente lo absurdo es darle tal terminología; porque si bien es cierto que existió en Venezuela una élite dominante, no es menos cierto que la estabilidad democrática (esa exenta de golpes militares y de guerrillas urbanas) es un camino reciente y que es la necesaria base para las transformaciones sociales que de hecho, se sucedieron desde 1989 con el proceso de descentralización. Además realiza un encomio desmesurado a Lenin y cómo organizó la revolución rusa.

Es necesario volver al punto del “poder cultural” de la burguesía, el cual es ejercido a través de los medios de comunicación y de la manipulación de las masas. Ciertamente se considera que los medios son un poder en la sociedad. Pero no es menos cierto que ese mismo argumento puede argüirse respecto a Cuba o la URSS, no es menos cierto que sea el Estado Socialista o el llamado Estado Burgués siempre el poder ha estado ligado a la manipulación de la información; pero en ese caso no es una alternativa hablar de un sistema cuyo enceguecimiento dogmático siempre habrá de conducir como condición necesaria a la tergiversación de la información o bien la censura. Porque si el capitalismo vive del consumo, la moda y la acumulación de capital su proceso responde análogamente a la llamada “mano invisible”, al mercado; no al grupo reducido de ideólogos-políticos que deciden cuál información es consecuente con la “vanguardia” o cuáles no. Si el proceso capitalista es meramente económico; el socialista, basado en la relación social de los actores económicos, termina por arraigarse en una suerte de lo pseudo-teológico. Básicamente porque sus premisas responden al proceso del materialismo dialéctico de la historia que trae como síntesis obligatoria al comunismo por lo cual de alguna manera se “obliga” a los hombres a ir en procura de un sistema de libertad impuesta y de abolición del Estado en primera instancia. Así pues, si es cierto lo que preconizaba Marx el proceso de la lucha de clases concluiría cuando el capitalismo “pariera” al socialismo, como respuesta natural al proceso insostenible de la lucha de clases y éste el comunismo; de ahí que proponer construir el socialismo o el comunismo sea prácticamente contrario al proceso “natural” del determinismo histórico marxista. Esto no lo expone Petkoff así, sino que propone ir a la construcción de éste que no es el bolchevique ni el cubano, es propio, es diferente, pero no sabemos qué es. El mismo problema del Socialismo del Siglo XXI lo encontramos en el siglo XX con la propuesta del MAS, entre los cuales se cuenta a Petkoff como uno de sus más resaltantes ideólogos.

Es acertado, mas no novedoso, el análisis que hace del Estado Venezolano como el gran empleador, latifundista y centro de nuestra economía petrolera (Ya se lee en los textos de Uslar Pietri, Betancourt, Pérez Alfonso o Caldera). Así mismo se percibe como certera la idea de que se vive en Venezuela un capitalismo principalmente dominado por el Estado que con su poder económico ha de mantener a las clases sociales más favorecidas. Pero lo que realmente subyace ahí es la falta de un parque industrial privado y la falta de inversión en la diversificación de la producción como necesaria voluntad nacional a fin de que el Estado disminuya su poder y la economía logre su necesaria autonomía; así mismo la sociedad civil.

Es un poco trasnochado el argumento de que las cosas que afectan a la clase media sean razones que la amalgamen a la lucha “proletaria” puesto que admite que la clase media es una gran mayoría y ella misma es el producto de la movilidad social y de los beneficios del sistema ya que a través de la profesionalización ha logrado una “vida digna” (cubrir las necesidades básicas y hasta permitirse ciertos lujos; pasar de empleado a empleador inclusive). Y como básicamente a que esa clase media es producto de la admitida movilidad de clases sociales, con lo cual la “lucha” entre ellas es una quimera; lo que realmente sería necesario es hablar de reivindicaciones sociales y de condiciones de inversión y expansión de la industria nacional, consecuentemente con ello la expansión de una clase media y mayor equidad en la distribución de la riqueza. Si hoy día fuese así y el proletariado representase una minoría como en aquella época otra sería la historia actual de nuestro país. Quizás eso es lo que hoy podemos reflexionar, sólo el Viernes Negro, el Caracazo y el paquete de Miguel Rodríguez le dieron paso al socialismo en nuestro país. Se extremaron los márgenes de diferencia entre clases y ahora con una devaluación acumulada de más del 900% desde los 80´s los cantos de sirena del socialismo colaron por Miraflores. Aunque paradójicamente el MAS apoyara a Chávez sin un Petkoff en sus filas.

Volviendo al texto de Petkoff, es certero lo que señala de la contribución que la burguesía hace al poder y cómo el Estado, aunque parece contravenirla en algún momento, lo que hace es salvar al sistema en la que ésta se inscribe; pero es un poco absurdo que se señale que se trata de los procesos del imperialismo mundial que finalmente nos ponen en el escenario capitalista imperante porque aún en los países socialistas como Cuba o la URSS, vemos al “capitalismo” desfilar, por ejemplo la inversión española en hotelería en Cuba y la venta de petróleo y armamento que solía hacer la URSS). Porque lo que se instaura es un capitalismo de Estado. Y es que así como pasa con el comunismo o la lucha de clases como procesos internacionales, ha de entenderse que económicamente el paso del feudalismo al capitalismo implicó que se dejaran las economías autárquicas. Claro, aún no se hablaba de globalización, pero ya estábamos inmersos en ella desde que en Venezuela se tenían teléfonos, radios y televisores. Ahora bien, el mantenimiento del sistema no depende exclusivamente del gobierno, ni puede pensarse que le “hacía” el juego a la burguesía nacional puesto que sencillamente el Estado (como en Cuba o la URSS) usa las cartas que tiene a la mano para sufragar los gastos y, obviamente, los gastos nacionales (en términos de transferencias netas por ejemplo en un país semi-industrializado) sólo podrán costearse con el comercio de nuestros recursos inútiles en nuestra tierra. (¿O qué podíamos hacer con todo el petróleo aquí en Venezuela? ¿Saciar el hambre o satisfacer las demandas de educación de los pobres?) Pero este no es el tema a desarrollar y sería bastante extenso puntualizar las consideraciones en torno a este tema.

Es interesante, luego de entender la lucha armada que traía la izquierda nacional, ver la postura Moderada del Partido MAS, la postura de acceder a colaborar con el reformismo adeco de CAP I aunque se entienda que no se ve con absoluta confianza pero no adversa caprichosamente las decisiones que satisfagan demandas de los colectivos como antes haría el PCV.

En este sentido, resulta también interesante la carga de posturas reflexivas como la crítica a Stalin y el partido único como el gran dictador en el socialismo ruso, con lo que confirma el carácter revisionista de Pettkoff, pero aún se conservan esos elogios casi apologéticos a Marx o a las ideas de Lenin como rastros de una vieja fe no totalmente superada. Y si a esto se le une que no se propone nada concreto como programa de gobierno (de la alternativa masista), más allá de la típica esperanza cifrada sobre un sistema distinto y sobre un socialismo “bueno” para todos y de no caer en la “falsa conducta revolucionaria” tan dañina para la revolución porque ha sido la que sentenció a muerte a la vanguardia revolucionaria; se termina el lector de desencantar del texto al entenderlo como uno de los eslabones de la construcción de la alternativa política del MAS. De hecho, y creemos que ahí el valor actual de la edición venida de un Petkoff que ya no milita en ningún lado, este texto tiene un singular valor histórico porque nos relata, desde la filas de la izquierda, los acontecimientos más importantes de la Venezuela de los setenta. El análisis va más en el camino de mostrarnos los “contra” del resto (capitalismo y marxismo-stanlinista) y el panorama del bloque socialista para el momento que de establecer algunos puntos concretos de actuación de este “nuevo socialismo”.

Sobre todo queda abierto el asunto de cómo el socialismo democrático puede moverse como elección definitiva si la sociedad venezolana se halla inscrita en un escenario mundial, sobre todo bajo el esquema que el autor plantea de la “revolución en solitario” y las circunstancias económicas del petróleo.

El libro de Petkoff aparece como el himno de desencanto hacia la izquierda vieja –ortodoxa- y la excusa para la “creación” de una izquierda nueva (representada o abanderada en el Movimiento al Socialismo MAS que categóricamente rompe con el marxismo tradicional y que incorpora en sus filas a instituciones tradicionales como el catolicismo); pero más allá de hablar de un “socialismo humano y democrático” no plantea realmente los métodos para su consecución en el sentido expreso de cuáles son los “sustitutos” de los sistemas actuales. Así mismo, busca ser la nueva cartilla para despertar una conciencia colectiva que está despertando en parte, por la política reformista de Pérez. Pero insistimos en que más allá de hablar de una lucha que no lleve al resentimiento social y de raíces profundamente democráticas este socialismo de corte “humano” parece más un destructor del sistema imperante porque “está mal” que el constructor de una alternativa diferente ya que no la plantea. Y es que una democracia con justicia social es deseable, una democracia sin clientelismo partidista, sin discriminación, con ayudas para los marginados tradicionalmente, una democracia transparente, efectiva para resolver los problemas sociales, que vaya en contra de los monopolios y que muestre una vocación de servicio, una democracia no corrupta, ni partidista, ni servil con cualquier potencia extranjera (capitalista o socialista), que no procure la desigual distribución de la riqueza y favorezca la equidad; pero es que ¿eso no es la democracia en su deber ser? ¿Esa no debiera ser la meta democrática luego de la promulgación de los Derechos Humanos?

En una entrevista hecha por Carlos Rangel y Sofía Imber[3] con razón de la publicación de su libro Checoslovaquia el Socialismo como Problema; Petkoff señaló:

Lejos de haber una quiebra del marxismo, hay un refrescamiento, un interés renovado por el pensamiento marxista en el mundo. Desde luego que hay sectores seudo-marxistas, dogmáticos, ortodoxos, aferrados a interpretaciones anquilosadas, que no tienen remedio, pero hay otros grupos que buscan soluciones, no en el marxismo bastardeado por Stalin, sino en una concepción renovada del marxismo auténtico. Toda la concepción stalinista no es sino el marxismo sin debate. El marxismo de Lenin y Marx es el producto de una polémica gigantesca, de un debate interminable.

Aquí claramente muestra su ruptura con los partidos comunistas tradicionales; que en definitiva siguen la línea stalinista. Así mismo, ya se ven las ideas de los “falsos revolucionarios” que son justamente una de las ideas combativas recurrentes en Proceso a la Izquierda y son justamente esos “seudo-marxistas, ortodoxos” los que han desprestigiado al marxismo que Petkoff quiere salvar luego con el MAS.

Otro programa interesante fue el del 1ro de febrero de 1973, donde aborda más directamente el tema del socialismo que propone y donde Carlos Rangel hace patente que el de dudosa credibilidad tal propuesta:

Teodoro Petkoff: Ésta es una diferencia sustancial en el planteamiento nuestro. Nosotros entendemos que la sociedad no puede estar exclusivamente en manos del Estado. Por el contrario, el diseño socialista, tan viejo como Marx, indica esto así…


Carlos Rangel: Pero no ha pasado en ningún lado…


TP: No, no ha pasado, pero efectivamente es así. El diseño socialista incluye eso… No ha pasado, pero nosotros no sólo nos planteamos la posibilidad de que sea así sino que entendemos que es perfectamente posible que el Estado venezolano sea concebido como un ente de transición en vías de destrucción y de desaparición… Y por ello ponemos mucho interés y colocamos el acento en que la propiedad sobre los medios, sobre las fábricas, los barcos, las tierras, que hoy en día están en manos de los capitalistas, sean en el período inicial de transición producto de la congestión, de la codirección entre los comités de trabajadores y el Estado…


CR: ¿Por qué esto no ha sucedido aún en ninguna parte?, dijo Carlos. Y muchos lo han intentado. Y no ha podido ser hecho en ninguna parte…


TP: Yo te expliqué, y lamentablemente tendrá que ser otro estereotipo, que las circunstancias históricas que se vivieron en casi todos los países socialistas desviaron con frecuencia el ideal… La vida real del ideal…


CR: Pero es que son muchos países en circunstancias distintas –dijo Carlos-…


TP: Catorce, nada más…


CR: Pero catorce que van desde la URSS, el país más extenso del mundo, con una de las mayores poblaciones, recursos naturales como ningún otro país y un desarrollo capitalista previo a la revolución bastante considerable, hasta países como Cuba que es parecido a Venezuela… No es aceptable ya la explicación del fracaso alegando circunstancias históricas en cada caso… No puede seguir siendo dicho…

Lo que queda evidenciado en esta entrevista es que el socialismo propuesto por Petkoff redunda en las mismas propuestas que no han sido llevadas a cabo por los países que ya han estados incursos en el socialismo y de hecho en todos –hasta hoy día casi 33 años después- el Estado no ha sido abolido sino que se ha reforzado. ¿Cómo creer en un proceso a la izquierda democrático que pretende eliminar al Estado como ente regulador de la vida social y no ser capitalista y que asiente ante Cuba o la URRS? Además que hay que tener cuidado porque si la circunstancia histórica conspira nos pueden desviar la frecuencia del ideal y terminar con un capitalismo de estado totalitario. Quizás sería que en Venezuela aún no se iba ni por la tesis.


[1] S/A (2006) Teodoro Petkoff. Protagonistas en Tal Cual Digital. Caracas- Venezuela (En línea) Disponible en: http://www.talcualdigital.com/Especiales/protagonistas_petkoff.asp (Consultado el 21 de enero de 2008)

[2] En su primer año de gobierno creó la Biblioteca Ayacucho y el Programa de Becas Gran Mariscal de Ayacucho, que permitía a venezolanos sin recursos acceder a los centros universitarios más prestigiosos del mundo acorde a sus méritos y con facilidades de pago. En 1975 nacionaliza la industria del hierro y el 1ro enero de 1976 la industria del Petróleo.

[3] Entrevista en el programa Buenos Días. Transmitida por VTV el 16 de diciembre de 1970. Tomada de: http://200.2.12.152/cic/sofiadigital/paginas/archivodigital.html (Consultada el 25 de enero de 2008)

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